domingo, 29 de septiembre de 2013

2° Básico Cuentos Semana del libro 2013


                                                           Aprender a leer

3º Lugar

Había una vez una familia muy humilde compuesta por una mamá y una hija.  Las dos trabajaban.  La mamá limpiaba un local de abarrotes mientras su hija, Julieta, lustraba zapatos a la gente que iba a comprar.

Julieta veía pasar a niños escolares y se preguntaba que hacían ellos.  Fue donde su mamá a preguntarle por esos niños, por qué estaban vestidos así.

Su mamá no podía explicarle nada porque la mamá no entendía porque ella misma nunca había ido a la escuela.  Ella con pena y tristeza le dijo a su hija que le hubiese gustado darle otra visa y no ésta.  –Eres parte de mí, te cuido y te protejo-, dijo la madre.

Justo pasó una señora y se conmovió al verlas tristes con todo respeto y les dijo que los niños que veía iban a la escuela a aprender a leer y Julieta le preguntó a la señora: “¿qué es eso de leer?” y la señora amablemente le respondió que era aprender a leer libros y para poder expresarse con palabras significativas.  –Guauuu- dijo Julieta. 

La señora era una profesora de lenguaje e invitó a Julieta para que fuera al colegio y no tener que trabajar tan chiquita, pero la mamá lloraba porque no tenía dinero para comprar cuadernos y pagar el colegio.  La señora le dijo a la madre que el colegio era gratis y por el uniforme le dijo que no se preocupara porque la hija de ella tenía dos y que se lo regalaría, pero que dejara de llorar.

La mamá muy agradecida le dijo a la mujer que era un ángel caído del cielo…-Nunca pensé que mi hija iría al colegio, muchas, muchas gracias-.

-Mamita le digo algo- dijo la profesora, me encanta mi trabajo, lo quiero mucho porque cada niño que viene al colegio es un nuevo hijo y yo, una segunda madre, ya que les enseñamos con cariño, paciencia con afecto y sobre todo a que sean unas buenas personas para la vida.  El colegio los apoya harto en almuerzo y útiles escolares, así que puede estar tranquila y confiar que el colegio haga lo que haga siempre va a ser para ayudar a su hija para que hoy o mañana sea toda una profesional.  Ese es la misión de todos los profesores.

Al amanecer despertó temprano.  Julieta se probó su ropa y su mamá la peinó.  Estaba muy contenta su mamá, le tejió toda la noche un bolsito y le compró un cuaderno chico y unos lápices.  Julieta besaba a su madre de alegría.

Julieta se fue al colegio con su frente en alto, feliz.  Al llegar a la puerta del colegio estaba nerviosa.  La portera la mira y le dice buenos días nueva alumna…¿a qué viene?  Y Julieta le respondió: “buenos días señorita portera, vengo a aprender a leer y a ser alguien en la vida” y así la niña aprendió a leer.

Génesis Valdés Olivares
2º B

                                                       El primer día de clases

Había una vez una niña llamada Josefina.  Ella era una niña pequeña y muy divertida, le encantaba salir a jugar y pasear con su mamá, pero en su interior ella sentía mucho miedo ya que se acercaba su primer día de clases.

A Josefina no le gustaba la idea de ir al colegio y separarse de su mamá por mucho tiempo porque ahí habría personas desconocidas para ella.  Un día Josefina cerró sus ojos y empezó a imaginar cómo sería un día en la escuela, ero de tanto pensar y pensar en ese día Josefina se quedó dormida y comenzó a soñar, apareció en su sueño una linda y brillante hada, aquella hada venía de un lugar mágico y muy hermoso y traía una misión: mostrarle y enseñarle a Josefina que la escuela no era tan terrible como ella pensaba y le relató una pequeña historia la cual Josefina escuchó con mucha atención.  ¡La escuela es un lugar en el cual tu aprenderás cosas nuevas, conocerás muchos amigos, jugarás, cantarás y vivirás todos los días algo mágico y lo más especial es que tendrás una profesora la cual llamarás tía y ella te cuidará, escuchará cundo sientas miedo, cuando estés sola o sientas que nadie te escuche y al final del día será ella quien te lleve nuevamente al lado de tu mamá.

Y así Josefina despertó y corrió a contarle a su mamá el lindo sueño que había tenido.  Su mamá puso mucha atención a cada palabra que ella decía y juntas prepararon todas las cosas para ir  a la escuela.   Josefina comprendió que el separarse de su mamá por largas horas no importaba pues ella iría a buscarla al finalizar su día de clases, ella estaría esperándola en la puerta de la escuela para volver juntas a casa.  En el camino Josefina le contó a su mamá todos los amigos que había conocido y todas las cosas lindas y mágicas que aprendió junto a su nueva tía.

Y para Josefina el miedo que sentía por la escuela fue desapareciendo y todos sus días solo fueron de alegría. 

Maite Salinas Salcedo
2º B

                                               El niño que soñaba con ser doctor

Él era un niño muy pobre y tenía tres hermanitos llamados Sofía, Josefina y Carlitos y él, que se llamaba Ignacio.  Ellos eran muy pobres, tanto, que su madre los mandaba al colegio con lo que tenía.

