domingo, 29 de septiembre de 2013

6° Básico Cuentos Semana del Libro 2013


                                             La escuela que yo quiero

Se me hacía fácil pensar en la escuela como un horror, claro, simplemente no me gustaba para nada tener que levantarme temprano cada día para ir a ese horrible lugar.  Cada mañana y sin falta se prendía la luz de mi habitación; era mi madre diciendo: ¡Arriba, ya son las siete…!  Se acercaba, me besaba y siempre las mismas palabras deseando que me fuera bien.  Esa parte sí me gustaba, pero mi mamá no entendía que lo que yo deseaba era hacer otra cosa, nada que ver con matemática, lenguaje, libros o cuadernos…claro, excepto que fueran cuadernos de croquis, para poder dibujar, eso sí me gustaba, me fascinaba dibujar, sobre todo los personajes que aparecían en las revistas de mis juegos electrónicos…eso y, además mis trabajos de modelismo con plasticina, eso sí me apasionaba.

Recuerdo que un día, mientras transcurría la mañana y estando en el colegio, la profesora dijo que nos llevaría a ver un acto, pues se conmemoraba el mes del libro o algo así…la verdad es que no me interesaba para nada estar presente en ese asunto, entonces fingí un terrible dolor de estómago, para que así llamaran a mi mamá y ella viniera a buscarme.  Así fue, todo paso como lo planee, pero sólo hasta que mi madre llegó al colegio, pues el famoso acto incluía una exhibición donde se exponían libros de toda clase, entonces ella simplemente me dio unas gotas, con las que dijo se me quitaría pronto el dolor, dijo que del colegio no podía irme y mientras esperaba que mi dolor pasara, ella se dedicó a mirar los libros de le exposición.  Sentado en la enfermaría y solo me aburría como nunca, entonces decidí salir y acompañar a mi madre, obviamente tuve que decirle que ya se me había quitado el dolor;  ella sonrió y dijo: sabía que se te pasaría…esas gotas son demasiado buenas, casi mágicas, yo me quedé pensando y no dije nada…comencé a dar vueltas y a mirar las portadas de los libros, cuando de repente lo vi…ahí estaba; era el libro más hermoso que nunca imaginé que existiera, tenía una tapa genial con colores muy fuertes y vivos eso fue lo que me atrajo, creo yo, cuando lo tomé y lo abrí, sentí una emoción tremenda, aún puedo recordarlo, era algo extraño, como escalofríos…no podía creer que un libro pudiera contener imágenes y fotografías tan buenas.  Se lo enseñé a mi mamá y antes que pudiera decirle algo ella se adelantó y con esa mirada tan común como diciendo: “te lo dije” y comenzó a hablar: “Cuantas veces te he contado que lo que tanto te gusta también forma parte de los libros…eso es arte.  Hijo, para llegar a ser un gran artista primero debes pasar por las etapas correspondientes y el colegio es una de esas etapas… ¿cómo sabes si en el futuro también exista un libro que muestre lo maravillosos de tus trabajos?” 

Entonces me di cuenta, era verdad, eso era lo que deseaba que ocurriera, quería ser cuando grande un gran artista y, que todo el mundo pudiera ver lo que hago y que mejor que un libro de fotografías.  Desde entonces le encontré otro sabor a las mañanas, ya no me molestaba tanto levantarme temprano para ir al colegio…bueno, a veces sí….sólo un poquito, pero logré terminar con éxito cada etapa gracias a los consejos de mi mamá…con el tiempo supe que las gotitas mágicas era agua con azúcar ja, ja, ja.  Ella me conocía muy bien y siempre supo que estaba fingiendo.  Así pasaron los años y hoy por fin cumplo mi sueño y el de mi mamá.  Estoy en la universidad y estudio Artes.

Martín Landeros
6º A

             La escuela y ya


Había una vez (transcurría el año 2012) hace tiempo… y se me hacía aburrida, tediosa la jornada escolar por lo larguísimo que erra y a eso hay que sumarle mis atrasos reiterados, todo indicaba que repetiría de curso a pesar de mis buenas notas ¿A qué se decía mi falta de interés? 

Por ejemplo había un compañero que me molestaba mucho, así que me desquite, pero lo raro fue que nadie me vio excepto mis otros compañeros, también había un profesor que me echaba de la sala porque me gusta mucho conversar  y también dibujar y entonces no prestaba atención a la clase.  Me sentía incomprendida y fuera de lugar.  

En el año 2013 decidí cambiar, ahora ya no converso mucho y ya no dibujo en clases y me había comprometido a mejorar mi conducta, ortografía y caligrafía.

¿Por qué cambié? Porque resulta más gratificante hacer las cosas porque queremos y no porque nos obligan.  Me refiero a que este año me preocupa una meta de llegar más temprano y a lo hecho, en el mes de marzo no tuve ningún atraso, he controlado mi lengua y gracias a eso no me sacan de la sala.

Algo que me ha ayudado mucho fue la preocupación y apoyo incondicional de mis padres junto con sus consejos, paciencia y amor y también la amabilidad de una profesora que como siempre me veía caminando hacia la escuela (porque vivo lejos) en la escuela, me ofreció si me veía caminando me llevaría.  Me alegró el corazón su buena intención y pude lograr entender que en la escuela pasamos por cosas buenas y malas , pero debemos motivarnos y ver el valor práctico que tienen los estudios porque eso nos permitirá cultivar la capacidad de razonar las habilidades sociales y también la escuela me da una preparación práctica por eso no le demos vueltas y vueltas en la cabeza que nos desagradan de la escuela sino más bien pensemos en los beneficios que nos da la escuela entendiendo que la educación tiene como fin prepararme para que me convierta en un adulto equilibrado y responsable ¡Querida escuela, gracias por todo!

Jarol Arteaga
6° A

 

                                                               Armagedón en el colegio

Ya era la salida del colegio.  Hacía mucha, mucha calor y los niños transpiraban y estaban muy exhaustos.  Iba con mi compañero de al lado molestando y riendo cuando de pronto escuchaba a la gente gritar y no entendía porque yo pensé que era un temblor o algo parecido, pero al parecer no lo era, no entendía porque todos miraban el cielo, pero cuando de repente vi una piedra gigante llena de fuego que caía en dirección a la salida de mi colegio, y así fue.  Esa piedra cayó justo encima del guardia y la sangre se empezó a derramar.  Todos quedamos muy sorprendidos ¡que asco! Todos corrían desesperados hasta la salida, pero no podían salir entonces todos empezaban a llorar y gritar y correr de un lado para otro.  La profesoras nos decían que nos calmáramos que estaríamos bien, pero no sabía que no iba a ser así, entonces los inspectores nos llevaban al patio general y nos decían que ahí estaríamos seguros, pero los niños más grandes no hacían caso y trataban de escalar las rejas, pero lamentablemente no caían en buenas condiciones, algunos se rompían las piernas y otras caían en peores condiciones.

No tenía ninguna esperanza.  Seguramente me esperaba lo peor, entonces me arrodillé en el centro del patio, cerré los ojos y empecé a cerrar por mi familia y cuando abrí los ojos estaba en un lugar maravilloso.

Francisco Ramírez
6° A

 
                                                    Mi escuela y los alumnos del 6°A

Había una niña llamada Romina que iba en el colegio Macaya, era un día lunes y la maestra dijo: -niños del 6°A silencio, pasaré la asistencia. Macarena, Agustín, Cristofer, Cristóbal, Romina, Andrea, etc. Ya niños solo faltó un alumno y es Cristofer- preguntó porque no vino Cristofer. Y Macarena le dice: -Maestra parece que Cristofer no vino porque hoy hay prueba-.

-Gracias Marcela- le dijo la maestra.

-De nada maestra- respondió ella.

-Ya voy a empezar con la prueba alumnos- dijo la maestra.

-¿Profesora y que va a hacer con el Cristofer?- dijo un compañero.

-Tendré que hacerle la prueba otro día. Niños silencio voy a explicar… ya niños a empezar-dijo ella.

-¿Maestra podemos hacerle preguntas?- preguntó Andrés.

-Si Andrés- respondió la maestra.

-Gracias maestra- dijo él.

-De nada- respondió.

-Niños, 5 minutos y retiro las pruebas… ya niños todos los que terminaron me las dejan en mis puesto- dijo la profesora.

-¿Maestra que hacemos mientras mis compañeros terminan?- pregunto Agustín.

-Buena pregunta Agustín, los alumnos que ya terminaron la prueba harán un cuento sobre un colegio- dijo.

- ¿Pero maestra como de un colegio? ¿Tiene que ser el colegio Macaya?- dijo mi compañero.

-No precisamente el colegio Macaya, puede ser cualquier otro colegio- dijo ella.

- ¡Ah! Gracias maestra-

La maestra dijo que solo faltaban 5 minutos para que toquen la campana, y que necesitaba que le entreguen las pruebas, y la campana sonó “tin”, “tin”, “tin”.  Antes de salir la profesora nos dijo: - Ya niños no se olviden de traer el cuento que les pedí-.

-Maestra y ¿cuándo se trae? – pregunté.

-Se trae el  lunes 8 de abril- me dijo.

-Señorita Gaby espere, le quería decir sobre su curso 6°A. Ellos se pueden portar muy mal, pero lo que más tienen es honestidad, si ellos se portarán como un 7.0 serían el mejor curso- dijo la inspectora general.

-Sí inspectora les hablaré sobre su comportamiento- dijo la maestra.

- Gracias profesora Gaby- dijo la inspectora.

- Niños hablé con la inspectora y me dijo que no se portaron muy bien, pero que lo que más tenían era honestidad. Espero que se porten mejor en lenguaje, inglés, etc.- dijo la profesora en la sala.

-Yo maestra me comprometo a portarme bien en todas las materias- dijo Cristóbal el más desordenado del curso 6°A.

Y así todos los alumnos del curso se comprometieron a portarse mejor en todas las otras clases.

-Ya nadie falta, estoy muy feliz- dijo la profesora Gaby debido a que todos se comprometieron.
                                                    

Romina Nina
6°A

                                                                      Mi colegio y yo

 Había una vez un niño que se llamaba Sebastián y tenía 8 años.  Iba al colegio Macaya en el curso 3° A.  el niño quería pasar a octavo básico para luego seguir en la media y estudiar mecánica de autos tecnológicos, pero un día sus padres no pudieron pagar por su educación en cuanto a útiles, uniforme y las cosas que él necesitaba y Sebastián se puso muy triste y sus padres fueron a buscar trabajo.  Su padre encontró trabajo como camarero, pero no le pagaban bien y su mamá busco trabajo en una fábrica donde no le pagaban mucho, pero a ellos les servía para reunir dinero.

El niño siempre se preguntaba dónde iban sus padres y el día de sus cumpleaños tuvo una fiesta pequeña y sus padres le regalaron libros son sus sueldos.  Sebastián estaba feliz, pero pronto quedó solo de nuevo porque sus padres tuvieron que ir a trabajar.  Reunieron el suficiente dinero como para que Sebastián estudiara por un año más y así fue a dar la prueba de admisión a un colegio y rápidamente fue aceptado y pudo hacer nuevos amigos.

El niño estudiaba para las pruebas y un día entró al colegio y en su curso se hizo una prueba de matemática y al día siguiente le entregaron el resultado: un 7.0 y como promedio final obtuvo un 6.3 y obtuvo una beca, pero faltaba una última prueba.  Estudió mucho, pero sus nervios lo traicionaron y sacó un 5.3 y estuvo muy triste.

Sebastián quería darle una sorpresa a sus padres y el niño estudió mucho.  Fue al colegio, hizo su prueba de lenguaje y sacó un 7.0.  Fue feliz  a su casa y le mostró la nota a sus padres que también estaban felices.  Así le dieron una beca y además le dieron $50.000 (cincuenta mil pesos) y le dio el dinero a sus padres y así ellos pudieron comprar las cosas que su hijo necesitaba para estudiar y para seguir siendo uno de los más inteligentes del colegio.

Andrés Cruz M.
6° A
Mi colegio y yo

Había una vez un alumno del colegio Macaya que no le gustaba ir al colegio.  Cuando él estaba en kínder, su mamá lo dejaba en el colegio, pero él se ponía a llorar.  Pronto pasó a tercero básico y tenía muchos amigos así que le gusto ir a clases.  Se sacaba buenas notas y sus padres se alegraban.  Había otras veces en que se sacaba nota 4.0 y entonces se ponía triste.  Tampoco le gustaba llegar tarde al colegio.
Un día fue al colegio bien temprano, casi nadie había llegado, y él creyó que no había clases, pero cuando vio que venían los profesores se puso alegre y de inmediato hizo la fila y subieron a la sala de clases.  Al sonar la campana del recreo, se fue a su lugar secreto donde había una perrita con perritos pequeños  tenían hambre.  Recordó que su mamá le había enviado un pan con mortadela y se lo dio al animal, sonó la campana y regresó a clases.  Al otro recreo regresó a donde estaban los perritos y vio que el lugar era muy pequeño, entonces al día siguiente regresó muy tarde y vio que había un nuevo perro, uno más grande y resultó ser el padre de los perritos.  Trató de moverlos, pero justo pasó un inspector, pero por suerte no los vio entonces decidió amarrarlos para que no arrancaron y decidió moverlos después.
Al regresar no los encontró y se asustó mucho.  Cinco niños tenían a los perros y jugaban con ellos bruscamente.  Al sonar la campana, los volvió a esconder en un lugar secreto y regresó a su casa.  Habló con su mamá y al día siguiente se los llevó con él y los perritos estuvieron muy bien en su nuevo hogar.
Cristian Cruz
6° A
Mi colegio y mi nuevo compañero
Era un día normal en la escuela donde los niños saltaban y revoloteaban como siempre.
De repente la profesora dice: “Niños les presento a su nuevo compañero: Rubén Quiroz”
-Hola.  Me llamo Rubén Quiroz, tengo 11 años y antes estuve en el 6° C-, dijo el niño cuando tocaron la campaña y no pudo seguir.
Joe, uno de mis compañeros se acercó y dijo: “Oye, vamos a jugar” y Rubén aceptó.  Quedaron de juntarse en el muro.  Jugaron al libre y me acerqué preguntando si podía jugar también.
-Sí, claro-dijeron, pero al rato Rubén se fue.  Pensé que de seguro le caía mal.
Al otro recreo vi a unos niños que me decían ¡Cuidado! Y miré.  Fui corriendo, pero no alcancé a salvarme.  Me rompí la pierna.
Una semana después Rubén fue a verme y me preguntó porque me había arriesgado cuando venía ese pelotazo y yo le dije que para caerle bien.
-Estás equivocado, tú me caes bien.  Lo que pasa es que no me gusta llegar atrasado-, dijo Rubén.
-Entonces, ¿mejores amigos?- le dije.  ¡Mejores amigos!, respondió él.
 