Pero ellos fueron creciendo y se fueron dando cuenta en la pobreza que vivían.  De los tres, Ignacio era el que más se las rebuscaba.  Vendía lo que le daban los vecinos para tener para comprar útiles porque para él, lo más importante era seguir estudiando.  Ignacio era un niño humilde y soñaba con ser un doctor cuando sea grande y su mamá siempre le decía que estudiara porque el estudio era lo más importante para su futuro.  Él creció con sus hermanos y pudo postular para una beca del gobierno y pudo salir adelante vendiendo y estudiando.  Le ayudaba a sus vecinos que trabajaban en la feria y ahí fue creciendo y relacionándose con la gente y conoció a muchas personas que lo ayudaron.  El creció en medio de la pobreza y él igual salió adelante y pudo ir a la universidad y pudo sacar a su familia adelante y consiguió ser un buen doctor y ayudar a sus hermanos a salir de la pobreza.  Se compró una enorme casa donde pudiera estar toda la familia junta y así él cumplió su sueño de niño y ayudó a su familia y fueron felices.

Benjamín Fuentes M.
2º B

                                                               Ignacia y su colegio

Había una vez una niña llamada Ignacia que se sacaba buenas notas en el colegio, además de eso tenía muy buen comportamiento.  Un día llegó muy temprano y sintió mucho frío y se dio cuenta que sus profesores tenían sueño porque bostezaban.    Ignacio se dio cuenta de que su colegio estaba limpio y decidió cooperar para que siempre estuviese brillante.  Ella pensó en algunos niños no estaban ayudando y vio a uno de sus compañeros que estaba echando basura como envases de papas fritas, galletas, palos de chupete y mucho más.  Entonces ella decidió recoger la basura y ayudar con la limpieza de su colegio.

Ignacia tiene muchas amigas y se juntan en el recreo para jugar al cordel, aunque más les gusta el luche.  Ignacia pensó en crear un personaje para que ayudara a la limpieza, tenía que ser como Barney, pero de color verde como los colores del colegio y tenía que recorrer los patios y las salas de clases enseñando a los niños a cuidar el aseo y limpieza del colegio.

La directora estuvo muy contenta con la idea de Ignacia y a los niños del colegio también juntos lograron hacer que la escuela fuera la más limpia de toda la comuna de Alto Hospicio.

Libni González Cortes
2º B

                                                               Mi nueva escuela

Había una vez una niña llamada Claudia.  Era una niña muy tímida, de muy pocos amigos.  Ella estaba en una escuelita muy chiquitita y un día su mamá decidió cambiarse de casa para que Claudia tuviese una mejor enseñanza y así ella pudiera llegar a la Universidad para estudiar lo que ella quería.  Claudia se puso muy triste al saber que tenía que cambiarse de escuela porque ella era muy tímida y le costaba mucho hacerse de amigos, pero llegó el día de su primer día de clases.  Claudia estaba muy nerviosa, pero estaba muy nerviosa, aún así entró a la sala y todos sus compañeros la revisaron muy bien.  Claudia muy contenta salió de clases a contarle a su mamá que le había encantado la escuela nueva en que la había matriculado.

Helen Araya
2º B

 
                                                               La niña que no sabía leer

Había una vez una niña llamada Nicole que no sabía leer el diario, pero por más que insistía no podía leer.

¿Será que con estos anteojos no se ve bien?  Se preguntaba la niña.

Un día se encontró con una amiga en el parque y le preguntó: “¿tú lees el diario?” - pues si- respondió la amiga.

-Ah, yo no puedo…estos anteojos están viejos y no se ve nada- contestó Nicol.

 Tienes que aprender yendo a la escuela, dijo la amiga y siguió su camino.

Nicole siguió andando y andando y no convencida con la respuesta de la amiga y se encontró con Pedro y vuelves a preguntar:

-Oye ¿y tú, sabes leer el diario?

-Por supuesto, vengo de la escuela, dijo Pedro llevando su mochila llena de libros.  Yo no puedo leer, tendré que cambiar los anteojos, dijo de nuevo Nicole y ya preocupada se volvió a María y también le preguntó: -¿tú has leído el diario?- pues si dijo María.  Leí todas las noticias y no usar anteojos.

Yo voy a la escuela, ahí aprendo cosas, dijo María.

Nicole se quedó pensando y al día siguiente se compró una mochila, unos lápices unos cuadernos y empezó a ir a la escuela.  Luego de varias semanas se encontró con la amiga y le contó que ahora ella sabía leer el diario y que ya no usaba anteojos y además que iba a la escuela.  Entonces estaba tan contenta su amiga Nicole que organizó con su mamá una fiesta con todos sus amigos.

Javiera Mamani
2º B


                                                               Mis primeras palabras

 

Dedicado a mis padres por su apoyo y amor…
                                               A mi profesora Adriana por sus enseñanzas
                                               A la tía Teresa por su preocupación y cariño…!
                                               ¡Muchas Gracias!

Un lindo día de verano fue testigo de mi primer día de clases.  Atrás quedaba mis felices años de jardín y comenzaba mi camino en el colegio Macaya.

Nerviosa, pero contenta fui conociendo a mis compañeros del 1º B, a la profesora Adriana y a la tía Teresa.

Ellas, con exigencia y cariño me enseñaron mis primeras palabras.

Día a día fui mejorando en mis tareas y lecciones.  Con mi esfuerzo, la ayuda de mis padres y la dedicación de mis profesores fui consiguiendo logro tras logro.

Hoy con orgullo y alegría, puedo decir que ya sé leer y escribir gracias a mi querido colegio Macaya.

El camino recién comienza y queda mucho por aprender.  Sólo espero algún día convertirme en un gran cóndor que vuele muy alto en la vida.

Cristina Pinto C.
2º B

                                                               La aventura de aprender

Pedrito dice que para él ha sido una aventura aprender.  Ya sabe leer, escribir, sumar y restar y le ha dicho a su mamá que él le puede leer cuentos cuando ella no se pueda quedar dormida así como él le pedía a su mamá que le leyera para dormir cuando era más chiquito y a su papá que es contador le dijo que él podía ayudar a sacar cuentas, pero sin calculadora porque él ya sabía sumar y restar.