Sebastián Almarza
6° A
 
                                                                              El colegio
Había una vez una comuna llamada Alto Hospicio en la que habían muchos colegios.  Uno de ellos era el colegio Macaya, el más preferido de toda la comuna y el que enseñaba más bien.  Unos niños y la bibliotecaria propusieron para el día del libro que todos los niños hicieran un cuento un cómic y un día llegó una niña alta, delgada y risueña.  Ella se llamaba Carolina.  Ella hizo un cuento y luego se lo pasó a la señorita de la biblioteca y luego a la profesora que lo leyó y que se uso para mostrárselo a la Directora y ella lo leyó y lo encontró muy bueno.
Pero después la directora vio que el cuento de Carolina era copiado de internet entonces ella se enojó mucho y no le dieron el premio.  Y este es el final del cuento.
Katherine Carvallo
6° A
Mi primer día de Clases

Recuerdo mi lindo primer día de clases, recuerdo que me encontré con compañeros del jardín.  Era todo diferente empezando por el uniforme porque en el jardín infantil se usaba ropa común y en el colegio jumper, blusa, delantal blanco y también llevábamos una mochila con cuadernos, un estuche con lápices de lindos colores.  Las personas que enseñaban ya no se les llamaban tías sino que profesoras, pero fue cosa de acostumbrarse. 
En mi curso tuve muchos amiguitos.  Jugábamos, cantábamos y aprendí muchas cosas como las vocales, los números, colores y mis padres en casa me reforzaban lo aprendido hasta y hasta ahora lo siguen haciendo.
Yo quiero mucho mi escuela porque es mi segundo hogar, los profesores me quieren y me respetan como yo también lo hago con ellos.  Cada curso que paso, prendo más, quiero seguir con mis estudios para ser una profesional.
Escuelita mía, muy pronto te dejaré, ya que sólo tienes hasta 8° básico y muy triste me quedaré y aprovecharé estos años que me quedan.
Ahora voy en 6°A y mis compañeros están más grandes y desordenados, pero me da igual porque son mis compañeros y los respeto aunque ellos no siempre me respetan, pero yo no hago lo mismo porque soy diferente a ellos.  Algunas veces mis compañeros me molestan y me dicen: “Sal de aquí porque me caes mal” y otras cosas y yo me siento muy mal, pero mis amigos del 6°C me animan y me siento mejor.  Mis amigos son generosos y nos gustan las mismas cosas, pero igual tenemos algunos enojos pero se nos pasa rápido.
Bueno eso fue lo que pasó y lo que pasa y me gustaría que mis compañeros sean más simpáticos, pero nunca dejaré de ser amiga de los niños del 6°C.
Romina Cortés Huerta
6°A
                                                               Juanito y su amigo
 
Había una vez una familia llamada González y Castro.  Estaba compuesta por su mamá María, su padre Rubén y su hijo Juan.  Esta familia vivía en Rancagua y tuvieron que cambiarse a otra ciudad por traslado del trabajo de su padre Rubén, ellos llegaron a la ciudad de Iquique.  Juan tenía 8 años y era un niño muy tranquilo y ordenado.  Era delgado y muy blanco y su pelo era rubio y sus ojos cafés intensos.
Juan tenía un poco de pena de dejar a sus amigos, sus compañeros y sus profesores en el colegio antiguo.
Juan pensaba en su nuevo colegio como era, como serían sus compañeros de curso y su profesor, él pensó sólo en eso todo el verano.
Llegó el mes de marzo y Juan entró al colegio.   El primer día de Juan no quería ir, se sentía muy nervioso, ya que no conocía a nadie.
Pasaron los días y Juan se sentaba solo y no compartía con nadie ya que él no dejó que nadie lo hablara.  Era un niño muy tímido.  A la semana llegaron al curso dos niños nuevos llamados después Pedro y Miguel.  Miguel se sentó con Juan y Juan ya estaba adaptándose a sus nuevos compañeros y profesores.  Juan y Miguel se hicieron buenos amigos y nunca se separaban. 
Jugaban junto y se ayudaban en sus tareas y compartían todo.  Paso el tiempo, Juan y Miguel se volvieron inseparables, se visitaban los fines de semana para jugar y realizar sus tareas y estudiar.
Termino el año escolar, Juan y Miguel estaban muy tristes porque no se verían más.  Cada uno se iba de vacaciones a lugares diferentes, pasaron los meses y llegó marzo, y los amigos se volvieron a estar juntos.  Hablaron todo el día de sus vacaciones y lo mucho que se extrañaban mucho y volvieron a ser los mejores amigos del mundo.  Estaban siempre juntos y se ayudaban unos a otros en las buenas y las malas.
Agustín Galaz
6° A
            La historia de Krito
Había un niño de 11 años llamado Krito que vivía en la aldea de Alto Hospicio junto a su familia.  Un día mientras el niño trabajaba en la fábrica, se puso a pensar que porque él trabajaba allí.  Dedujo que trabaja en esa fábrica porque él no sabía otra cosa, y sólo esto podría hacer.  Muy enojado Krito se dio cuenta de que él no era nada en el mundo.  Él pensaba que no servía.  Entonces se dijo así mismo que tenía que hacer otra cosa que ayude a los demás por lo menos algo que le gustara.  Pensando y pensando se le ocurrió la idea de ser bombero, pero después pensó que él le tenía mucho miedo al fuego y que no le gustaría ser un bombero malo.  Entonces se puso a pensar y dijo que le gustaría ser policía.  Pero al pensarlo un poco más se dio cuenta de que él le tenía mucho miedo a los ladrones y a las armas y tampoco le gustaría ser un policía malo.  Tampoco quería ser un médico porque no le gustaba la sangre.  Y mientras pensaba, un amigo le gritó su nombre.  Él fue hacia él y preguntó qué estaba pasando porque lo llamaba hacía rato.  Su compañero le dijo que había llegado algo para él.
Cuando se lo entregaron vio que era una carta de color rojo brillante.  La abrió y empezó a leer.  La carta era de una escuela llamada Macaya que por esas casualidades de la vida, se enteraron que siendo un niño, trabajaba en una fábrica, entonces lo invitaron  a estudiar.  Krito se sorprendió mucho y se puso a llorar de felicidad porque era la respuesta de su pregunta de muchos años.  Fue a su casa y llorando de alegría se lo dijo a su mamá.  Le dijo que por fin iba  a ser alguien en la vida.  La mamá se alegró mucho y le dijo que se cuidara mucho en la escuela, preparó sus cosas para el día lunes, pero en la noche no pudo conciliar su sueño porque pensaba como iba a ser su aventura en la escuela, si sería fácil o difícil estudiar, como serían sus profesores y como serían sus compañeros de curso.
Llegó el día esperado y se levantó muy temprano para ir al colegio, se despidió de la madre, llego a la escuela justo a tiempo.
Al llegar estaba muy nervioso y en la sala vio que había un montón de niños y niñas.  La profesora le dijo que se presentara.  Se presentó y dijo su nombre, que le gusta mucho compartir con las personas y dibujar caricaturas.  Empezó la clase y el pequeño prestaba mucha atención, cuando terminó la clase empezó a conversar con tofo y se hizo amigo de todos y vio que uno estaba solo sentado en una silla.  Fue y hablo con él, conversó y conversó con el niño.  Después de una larga conversación le preguntó por su nombre.  El niño dijo que se llamaba Yak.  Siguieron conversando hasta que Yak le dijo a Krito que si quería ser su amigo y él enseguida dijo que sí.
Fueron pasando las semanas, los meses y Krito y Yak fueron los mejores amigos.  Yak es un niño solitario pero con la conversación larga que se dieron Krito y Yak.  Yak cambio por completo.  Krito le gusta mucho ciencias naturales.  En su ramo favorito.
Con el transcurso de los años, Krito salió de la escuela, paso a la universidad y estudió ingeniería comercial.  Los dos amigos se graduaron de la universidad, formaron sus familias y la madre de Krito se siente orgullosa de su hijo y ahora Krito es un adulto responsable y Krito siempre recuerda y dice: “!Gracias querida escuela por enseñarme y conocer nuevas personas!”.
 Jarod Arteaga
6°A
 