Pedrito le dijo a su hermanito más pequeño que no tenga miedo de ir a la escuela porque era una aventura fantástica el conocer letras, números, nombres de animales y pájaros y compañeros para poder jugar en los recreos, compartir algunas tareas en conjunto, en clases, después terminando las clases poder llegar a mi hogar y hacerle muchas preguntas a mi papá y mamá para poder entender más, aprender lo bastante para desenvolverme con educación en el colegio y el mundo que me rodea… porque aprender es una aventura formidable.

Isaí Víctor Adolfo Pérez González
2º B

                                                                              El colegio

Son las 07.00 a.m.: Mi mamá me despierta y me ayuda a vestirme.  Mi papá mientras prepara el desayuno, cereal con leche. Mmmm muy rico.

Me siento extraño porque voy a un colegio nuevo.  Salgo a la calle encuentro todo distinto.

Me encuentro con un pedazo de desierto, cerros y muchos autos cerca de mi colegio.  Era un colegio grande de color verde, muy lindo, porque a mí me gusta el color verde.

Había muchos niños y dos tías esperando a los alumnos de kínder.  Eran muy alegres y fui a la fila del kínder B porque ahí me tocaba.

Yo  estaba acostumbrado a ver muchos árboles, flores y vegetación porque vengo de una ciudad que queda en la quinta región que se llama Valparaíso.  Allá hice el pre-kínder.  Yo era muy pequeño y había pocos niños porque era un colegio de solamente varones, pero las tías eran igualmente alegres.

Cuando llegué a este colegio, a kínder B, mi tía no me entendía lo que yo hablaba porque yo lo hacía muy rápido y enredado.

Ahora ya estoy en segundo básico B con una profesora, no con tías como al comienzo.  Ya sé leer, escribir y hago muchas tareas.  He aprendido mucho en mi colegio Macaya y dejé de hablar tan enredado.

Ahora me divierto con mis compañeros en los recreos, juego, salto, corro y me divierto demasiado con todos los niños y ha sido así desde que estoy en kínder B.

Soy feliz en mi colegio verde llamado Macaya y está tan cerquita de mi casa que es como mi segundo hogar.

Bastián Tello
2º B

 
                                                               Mi primer día de clases

Eran las siete de la mañana de un día lunes, pero no precisamente cualquier lunes, era un lunes muy particular, era, mi primer día de clases.  Me desperté con sentimientos encontrados, por una parte sentía muchas ansias de asistir al colegio y empezar una nueva etapa en mi vida, pero por otra parte, sentía un poco de miedo al no saber lo que me podía tener preparado aquel día especial que me esperaba en el colegio.

Mamá me llamaba para darme mi desayuno mientras yo me ponía mi uniforme.

Ya habiendo salido de la casa y entrando a clases, me sentía muy raro, jamás había empezado el día rodeado de tantos niños y niñas de mi edad y estando en un lugar que no sea mi hogar y entre mis padres y familiares.

Al tocar la campana, entre la profesora y empieza a presentarse, se veía muy simpática y a la vez me sentía cómodo y tranquilo, en ese instante, da la orden a que cada alumno pase al frente y comience a presentarse delante del salón completo, ahí fue que mis nervios empezaron a tomar el control sobre mí y un escalofrío pasó por mi cuerpo, cuando legó mi turno me costó un mundo poder hablar.  No sabía que decir ni cómo empezar, así que se me ocurrió repetir la presentación de mis compañeros que estuvieron para poder salir de ese apuro.

Ya habiéndonos dado la bienvenida y estando todos presentados comenzaron algunos a dirigirse la palabra y a conocerse, fue en eso que mi compañero de al lado, me saludo y empezamos a conversar.  Al principio no sabía mucho que decir o contar, pero luego fuimos riéndonos y compartiendo más en los recreos y empezando algo así como mi primera amistad con un compañero de colegio, fue entonces que en el transcurso del día tuve la oportunidad de conocer, hablar y compartir con muchos de mis compañeros y comenzar a vivir mi etapa escolar de una manera sana y positiva.

Ya teniendo 20 años, habiendo finalizado mi enseñanza básica  y media, me encuentro en mi primer año de universidad, viendo ese rostro de satisfacción y orgullo de mis padres, cumpliéndoles el sueño de ir superándome a mí mismo, me preparo para empezar a forjar mi camino, con mucha fe y empeñado en ir logrando cada objetivo que me proponga y además superar y vencer cada obstáculo, y así lograr ser alguien en esta vida.

Ehivan Challapa M.
2º C

 
                                                                              Pablo

Un día Pablo estaba jugando pelota y su mamá le dijo que fuera a hacer las tareas, pero no le hizo caso.

Su padre le daba consejos a Pablo diciéndole que tenía que tomar atención a sus profesores y Pablo contestó que sí, lo haría.

Al pasar los días tuvo malas notas y tampoco tomó atención  y al final del año repitió de curso.  Todos sus amigos pasaron de curso y sus mismos compañeros se burlaban de él llamándolo “tonto”.

Pablo llegó a casa y sus padres no le dijeron nada porque ya sabían, pero él estaba muy mal, arrepentido por no hacer caso a sus padres y no le quedaba más que pedir perdón por no hacer caso y sólo lloró y lloró.

Beymar Villa
2º C

 

                                                               La señora polilla

Había una vez una señora polilla que no sabía leer ni escribir, tenía su casa en el techo de la casa de un granero.  Ella quería leer un libro que se llamaba “La pollita del baúl” y usaba unos lentes enormes y preguntaba: “¿será que con esos lentes no se ve bien?