                                                              Mi experiencia estudiantil
Hoy inicio una nueva etapa en mi vida que es entrar al colegio, no es mucho el cambio porque a los tres años me matricularon en un jardín infantil que se llama “Quiri Mayiri”.  Me gustaba mucho y cuando me gradué, me despedí de mis tías y pensé que era como siempre, que volvería en marzo pero no fue así.
Grande fue mi sorpresa cuando mis papás nos llevaron al mall a comprar uniformes porque antes sólo le compraban a mi hermano mayor y ahora yo también tendría uno.  Mis papás se abastecieron de todo lo necesario y seguimos con cuadernos y todo lo que había en una lista de útiles que le dieron porque yo iba a entrar a kínder del colegio Macaya.  Ahí encontré a varios amigos que tenía en el jardín y ya no me sentí solo…me alegre mucho de verlos.
Cuando llegó la hora de entrar a clases, mis papás me fueron a dejar porque mi hermano también estudiaba ahí.
Mi mamá me decía que tuviera cuidado al cruzar porque existen muchas calles entre el colegio y mi casa aunque no es tan lejos.
Ese año tuve nuevos compañeros y también nuevos profesores.  Mis amigos son Sebastián Almarza, Martín Landeros, los gemelos Cruz, Erik Barra, José Riquelme, Rubén Quiroz y Raúl Cortes.
Empecé a escribir con lapiceras, me equivocaba, pero corregía con corrector líquido, incluso una vez se reventó y ensucié la cortina y mi ropa.  Me castigaron sin dejarme salir al baño y al llegar a casa mi mamá me retó.
Un día después del colegio nos juntamos con mis amigos y pasé a dejar al hermano menor de un compañero porque no quería que se fuera solo, podía pasarle algo.  Mi mamá me dice que siempre tengo que ayudar al prójimo y además no conversar en clases y así podré llegar lejos.
Guillermo Fuentes Carvajal
6º A
                                                                                  Mi colegio
Había una vez una niña llamada Jhoselin Colque Ayma que por primera vez ingresó a la escuela básica en el colegio Macaya.  Conoció a nuevas personas y a la vez a nuevos amigos.  Su profesora jefe se llamaba Paola Contreras y les enseñó a leer y a escribir.  Ella era muy buena con todos y en tercero la profesora jefe se llamaba Esperanza Vives y nos enseñó a sumar, restar, multiplicar y dividir.  En quinto el profesor jefe de Jhoselin era Alex Jara.  Él nos enseñó a ser solidarios, a respetarnos entre todos, no discriminarnos y a ser unidos por curso.  Ahora que está en sexto A, su profesora jefe es Gaby Zuleta que al entrar al colegio la profesora nos conoció y nosotros la conocimos, pero creo que nos falta aún ganarnos más su confianza.
Este año creo que va a ser diferente  a los demás años porque creo que con la profesora Gaby Zuleta este año será inolvidable, ya que, es una profesora maravillosa.
Jhoselin Colque Ayma
6° A
 