Al otro día fue a preguntar a la granja a la rata y le dijo: “¿me puedes enseñar a leer?”, y la rata le respondió que no porque estaba ocupada tratando de robar queso al granjero.

Se fue y encontró a la cabra y la polilla le pregunto si sabía leer.  -¡Sí!- dijo la cabra.

-¿sabes? Yo no puedo ver con estos lentes grandes porque están viejos y no sé ve nada, dijo la polilla.  –Tienes que aprender yendo a la escuela- le dijo la cabra.

La polilla siguió su camino, no convencida con la respuesta con la respuesta de la cabra se encontró con la señora araña y vio que estaba llevando si mochila llena de libros u la polilla le preguntó de dónde venía.  –De la escuela- respondió la araña.

Al día siguiente se compró una mochila, unos lápices y un cuaderno y empezó a ir a la escuela.  Luego de varias semanas ya sabía leer y estaba de cumpleaños para lo que había organizado una fiesta en la paz.  Invitó a todos los animales de la granja y después de comer y jugar mucho con los animales les contó que había aprendido a leer y ahora podía por fin leer su libro favorito que era “La polilla del baúl” todas las noches.

Sebastián Mamani
2º C

                                                              De regreso al colegio

Había una vez un niño llamado Roberto el cual estaba acostumbrado a levantarse tarde para salir a jugar con sus amigos durante el verano y después de tanto jugar y de paseo de playa y piscina un día vio a su mamá comprando un uniforme escolar.

Se puso priste porque eso significaba que faltaba poco para entrar a la escuela y él todos los días preguntaba cuánto faltaba para entrar al colegio porque de verdad, que no tenía ganas de ir.

El gran día llegó y no quería levantarse por nada del mundo.  No quería dejar de jugar, pero su mamá lo llevó a su primer día de clases y en el camino llevaba una cara muy triste y también preocupada.

Él no sabía que compañeros le tocarían y que profesora estaría con él.  Pasó la tarde y las clases terminaron hasta el siguiente día.  Roberto seguía triste y así pasó toda la semana.

Poco a poco su cara iba cambiando…un poco más alegre porque ya le daban ganas de ir a la escuela y ver a sus compañeros que era como su nueva familia y también para vivir nuevas experiencias y aprendiendo con la ayuda de su nueva profesora comprender las materias más difíciles, poniendo atención junto al apoyo y amor de su familia.

Roberto es un niño muy inteligente y de buen comportamiento esta historia llega a su final con un niño que sueña con ser un profesional.

Roberto Madrid
2º C

                                               Pablito sólo quiere jugar

Había una vez un niño llamado Pablito y no le gustaba la idea de entrar a la escuela.

Los papás le decían lo importante y entretenido que era, pero a Pablito no le importaba porque sólo quería jugar con sus amigos a los vendedores como en los almacenes, porque la verdad era que no sabía sumar y restar y le daba mucha pena, ya que sus amigos si sabían.

Un día le preguntó a sus padres como era la escuela y le contaron que era entretenido y se aprendía mucho, conocerás el mundo de los números y aprenderás con las letras y sus divertidas historias.

A Pablito se le llenaron sus ojitos de alegría y le dijo a sus padres que quería ir a la escuela.

Al otro día se levantaron muy temprano. Tomaron desayuno muy rico y se fue junto a su mamá caminando al colegio, ya que quedaba muy cerca de su casa.

Al llegar, Pablito se dio cuenta que estaban sus amigos con quien jugaba en casa y se puso muy feliz.  Pasaron las horas y los padres fueron a retirar a sus hijos al colegio.  Sonó la campana y el pequeño corrió a ver a sus papás y contarles todo lo que había aprendido aquel día.

Desde entonces Pablito se levanta temprano todos los días y con alegría y entusiasmo y se dirige feliz a su nuevo colegio.

Diego Flores Araya
2º C

                                                               Mi primer día de clases

Y llegó el gran día… Andrés estaba muy entusiasmado, quería llegar pronto a su escuela para encontrarse con su mejor amigo y su profesora y lo primero que le pasó es que ya no estaba ni su amigo, ni su profesora, a la que quería mucho.  Había nuevas compañeras.  Empezó a conversar con ellos y así se hizo de amigos diferentes.  Pero su profesora tampoco estaba porque le habían asignado otro curso y a él le daba vergüenza conversar porque no la conocía, pero día a día comenzó a saber de ella y también comenzó a tomarle cariño.

Al principio Andrés llegaba a la sala sin saludar, y sin pedir permiso…incluso le daba vergüenza contestar cuando lo llamaban por su nombre en la lista del curso.

Empezó a portarse mal en clases y la profesora todos los días le daba quejas a la mamá.  Pero a medida que iban pasando los días iba aprendiendo a llegar a su sala y saludar.  A pedir permiso incluso, ahora, respondía a la lista y lo mejor de todo…empezó a portarse mucho mejor.

Ahora tiene mejor comunicación con su profesora y espera tener muchos amigos y espera tener muchas amigas y por supuesto sacarse buenas notas para pasar de curso y así esperar con ansias el próximo año y esperar su primer día de clases.

Kevin Beltrán Mancilla
2º C

                                                               Mi escuela primaria

Mi escuela primaria es una escuela hermosa, me brinda protección y enseñanzas.  Está construida sobre un cero conocido como “La tortuga”.  Es una escuela de barrio, humilde y sencilla.

Sus estudiantes son, en su gran mayoría, hijos de obreros o empleados, casi todos habitantes de la comuna de Alto Hospicio.

Sus maestros y maestras, con esmero, y gran sentido de vocación, nos guían y nos corrigen paso a paso; ellos se empeñan para ennoblecer el alma y la mente de sus discípulos.  Si alguien falla, cae o se equivoca en algo, siempre hay un profesor o una profesora, para corregirlo, para levantarlo o para darle ánimo.

Amo mi escuela primaria.  La amo porque es linda.  Porque las salas de clases son cómodas, agradables y están llenas de sabiduría.  Sus ventanas dan a un patio enorme donde, en cada recreo, puedo jugar y conversar con otros alumnos.  En el patio, hay una campana que cada cierto tiempo nos entrega su talán, talán.

Mi escuela primaria es la mejor de la comuna.  Me enseña, me da razón.  Es un libro abierto, para mostrarnos un camino auténtico.  En sus aulas, nosotros, jóvenes y niños, encontramos grandes enseñanzas.  Junto a ella, iremos a un porvenir seguro.  Agradezco a mis padres que me hayan inscrito aquí.  No me quisiera ir nunca, pero sé que el tiempo pasa y algún día he de alejarme de ella.

Aún recuerdo que en mi primer día de clases lloraba y pataleaba porque no quería entrar a clases.  Ahora estoy feliz estudiando y aprendiendo todo lo que se me enseña.  Estoy feliz de estar haciendo tareas, pero también estoy feliz de jugar y divertirme. 

En la mañana, cuando me levanto para ir a la escuela, lo hago con orgullo y altivez de estar educándome en una escuela tan espectacular…De noche hago las tareas y les cuentos a mis padres todo lo que pasó en la escuela durante el día.

Cuando sea grande nunca voy a olvidar mi escuela primaria.  Recordaré cada cosa que hice o lo que me faltó por hacer.  Cada travesura que cometí; los momentos alegres y también los tristes; los rostros risueños de mis compañeros; el reto o las palabras de aliento de mis maestros.  Recordaré los pasillos por donde correteé, la puerta de entrada que tantas veces traspasé…

Ojala que no crezca tan rápido.  Quiero seguir disfrutando mucho tiempo este bello tiempo que dios me está regalando.

Karla Bugueño Jara
2º C


                                                               Mis amigos de la escuela

Yo me llamo Ariana y esa es mi historia de la escuela.  Conocí a mis amigas que se llaman Lorelia y Paz.

Lorelia es mi amiga de primero y la conocí en la sala, pero no conversé con ella.  Hablamos en el recreo y me contó que tenía una amiga llamada Paz y entonces me la presentó y desde ese momento fuimos amigas las tres.  Compartimos muchas cosas como, la colación, las tareas e historias que nos contamos entre las tres. 

Yo tenía una cuerda para saltar que compartía con mis amigas, pero un día el inspector nos vio y nos quitó la cuerda y no sabíamos que hacer, pero Paz tenía otra cuerda escondida en la mochila.  La sacó y seguimos jugando y la guardamos cuando el inspector pasaba y Lorelia era la que vigilaba para avisar.

Bueno, ellas son dos amigas que siempre las llevaré en mi corazón porque hay muchas amigas, pero nunca como ellas porque son talentosas.  Me despido de esta historia real que es para todos ustedes.

Haidi Choque
2º C

                                                               El cambio de escuela

Franquito era un niño que tenía muy buenas notas en el colegio, le gustaba mucho ir a estudiar y sobre todo cuando le tocaba educación física, ya que jugaban a la pelota en esa clase y a Franco le gustaba.

Sus padres se separaron y el niño solo alcanzó a estar el primer semestre en ese colegio que quedaba en Santiago porque se fue a vivir con su madre a Iquique.  Al principio le costó encontrar vacante para terminar el año cuando cursaba primer año de enseñanza básica.  Encontró una vacante en un colegio y le fue muy bien llegando a tener el segundo lugar del curso en el cual el colegio lo premió por eso.

Su madre decidió cambiarlo de colegio ya que consideraba que no era bueno y como Franco es un niño inteligente tenía que ponerlo en un colegio mejor.  Postuló a uno que era mejor, lo inscribió y lo citaron a dar un examen de ingreso.  Cuando llegó la hora de la prueba Franquito estaba muy nervioso y lo único que él quería era que le fuera bien.  Pasaron alrededor de cinco días y llamaron por teléfono a su madre desde el colegio diciendo que su hijo no había quedado porque le había ido mal en el examen.  Su mamá preocupada y triste no sabía cómo decirle esto a su hijo.  Su madre fue al colegio e insistió mucho para que su hijo estuviese ahí porque ella sabía que su hijo solo se puso nervioso en el examen porque decía que su hijo era inteligente. 

Finalmente logró matricularlo y el niño cursó segundo año básico y está muy contento en su nuevo colegio que es el colegio Macaya.

Franco Fernández Buosi
2º C

                                                               Mi escuela

Había una vez un niño que se llamaba Pedrito y que iba en un colegio llamado Macaya.

A este niño le gustaba jugar a la pelota…jugaba en la escuela y era el mejor del curso.  Un día le dijo a la mamá que lo inscribiera en una escuela de fútbol para que él aprendiera a jugar fútbol y el niño entrenó mucho y se puso muy bueno para la pelota. 

Un día la escuela entró en un campeonato de fútbol.  El profesor llamó a Pedrito porque fue el mejor jugador del campeonato y además el goleador y de regreso en su escuela fue recibido como héroe y todas las niñas andaban detrás de él, pero Pedrito se puso muy vanidoso.

Un día un equipo de Santiago llamó al niño y se fue del colegio y nunca más supimos de Pedrito, el niño que era tan bueno para la pelota.

Paz Zabala
2º C


                                               Las 400 hormiguitas a patita pelada

Estaba la mamá hormiga con sus 400 hijos, estaban comprando zapatos en almacenes París.  Entrando al almacén un vendedor le dijo a la señora hormiga -¿qué quiere señora? Y ella contestó muy feliz que quería zapatos para sus hijos.