                                                              El primer día de escuela
Era una mañana fría de invierno y Rosario se había levantado temprano para su primer día de escuela.  Estaba entusiasmada por su primer día de escuela y mientras conversaba con su perro Boby se hizo tarde para ir a la escuela.
De camino a la escuela, la mamá de Rosario se encontró con su nueva vecina Peti, quién había salido a hacer ejercicio a la avenida.
La escuela de Rosario estaba recién pintada, por eso había que caminar con cuidado.  Lamentablemente el pequeño hermano de Rosario llamado Rony era muy travieso y como no se dio cuenta de la pintura nueva, se apoyó en la pared y se manchó, así que su mamá se lo llevó con rapidez para su casa.
La profesora de Rosario les dio la bienvenida a todos sus alumnos regalándoles pastillas a sus alumnos.  Las primeras lecciones eran recordar lo aprendido el año anterior y presentarse.  Sonó la campana y todos salieron al recreo para conocer el patio del colegio.
Sonó la  campana y los niños regresaron a clases.  Esta vez la profesora los sacó a hacer educación física.  Todos estaban felices porque la profesora los dejó jugar durante una hora, justo al terminar los ejercicios la madre de Rosario llegó a la escuela para retirar a su hija porque a Rony tenía que comprarle ropa nueva porque la pintura no salía, y al otro día volvió al colegio.
Carolina Fibla
6° A
La fobia de Alexander
Hola.  Quería contarles una historia muy conmovedora de mi hermano menor, Alexander.
Yo tenía cuatro años de edad cuando mi mamá quedó embarazada, y estaba muy feliz, le hacía cariñito en su guatita y le hablaba también y después de nueve meses llegó el día, nació mi hermanito.  Era tan chiquitito, me sentía más orgullosa de él, era muy inteligente, hacia cosas que ningún niño de su edad hacía.  Llego el día que entró al colegio él estaba muy contento y feliz, nuevos compañeros, nuevos amiguitos, pero después de unas semanas lo empecé a ver distinto, más triste, enojado e inquieto, no sabía lo que le pasaba, de pronto escuché que mandaron a llamar a mi mamá al colegio, no sé para que sería, pero me preocupe igual.
Cuando regresó mi mamá estaba muy enojada y mi hermano triste, y me contaron que se había portado muy mal.  Yo hablé con él y me contó que no le gustaba el colegio, que se aburría mucho y sus compañeros lo molestaban, a mí me dio mucha pena al verlo sufrir.  Pasaron tres meses y en el colegio le dijeron a mi mamá que tenía que hacer algo con él porque así ellos no podían tenerlo en clases.  Mi hermanito hacia escándalo y se enojaba mucho.  La profesora no lo comprendía.
Mi mamá me dijo que lo llevaría al psicólogo, dijo que mi hermano tenía fobia escolar y que había que tratarlo distinto y con mucha paciencia, pero no fue así.  Fue mucho peor.  La mandaban a inspectoría y llamaban a mi mamá todos los días.  Ella estaba tan agotada que se le notaba en la cara.  Después de eso, la acompañé a ver a un médico.  No sé cómo se llamaba, pero es alguien que ve los casos de estos niños así.  Después de varias consultas, el médico le dio un informe y unos remedios.  Yo no entendía lo que le pasaba a mi hermano en el colegio, porque en la casa se portaba bien y no hacia esas cosas.
Ahora que va un primero básico, en nuestra casa estábamos preocupados por él, no sabíamos cómo se iba a portar.  Los primeros días igual se portó mal y de nuevo llamarán a mi mamá, pero ella llevó un informe del médico, más o menos lleva como dos semanas portándose mucho mejor y espero que siga así, con el apoyo de su nueva profesora y mis padres.
Alexander eres lo más importante para mí y espero que sigas así y que seas feliz.  “Te quiero hermanito”.
Yael Fuentealba
6° A
                                                      El colegio fantasma
Érase una vez tres niñas llamadas Francisca, Javiera y Yael.  Javiera era muy atrevida.  Francisca era muy miedosa y a Yael no le daba nada de miedo.  Un día hubo una reunión en el colegio y las tres niñas se reunieron.  Francisca y Yael retaron a Javiera y le dijeron: “apuesto a que no te atreves ir al patio trasero” pero Javiera como era tan atrevida fue.
Las dos niñas las siguieron y empezaron a jugar.  Francisca vio una sombra negra y les dijo: “!Niñas, vi una sombra!, pero Javiera y Yael se rieron y no le creyeron.
De repente a Yael le tocaron el hombro y le dijo a Javiera, creo que es verdad, pero Javiera le dijo: “Y ahora tú vas a empezar con la broma”, pero no es broma, de repente a Javiera le tomaron los pies y la jalaron.  Las niñas muy asustadas se fueron al patio delantero y le dijeron todo a sus madres y tampoco les creyeron.
Cada una se fue a sus casas.  Francisca no se quería ir a dormir porque tenía mucho miedo.
Esa sombra seguirá en el colegio asustando y matando a niños y niñas que se le atraviesen.
Yael Fuentealba
6° A
Mis primeros días de clases
Era mi primer día en el colegio Macaya.  Estaba muy nerviosa y no sabía con quien hablar, todos estaban muy callados.  Yo me senté en el primer banco de la primera fila hasta que llegó una niña que era más bajita que yo y de pelo claro.  Ella se sentó al lado mío, yo le pregunté su nombre.  Ella me respondió diciéndome que su nombre era Tatiana.  Con ella salí al recreo y me contó algunas cosas sobre el colegio y me alcanzó a contar cosas muy bonitas de este lugar.  Al fin del recreo entramos a sala esperando a que llegara nuestra profesora.  Ella era muy buena y su nombre era Esperanza.  El primer día nos contó sobre su familia, sus cosas y todos pusimos mucha atención a la profesora.  Todos estábamos tan callados que ella pensó que siempre seríamos así. 
Al segundo recreo me enseñó todo el colegio.  Al lado de la cancha había tierra y un kiosco.  Al lao e la cocina más al lado del kiosco, había un árbol y alrededor unas piedras medianas.  Nos sentamos y empezamos a conversar.  Nos hicimos varias preguntas y contamos nuestras vacaciones, luego de tres días mi amiga se fue del colegio y yo estaba tan sola, pero pasó una semana y me empecé a juntar con una niña que se llamaba Romina.  Me caía muy bien.  Era muy simpática, pero al cabo de dos semanas se juntó con otras niñas y me dejó sola.  Nuevamente en los recreos estaba sola.  Luego tocaron la campana y yo miraba el sueño y choqué con una niña muy bajita.  Su nombre era Mayerie.  Ella estaba acompañada de una niña muy alta, su nombre era Javiera y yo les pedí juntarme con ellas y me dijeron que sí.  Me sentí tan contenta. 
Unas semanas después tuve más confianza con ellas. Eran tan divertidas.  Luego empezamos a contarnos coas como hacernos preguntas sobre quien tenía mascotas y esas cosas.  Javiera me dijo que tenía un pastor alemán de nombre “Lobo” y Mayery me dijo que tenía un gato obeso como tigre de nombre “Oliver”.  Yo les conté que tenía un perro cachorro de nombre “Toby” y les conté que mi perrito no tenía cola y era divertido ya que él quería tocarse la cola, pero no podía.
Después nos parábamos y empezamos a conversar de otras cosas.
Hubo un día en que Mayery no vino al colegio y yo estaba con Javiera y nos empujábamos y reíamos por todo y nos hicimos más amigas y la profesora nos sentó a las dos juntas, luego cuando llegó Mayery a ella la sentaron con un niño.
Yo con la Javiera conversábamos siempre aunque nunca nos pillaban conversando así que seguíamos siendo muy amigas, luego salimos al tercer recreo, la hora del almuerzo y con la Mayery y la Javiera nos fuimos y había porotos, pero no nos comimos todo y dejamos la comida en la rejilla que estaba bajo la mesa.   Nosotras después de almorzar siempre jugábamos a las escondidas detrás de la escalera, nunca nos pillaban… bueno, casi nunca.  Luego conocimos a la hermana de Mayery, ella iba en 4° básico y era muy parecida a mi amiga.  Los otros días hacíamos lo mismo hasta que nos cansamos de jugar y en vez de andar corriendo, estábamos caminando y conversando y esos fueron mis primeros días de clases en el 2° A.
Viviana Escobar Castro
6° A
                                                           