-Ya señora se los traigo en carretilla ¿qué número de zapatillas necesita? Preguntó el vendedor.  –Todas las que tenga- respondió ella.  

-¡Paciencia! son muchas patitas señora Hormiga, dijo alarmado.

Entonces comenzaron a contar las patitas de cada hormiguita y terminaron la semana siguiente.

Cuando la señora hormiga pidió la cuenta, la boleta era más grande que ella y al percatarse que la cantidad de dinero que tenía que pagar no le alcanzaba, se puso a llorar.

El jefe de la tienda al ver a la señora hormiguita tan afligida, les regaló las zapatillas a las hormiguitas.  Al ver que el señor les dio la inmensa sorpresa, las hormiguitas saltaron de felicidad en una sola patita.

Matías Lucero Tapia
2º B

                                                               La niña que no sabía leer

Había una vez una niña que se llamaba Nicole que no sabía leer el diario, pero por más que insistía no podía leer.

-¿Será que con estos anteojos no se bien?- Se preguntaba la niña.

Un día se encontró con una amiga en el parque y le preguntó: “tú lees el diario” a lo que la niña respondió afirmativamente.  –Yo no puedo-dijo la niña apenada.  Estos anteojos son viejos y no se ve nada, dijo Nicole.

 
                                                  Mi nuevo amigo de la escuela

Cada mañana Ignacio se levanta temprano para esperar el furgón que lo lleva a la escuela al llegar saluda a su amigo Gabriel Castro que va en primero.  Toca la campana para iniciar las clases y ellos se van a sus salas de clases.

Después de terminar las dos primeras horas de clases toca la campana para salir a recreo.  Ahí se junta nuevamente con su amigo Gabriel.  Ellos levan juguetes de su casa para disfrutar del recreo.

Gabriel le contó a Ignacio que tenía un compañero nuevo y que quería invitarlo a jugar porque estaba solo y no conversaba con nadie.  Se juntaron con él, pero solo tenían dos juguetes.  Nilson, así lo llamaba el compañero nuevo, le quitó el juguete a Gabriel y lo hizo llorar.

Ignacio se enojó porque Nilson le quitó a su amigo Gabriel el robot, entonces se acordó que traía un camión de juguete en su mochila y lo fue a buscar.

Cuando volvió le prestaron el camión a Nilson y le enseñaron que las cosas se piden por favor, no se quitan y que todos pueden compartir.

Ahora al tocar la campana para el recreo salen los amigos a jugar muy felices.

Ignacio Carmona Salas
2º B

 
                                                              La compañera nueva

Había una vez una nueva compañero que se llama Rosita y era muy amable, estudiosa, amigable y tenía muchos amigos, pero sus amigos no entendían porque era tan alegre si vivía sentado en una silla de ruedas debido a un accidente que tuvo junto a sus padres.

Un día Rosario se atrevió a preguntar a su mejor amiga, el por qué de estas cosas y entre un suspiro le explicó que ella agradecía a Dios por cada día que puede ver a sus hermanos crecer junto a ella por permitir tener una vida con amigos que la quieren y la aceptan como ella es y que agradece sobre todo poder estudiar en un curso  en el cual la hacen sentir tan cómoda y la veían como una persona normal sin ninguna discapacidad.

Con esa respuesta Rosario se dio cuenta que no es necesario tenerlo todo para ser feliz, que a veces con simplemente una sonrisa y un gesto amable puedes hacer feliz a una persona.

Valentina Gahona
2º B

                                                               Soy muy feliz

Había una vez una niña llamada Agatha que vivía en una ciudad muy grande y que vivía con sus padres, un hermano y un perrito llamado Manzano.

Agatha vivía muy feliz y jugaba mucho con sus amigas.  Ella siempre decía que era muy feliz hasta que un día escuchó a sus padres decir que se iban a mudar de casa y de la ciudad.  Agatha se puso muy triste y lloraba todos los días pensando que no iba a ver a sus amigos y que se sentiría muy sola.

Llegó el día que Agatha no quería que llegara y encontró el viaje muy largo y aburrido hasta que por fin vio la ciudad.  Se sintió muy triste porque sus amigas no estaban con ella, a llegar a su nueva casa vio un pequeño parque.  Fue caminando hasta él.  Había muchos niños y niñas.  Agatha los miraba desde un árbol, después de un rato todos los niños y niñas se acercaron y la invitaron a jugar Agatha dijo: “Soy muy feliz por tener muchos y nuevos amigos”.

Franshesca Madariaga
2º B



                                                               El niño de la escuela

Había una vez un niño llamado José en una escuela muy hermosa.  Siempre se sacaba puros 2.0.  Nunca se sacaba una nota que fuera un 5.0 o un 7.0, siempre 2.2 y 2.0, pero un día se sacó una nota muy diferente.  Se sacó un 7.0 y entonces su mamá le ayudó a estudiar y por eso se sacó un 7.0

Todos sus compañeros y también la maestra lo felicitaron.  Él estaba muy feliz.  Se fue a su casa a contarle a su mamá la buena noticia y su mamá también y se alegró y después José se fue a su habitación a descansar u se quedó dormido sabiendo que estudiando con su mamá le iba a ir muy bien y así fue.

Diego Mamani
2º B

                                                         Mi escuelita y yo

Hola.  Mi nombre es Miguel y esta es parte de mi historia.  Vivo en un lugar llamado Alto Bío- Bío que queda en la octava región junto a mis padres, mis hermanos, el tata Oscar y mi abuelita María.  Una vez estaba ansioso por empezar el año escolar ¡Ya estaba en segundo básico!  Ver a mis compañeros jugar en el recreo y ver a mi profesora, la señorita Noemí y así empezar la gran aventura de aprender.
Saben.  Acá en el sur de Chile se viven marcadas las cuatro estaciones del año.  En el otoño loas hojas de los árboles se caen, el invierno nos trae mucha lluvia y donde vivo nieva, en la primavera los árboles se visten con sus nuevas hojas y los pétalos de las rosas florecen.  En verano estoy de vacaciones y el señor sol calienta fuerte.  Recuerdo muy bien que uno de esos paseos en las vacaciones caminando hacia un río con mi familia mi tata me dijo: ya vas creciendo todos los años se aprenden se descubre, se crea y se experimentan nuevas cosas, yo no entendí mucho lo que me decía, pero recuerdo que cada día que iba al colegio, repetías: “el estudio es lo más importante…nadie te va a regalas las notas…mi papá trabajaba con mucho esfuerzo.  Él no terminó de estudiar y se levantaba temprano a ordeñar las vacas, luego regresaba para ir a dejarme al colegio, y a que mi madre se quedaba con mis hermanos.  Éramos muy humildes y a veces no teníamos para comer.  Nos faltaba el pan y la leche también y mi madre para que no nos acostáramos con la guatita vacía preparaba nieve con azúcar, yo la revolvía.  Era rica y dulce como el mejor manjar… y luego me acostaba para levantarme temprano e ir al colegio a abrigarme mucho porque llovía y llovía, por más que me abrigaba llegaba igual mojado, pero ahí estaba mi profesora con un rico vaso de leche y pan y decía que para que se caliente el cuerpo…Miguel, a veces yo no quería ir al colegio, tenía flojera, quería ayudar a mi papá en el campo, pero me decía una frase de Gabriela Mistral… en estos momentos tus huesos se están formando y tus sentidos se desarrollan…los niños no son el mañana son el hoy.

Y saben mi papá tenía razón así cada día escuchaba con atención a mi profesora, cuando no entendía le volvía a preguntar así todos los años me iba en el colegio, me gustaba leer y embarqué en la gran travesía del aprender… y hoy tengo 23 años y es mi primer día en la Escuelita del Alto Bío-Bío, soy el nuevo profesor y a mis alumnos les digo que suban la travesía de: ADCE que significa, aprender, descubrir, crear y experimentar…

Martín Canova Rodríguez
2º B


                                                                        La escuela

Había una vez un niño llamado Andrés, él vivía con su mamá Pamela, cuando él nació su padre había fallecido, a medida que iba creciendo su madre siempre le decía que su padre lo quería ver estudiar, cuando el cumplió 6 años, el iba en primero básico, paso a segundo básico con un buen promedio, ya Andrés tenía 7 años, el conoció nuevos compañeros, se hizo amigos, tuvo excelentes notas, aprendió a leer y siempre le decía a su mamá que siempre quería aprender muchas cosas porque cuando él sea grande siempre lo iba a proteger y trabajar para que nada le falte y que siempre iban a estar juntos.

Hasta que un día Andrés tuvo a punto de dejar la escuela, porque su mamá trabajaba de temporera en el sur y que tenía que viajar hacia el norte porque le había  ofrecido otro trabajo donde le pagaban un poquito más, pero Andrés no quería irse del colegio porque ya no tenía nuevos compañeros en la escuela y cuando la mamá le dijo que tenía que cambiarse de colegio, en el colegio empezó a bajar sus calificaciones y sus comportamientos debido a que en cualquier momento tenía que dejar el colegio.

Pero la profesora jefe llamó a la mamá de Andrés para contarle lo que estaba pasando en el colegio, la mamá tuvo que contarle lo que estaba pasando pero la profesora le buscó la forma para que Andrés no se fuera del colegio y entonces le dijo a su mamá que ella se podía hacer cargo de Andresito para que él pudiera llegar a fin de año.

Pero la mamá le decía que no porque Andresito era su único hijo y que si ella lo echaría de menos, pero a profesora le decía que podría llamarlo por teléfono todos los días y que ella la iba a tener informada de lo que pasaba en la escuela porque la profesora no quería que se fuera porque él tenía un buen comportamiento y buenas calificaciones.

Hasta que la mamá accedió a dejarlo con la profesora, ya que la profesora estaba casada y tenía dos niñitos de la misma edad.  Andrés se puso súper contento al saber que se iba a quedar en el sur y que no se iba a ir para el norte y así Andresito le puso todas las ganas de seguir estudiando y cuando llego fin de año, Andrés había pasado de curso con excelentes calificaciones.  Sacó un diploma por su rendimiento y su mamá se había enterado que su hijo había pasado de curso y estaba muy contenta y feliz.

Cuando salió de vacaciones, Andresito decidió viajar al norte a ver a su mamá por las vacaciones de verano.  Desde ese día Andresito decidió estar con su mamá y estudiar en el norte para estar junto con ella y lo inscribió en un colegio y volvió a conocer a otros compañeros nuevos y a poner todas las ganas de volver a estudiar y finalmente volvieron a ser felices y se prometieron nunca más estar separados.

Damary Godoy Ceballos
2º C

                                                               Mi Nuevo colegio

Había una vez una niña que se llamaba Melanie.  Ella era de un país lejano llamado Londres y por primera vez venía a Chile.  Ella estaba muy emocionada porque iba a conocer nuevos amigos y profesores en el colegio llamado Macaya.  Melanie era tímida, tenía tres amigos que se llamaban Camila, Tamara y Juan.   Camila era pretenciosa, Tamara era cariñosa y Juan era inquieto, pero Melanie como era tímida se relacionaba mejor con Tamara porque era una niña extremadamente cariñosa y tierna.