                                             Las aventuras de tres amigas en la escuela
Había una vez una niña llamada Francisca ¿qué creen?  Soy yo y les voy a contar mis aventuras en la escuela.
Yo siempre jugaba a las escondidas, a las pillas, al libre, a todo.  La inspectora y la Directora nos castigaban sentadas por correr.  Creo que a mí me castigaron unas tres o cuatro veces. 
Yo tenía dos amigas y no nos separábamos por nada en el mundo.  Un día una de ellas llamada Yael se juntó con otra amiga, mientras yo y Javiera, mi otra amiga, la buscábamos y era muy difícil encontrarla porque era de pelo castaño oscuro, el pelo no era tan corto y era flaca, pero con más detalles, pero como decirlo.  Yo y Javiera buscamos y buscamos por todo el recreo de una hora, al fin y al cabo la encontramos jugando con otras niñas y entonces Javiera y yo nos prometimos no juntarnos de nuevo con ella.
Pasaron como dos días y el profesor de lenguaje hizo hacer una tarea en grupo.  A mí me invitaron a otro grupo y dije que no porque entre amigas no nos dejamos botadas, pero ella me decía que yo mientras más yo estaba hay más se enojaba conmigo y yo me fui.  A ella también la invitaron a otro grupo y ella aceptó.  Ya era hora de exponer el trabajo a toda la clase.  Javiera y su grupo salieron a exponer su trabajo y lo que más me dolió fue que dijo: “Este grupo me adoptó porque tengo una mala amiga que me dejó botada”.  Desde entonces me quedé sola y un grupo de amigos dijeron que me juntara con ellos y acepté. 
Un día vi a Javiera con Yael tan amigas, pero Yael llegó a mí y me dijo que quería estar conmigo y no con Javiera.  Yo acepté y jugábamos a todo.  Hasta que llegó un concurso de inventar un cuento el cual todo el colegio tenía que participar.
Llegó una profesora aquí y dijo que hoy debíamos terminar el trabajo, y de pronto veo que Yael se sienta con Javiera.  Las tres hablamos y nos hicimos amigas de nuevo.
Francisca Díaz Pérez
6° A
                                                               El primer rojo
Había una vez un pueblito llamado Santa Julia.  En ese pueblo vivía muy poca gente y entre ellos Pablito junto a su papá, mamá y su hermana.  Ellos estaban muy lejos de la ciudad y Pablito quería ir al colegio, pero como vivía muy lejos no podía ir.  Se esforzaba y lo lograba aunque tuviese que caminar más de una hora, él sabía que era la única forma de llegar a ser alguien en la vida así es que lo hacía con un perro llamado Toby quien siempre los esperaba fuera del colegio.
Un día, el niño no fue al colegio porque se enfermó y tuvo que conseguirme la materia.  El problema es que sus compañeros vivían en zonas lejanas, pero Pablito era perseverante y logró caminar y escribir todo.  Cuando caminaba de vuelta para regresar los cuadernos se vino una gran lluvia y todos sus libros se mojaron y cuando llegó a casa de su amiga y le explicó lo que había pasado, él se enojó mucho, pero conocía el clima en el que vivían y rápidamente lo perdonó y continuaron con su amistad.
Pablito era muy estudioso y se sacaba muy buenas notas, pero le costaba ir al colegio porque vivía muy lejos, pero como era el mejor de la clase, las profesoras lo quisieron ayudar buscándole un trabajo a su papá para que se comprara una casa y viviera en la ciudad con su familia y la escuela dejara de ser un problema y jugar con sus compañeros todas las tardes a la pelota.
El pequeño niño encontraba formas para divertirse.  Jugaba en un parque cercano, después llegaba a casa, se bañaba  para estar limpio para el colegio y llegar impecable al día siguiente.  En el colegio estudiaba y en los recreos jugaba al libre con sus amigos y salía de clases y hacía trabajos grupales con sus compañeros y en la noche de nuevo volvía a casa.  Los sábados los dedicaba a jugar y los domingos iba a la iglesia con su mamá y luego nuevamente arreglaba todo para el colegio.
Un lunes el niño olvido que tenía prueba y en el colegio la profesora lo pilló copiando y llamó  a su mamá contándole todo.  La profesora le puso en 2.0 y sus papás muy avergonzados decidieron no castigarlo porque siempre estudiaba mucho y esta vez había pasado un gran susto pensando en las consecuencias de esa nota, así que sólo lo regañaron y le prohibieron jugar unos días hasta que subiera sus notas y él nunca volvió a defraudar a su profesora ni a su familia.
 
Cristóbal Opazo
6º A
                                                          Mi colegio Macaya
 
Había una vez un niño llamado José.  Su primer día de clases fue al colegio y no había llegado ningún niño nuevo sólo niño que cambiaron de curso.  José ya los conocía y él se hizo amigo rápido de ellos.  Se iban a la casa todos juntos y después José se empezó a ir solo.
Él quería ser presidente de curso y todos, o casi todos, votaron por él.  Fue escogido presidente, pero después a él no le gustó ser presidente de curso porque lo molestaban, le decían que diera el ejemplo y le decían Sebastián Piñera y él se enojaba.  Todos los viernes lo molestaban y más encima porque una compañera le trajo un queque.  Él se quiso salir de presidente, pero la profesora les dio una charla y no se fue, pero las burlas seguían.
Dejó de preocuparse y siguió a cargo la tesorera y la niña que trajo el queque porque se adueñaban de todo y la directora nos castigó no dejándonos vender más cosas.  José no quería dejar de vender o sino no se aportaba dinero para el paseo de fin de año ya que el año pasado no tuvieron paseo porque el ministerio de educación no los dejó ir a Pozo Almonte.  Iba a ser el mejor pase de José en sus 7 años que ha estado en el colegio, pero no lo hicieron pero José como presidente de curso de este año iba a lograr que fueran.
A José lo seguían molestando así es que se iba solo y corriendo para ver a su mamá, pero él llegaba tarde porque su mamá ya se iba al trabajo y José llegaba a comer a su casa y su papá le daba duraznos, pero un día se iba al colegio y su mamá estaba en la casa y le mostró un 6.6 que se había sacado y su mamá estaba muy feliz y José en su colegio escribió una historia de todo lo que había hecho en el año.
Esta es una historia real.
José Alberto Riquelme
6° A
 