Un día Melanie se le ocurrió una idea fabulosa para poder hacer más amigos.  Invitar a todos sus compañeros a su cumpleaños donde había un show con payasos, juegos inflables y muchas sorpresas.  Al llegar ese día ella estaba muy nerviosa sin saber si vendrían todas las personas que había invitado.  Hasta que llegó su primer compañero y no paro de sonar el timbre.  Melanie estaba feliz porque todo iba como lo habían planeado, pero no todo podía salir bien, ya que era el más inquieto y andaba corriendo por todos lados y chocó con la tía de Melanie y la torta se cayó y bueno, para poder ayudar en algo a su amiga Tamara tomó una vela del suelo y todos empezaron a cantar.  Fue un lindo gesto de su mejor amiga que todos celebraron.

Al otro día Melanie cuando llegó al colegio,  entró en la sala y todos sus compañeros comenzaron a aplaudirla y decirle lo bueno que había estado la fiesta, bueno sin contar con la escena de Juan.

Desde ese día en adelante Melanie estuvo siempre acompañada.

Melanie Osorio Riveros
2º C
 

                                                           Juan en el colegio

En cierta ocasión, un grupo de niños en el colegio estaban jugando prácticamente todos, menos Juan al que veían como un chico tontorrón que no servía más que para reírse de él y que no le gustaban ni las peleas ni los deportes ni nada de nada, ni siquiera se defendía cuando le pegaban.  Eran tan raro que ni siquiera quiso jugar fútbol como los demás aquel día y la única vez que le dio al balón lo hizo tan mal que acabó en una pequeña cueva y cuando entraron por la pelota en su interior descubrieron un cofre con un enorme libro de donde salía un brillo especial.  Corrieron a llevárselo a la maestra quien lo encontró fascinante y acordaron leerlo en clases o lo largo de los siguientes días.

El libro se titulaba “Los grandes dones” y contaba maravillosas historias y cuentos acerca de grandes inventores, maravillosos artistas, sabios escritorios y buscadores de tesoros.  Con cada historia los niños abrían aún más los ojos y quedaban encantados con aquellos personajes con dones tan especiales.

Días después llegaron a la última página del libro la que contaba el origen de aquellos grandes personajes.  La maestra leyó: “Existe un lugar en el cielo llamado también la fuente de los corazones donde antes de nacer a cada corazón se le asignan  muchos dones,  más o menos un poquito de cada cosa para conseguir personas normales, pero de vez en cuando algo sale mal y algunos corazones llegan al final mucho más vacíos en esos casos se rellenan con un último don con que una persona  se convierte en alguien excepcional y pueden faltarle muchas otras cualidades en muchas cosas.  Será distinto del resto y le verán como un niño raro, pero cuando llegué a descubrir su don especial sus obras pasarán a formar parte de estos libros y cuentos”.

Cuando cerró el libro se hizo un largo silencio en clases mientras todos pensaban en sus propios dones.

Juan salió con una de rus rarezas ¿y si te hacen un trasplante y te ponen el corazón de un cerdo, tendrás cualidades de cerdo? Preguntó muy serio.

Todos sintieron unas enormes ganas de reír, pero entonces al mirar a Juan comprendieron que era él precisamente uno de aquellos casos tan especiales y sintieron pena por cada una de las veces que se habían reído de él, de su torpeza y de sus cosas raras desde aquel día nunca más trataron de burlarse de Juan y entre todos trataban de ayudarle a descubrir su don especial que resultó ser un talento artístico increíble que le convirtió en el pintor más famoso de su tiempo.

Sebastián Colque Mamani
2º C

 
                                                               Mis primeras letras

En una casa vivía una niña muy tímida que se llamaba Isabel.  Para Isabel llegó el día de ir al colegio.  Estaba muy nerviosa.  Se sentó en un asiento y vio muchos niños de su misma edad.  La profesora empezó la clase y yo aprendí mis primeras letras, el a-e-i-o-u y luego a leer y mucho más.

Hoy Isabel tiene su propia familia, y recuerda su infancia en especial su primera profesora llamada Graciela que le enseño a leer.

Ignacio Ahumada Tebes
2º C

 
                                                  María José aprende a leer

Una mañana nublada en dnde los niños salían contentos de su casa para dirigirse a la escuela.
La escuela que se encuentra en la carretera por donde pasan carros y dento de ella había una linda niña llamada María José y tenía dos tortugas pequeñas con las cuales juagaba después de salir de clases.

María José en la escuela aprendió a leer cuentos y palabras en el recreo, jugaba con sus amiguitas a saltar la cuerda, después de saltar la cuerda se dirigía a la biblioteca a leer un cuento para poder leer mucho mejor y así demostrarle a sus padres que ella sabe leer.
Ahora María José trae cuentos de su casa para poder leerle a sus amiguitas en el recreo y así demostrar que ya sabe leer.

Un día en la escuela iba a ver una ceremonia para premiar a los niños que sabían leer.  Invitaron a todos los papás a asistir a esta ceremonia.
María José le dijo a sus papás que fueran porque ella les tenía una linda sorpresa, entonces los papás fueron ese día y la profesora sacó a leer a María José en el escenario y ella comenzó a leer con mucho entusiasmo y así sus papás supieron que ella sabía leer muy bien.  Los papás emocionados  miraban como su pequeña hija sabía leer.

María José fue premiada y sus papás estaban muy contentos.  La abrazaron y besaron y ella dijo entre lágrimas ¡Ya sé leer!

Lorelia Virginia Soto Bazalar
2º C

 

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