                                                               Colegio Macaya 2006
Había una vez una niña llamada Achlie que se sacaba malas notas porque ella tenía problemas en casa, un día se sacó un 4.0 en lenguaje, un 2.7 en matemática, 3.8 en ciencias naturales y un 2.0 en tecnología.  Ella iba en 2° básico.
Nadie se preocupaba por ella.  La profesora estaba muy preocupada, pero ella tenía un secreto que nadie sabía porque ella quería que se preocuparan por ella, pero nadie lo hacía.
Un día la profesora le preguntó si la podía ayudar a estudiar y a repasar en las tardes en casa.  Ella dijo que sí y la profesora fue a su casa.  Luego Achlie se puso a llorar y la profesora le preguntó la razón.  Achlie respondió que ella presta atención en clases, pero como a ella no le prestan atención sus padres eso la pone triste.  La profesora le dijo que si sus notas subían sus papás iban a estar orgullosos de ella y que estudiara porque mañana tenía prueba de matemática.
Ella hizo la prueba y se sacó un 7.0.  Ella estaba muy feliz.  Se fue a su casa y su mamá se puso muy orgullosa, pero dijo : “hija, estoy muy orgullosa y ti” y la abrazó.
Se sacaba buenas notas y pasó de curso.  Paso a 5° básico, sacó el primer lugar de su curso y paso a 6° básico.  Se volvió matea.  Pasó a 7° y luego 8°.  Era noviembre y la llamaron de casa para que se vaya temprano.  Su tía lloraba y le dijeron que su mamá había muerto.
Achlie gritó: “¡Dónde está mi papá!”. –En la pieza- le respondieron.  Fue a verlo y el papá la abrazó y le contó que su mamá había sufrido un ataque al corazón.
Ella siguió adelante con sus estudios.  Era profesional y completó sus estudios y siempre le dio gracias a su colegio Macaya.
Aylin Mamani.
6° A
                                                                              Mi Escuela
Había una vez un colegio llamado Macaya donde iban 1000 alumnos, pero en el 6° A estaban las mejores amigas hasta que en el 6° A llegó un niño llamado Álvaro y era muy pesado y mimado, pero hasta que un día un niño llamado Cristóbal.  Un día estaba aburrido y le pegó, pero se llenó de problemas porque la mamá y el papá fueron a hablar con el profesor jefe porque su hijo quedó con el ojo morado, con sangre en el delantal y los papás pidieron la suspensión, pero al rato aparecieron los papás de Cristóbal con sangre en la boca y los papás de Álvaro le preguntaron por qué le pegó al niño y él respondió que se estaba subiendo a la silla y Álvaro le había pegado con la silla en la boca.  La mamá de Álvaro preguntó si era verdad y el niño contestó que sí.  Entonces la mamá le dijo que tenía que disculparse, pero él niño dijo que no lo haría porque Cristóbal también lo había golpeado.  Finalmente recapacitó y se disculpó.
Luego cuando estaban en el 6° A, Álvaro empezó a molestar a un niño que llegó y que se llamaba Cristofer.  Este niño se dejaba porque si citaban a su mamá lo iban a sacar del colegio por eso se dejaba y lo acusaba a la profesora hasta que un día le dijo tres disparates y se enojó y le dijo a la mamá y por fin a Álvaro lo suspendieron y luego lo empezaron a molestar y se ponía a llorar y los niños que lo molestaban le decían que no hiciera a los demás lo que no le gusta que le hagan a él porque lo hace y luego no lo molestaron más y él no molestó nunca más en todo el año escolar a nadie y se hizo amigo de todos.
Cristofer Bastidas Rodríguez
6° A
                                                                              Mi colegio
Érase una vez una niña que se llamaba Carla ella le gustaba mucho el colegio.  Iba a la biblioteca, le gustaba la matemática, ciencia naturales, historia, etc.  Ella siempre llega en el colegio muy temprano.  Ella llegaba primero que los profesores.  Ella legaba a las 7.00 de la mañana, primero que todos los niños.
A ella le gustaba el ramo de matemática.  Ella en matemática se saca puros 7.0 y la mamá siempre la felicita hasta que un día un profesor llegó de los talleres y ella se metió al taller de jardinería.  Le gustó el taller y empezó a bajar las notas y la mamá le dijo: “hija, ¿por qué estás bajando tus notas? Te ibas a ganas un notebook, ahora ya no porque bajaste tus notas así que te vas a salir de jardinería.  Tienes que decirle a la tía ahora, ya.”  Y la niña respondió: “Ya mamá”.
Ella le dijo a la tía y se salió y seguía estudiando.
Empezó a estudiar y empezó a sacarse puros 7.0 y la mamá le dijo: “Tú si puedes meter a un taller, pero no vayas a bajar las notas o si no de nuevo te vas a tener que salir del taller” y la niña se metió a un taller y no bajó nunca más sus notas.
Katrina Pasten
  A
 
                                                                      Mi segundo hogar
Un día cualquiera me desperté en la mañana como siempre para ir a mi segundo hogar.  Al llegar entré a mi sala del 6° A y mis compañeros estaban tan desordenados como siempre y molestosos además.  Yo ya me quiero ir del curso porque ya me andan cayendo mal, pero si me voy del colegio no podré estar con mis amigos del 6° C o si me cambiaron a este último curso que mencioné, sería súper feliz.  Algunas veces mis compañeros empujan a otros o si te tropiezas se ríen de ti,  bueno esa es la misma historia de siempre.
Un día sábado me levanté a hacer mis tareas, después prendo el computador y habló con mis amigos.  Los días domingo hago una actividad con mi familia o me pongo a estudiar y después arregló mi mochila para el día lunes.  Lustro mis zapatos y me levanto. 
El día lunes me despierto y repito esta operación día tras día esperando un cambio.
Romina Cortés Huerta
6° A
                             
                                                                        Mi escuela y yo

Hace mucho tiempo atrás, la escuela era más estricta y una vez me habían suspendido por jugar con agua en el baño junto a unas compañeras.  La suspensión fue por tres días y a mis otras compañeras sólo por dos días.
Los días siguieron pasando y cuando volví a la escuela volví a jugar con las mismas niñas y comenzamos un juego tonto, a darnos patadas y yo salí lastimada de nuevo, pero esta vez no nos suspendieron sino que me castigaron dejándome sin recreo por dos días y a otras niñas les dieron diferentes tareas: recoger basura del patio, limpiar el sector de los baños y a otro niño que nos acompañaba a separar la basura de plástico de la de vidrio y la de cartón. 
Había un niño que se llamaba Álvaro y que no quiso ir a limpiar nada ni ayudar en nada así es que se quedó sin recreo porque todas estas tareas las había dado la Inspectora General.  Este niño prefirió quedarse jugando, conversando hasta que lo vio la Inspectora y tuvo que disimular, pero la Inspectora era astuta así que lo suspendió por una semana. 
Finalmente estuve casi sola esos días porque todos trabajamos, pero entendía que era lo que merecía por causar desordenes en hora de clases porque a la escuela vengo a aprender.  Haciendo estas cosas no perdería la materia o mi asistencia.
Me sentía sola y hasta pensé en hablar con mi profesor jefe para que me expulsaran y estar en la casa hasta que me di cuenta que esto estaba mal.  Le conté con miedo a mis papás, pero ellos me hicieron entender que yo estaba actuando mal y que debía mejorar mi conducta, que las expulsiones son algo demasiado negativo y que ellos siempre me apoyarían.
Después todo esto quedó atrás y volví a juntarme con mis antiguos amigos que yo creo que serán para toda la vida.
Yuliana Mamani
6° A
 
            Mi colegio Macaya
Había una vez una niña llamada Katherine Díaz y saben…esa niña soy yo.  Mi curso es el 6° A y les contaré como es.  Es desordenado y todo eso, pero igual se comporta como corresponde y  veces mal, pero cambiamos, bueno yo voy en el 6° A y me encanta ser como soy, tengo 3 amigos que se llaman Jhoselyn Colque, Aylin Mamani y Romina Cortés.  También tengo un amigo Francisco Ramírez y siempre estamos juntos y riéndonos y eso es lo que me hace sentir feliz.
Un día llegó el tiempo en que teníamos que portarnos bien, pero no me gusta mucho como son mis compañeros.  Ellos pelean demasiado y no me gusta nada de eso, pero no me importa porque a ellos los retan.  Desearía que mi curso fuera ordenado, pero no creo que lo hagan.  A veces la mitad del curso se porta bien y la otra mitad del curso se porta mal … quiero que se porten como corresponde. 
Cada recreo es muy divertido porque tenemos para descansar y poder estudiar.  En el recreo no podemos correr pero todos corren, pero un día mi compañero hizó que se caiga un alumno.  El alumno se dobló el brazo y mi compañero se sintió mal y se lo llevaron a inspectoría por correr y le citaron al apoderado.
Finalmente casi todos aprendieron la lección de no correr porque nos podemos caer o empujar a alumnos más pequeños y nos podemos golpear muy fuerte.  S i fuera así nos retarían a nosotros.  Yo sé que se porta muy mal el curso, pero espero que cambie y sea como sea, lo esperaré hasta que cambie.
Katherine Díaz Castillo
6° A
 
                                                               El fantasma en el colegio

Era un día tranquilo para el 6° A en el colegio Macaya, como siempre llegaban los alumnos a la sala de clases, leían como todos los días la lectura silenciosa, cuando sonó el campanazo que anuncia el final de la lectura silenciosa, cuando llegan los alumnos atrasados comienza la clase de matemática, cuando tocan la campana para salir al recreo y a Carla se le olvida ir al baño, cuando termina el recreo es hora de que los niños vuelvan a sus salas de clases y se cierran los baños.  Carla sube a su sala para comenzar la clase de naturaleza.  A la media hora después Carla le pide permiso a la profesora si puede ir al baño.  La profesora contestó que sí.  A los segundos después se escucha que tocan la puerta, la profesora abre ésta y mira.  Ve que no hay nadie.   En ese momento a la profesora le da un escalofrío y siente temor.  Minutos después vuelven a tocar la puerta, pero esta vez dijo: “Pablo, abre la puerta”.  Cuando abrió la puerta, vio a un niño que desapareció misteriosamente.  Pablo desmayó repentinamente y todos sus compañeros acudieron a socorrerlo.
Cuando Carla llegó, preguntó: “¿qué le pasó?” Cómo sólo José la escuchó, respondió que no sabía.
Finalmente el fantasma resultó ser un alumno del 6°A que había muerto en el colegio que sólo quería jugar con sus amigos y reencontrarse con su profesora.
Julio Navarrete
6° A
 
El fantasma en el colegio
Era un día tranquilo para el 6°A en el colegio Macaya, como siempre llegaban los alumnos a la sala de clases, leían como todos los días la lectura silenciosa, cuando sonó el campanazo que anuncia el final de la lectura silenciosa, cuando llegan los alumnos atrasados comienza la clase de matemática, cuando tocan la campana para salir al recreo, a Carla se le olvida ir al baño.  Al terminar el recreo ya es hora de que los niños vuelvan a sus salas de clases y se cierran los baños.  Carla sube a su sala para comenzar la clase de naturaleza, a la media hora después Carla le pide permiso a la profesora si puede ir y la profesora contestó que sí.  Segundos después se escucha que tocan la puerta, la profesora abre y mira dándose cuenta que no hay nadie.  A la profesora la recorrió un escalofrío y siente temor unos minutos después vuelven a tocar la puerta, pero esta vez dijo: “Pablo abre la puerta”, al hacerlo la puerta vio un niño que desapareció misteriosamente.
El niño se desmayó repentinamente y todos sus compañeros acudieron a socorrerlo.  Cuando Carla llegó preguntó qué pasaba y como sólo José escuchó, él respondió que no sabía.
Finalmente el fantasma resultó ser un alumno del 6°A que había muerto en el colegio y que sólo quería jugar con amigos y reencontrarse con su profesora.
 
Julio Navarrete
6° A
 
                                               Los siete años en el colegio Macaya
Somos pequeños y con mucha imaginación.  Estamos en el K°A con la profesora que nos enseña muy bien todo: a dibujar, a leer, a escribir, etc.  Ya nos graduamos de K°A y pasamos a 1° básico “A”, también somos desordenados e inteligentes.  El curso es como otro año más y aún sigo chico y también nos cuesta aprender cosas.  Ya en segundo básico “A” estamos más grande y captamos un poco más porque estamos más grandes para comprender como comportarnos un poco mejor.
En tercero básico “A” las cosas cambiaron y nos empezamos a poner súper desordenados.  En 4° básico “A” éramos peor  y por así decir fueron esos años muy buenos porque nos ayudó a aprender a ser algo mejor sobre lecturas o a escribir, pero igual somos un poco desordenados.
Ahora estamos en 5° y ahí si que fue diferente porque nos pusieron más profesores de los que teníamos antes.  Era diferente y raro, sentíamos un poco de miedo y sólo por eso.  Luego fuimos tomando confianza y nos empezamos a portar mal de nuevo y cada vez peor.  En el paseo de fin de año no nos autorizaron a ir por nuestra conducta y ahora en el sexto “A” y miro a mis compañeros: somos los mismos de kínder y sólo pienso que nos quedan dos años para salir de este colegio y también pienso cuanto lo vamos a extrañar, pero espero volver aquí y acordarme de mi infancia que viví en estas salas porque aquí aprendí todo y más que mal, han sido siete buenos años.
Javiera Camacho
6°A
 
                                                                    Nuevos compañeros
Érase una vez dos amigas.  Una llamada Maite y la otra María, siempre se juntaban y eran buenas amigas.  Maite siempre decía que su compañera era su mejor amiga.  María también le decía lo mismo a su amiga y al pronunciar las palabras, se abrazaban tan fuerte que no podían respirar, pero eran tan amigas que se sentaban juntas y cuando habían trabajos en grupo, ellas se juntaban sin nadie más.  Desde muy pequeñas se hicieron amigas, pero ahora a escondidas se dicen sus secretos: quién les gusta, dónde van en familia, si disfrutan esos paseos familiares, si hay novedades, etc. Y era lo que más les gustaba de ser amigas, también hacer piyamadas y otras cosas más.
  
Un día muy hermoso, María miraba por la ventana diciéndose en su mente cuanto extrañaba a su amiga y contemplaba su cuarto lleno de papeles pegados en la pared que decían “te quiero amiga”.  De pronto tocaron el timbre de casa y su madre con su pequeña hermana en brazos la saludó.  María volvió a su cuarto a jugar con su muñeca y sin que nadie se diera cuenta su amiga se escabulló por entre la puerta y asustó a María.  Las dos amigas se reencontraron y lloraron de felicidad.
Mientras ellas lloraban, la madre de María llamó a las niñas a almorzar.  Ellas bajaron y dijeron que estaba rico.  La madre miró a Maité que tenía los ojos llorosos y le preguntó qué pasaba.  La niña mintió diciendo que tenía sueño porque no había podido dormir la noche anterior y la mamá no hizo más preguntas.
Ya estaba anocheciendo.  Maite dijo que tenía que irse y María no lo podía creer.  Maite le preguntó a su amiga si tenía todo listo para el siguiente día que era el día de escuela y la niña se acordó que no había preparado nada.  “No iré mañana, tendré que ir el día siguiente” respondió María y Maite se quedó triste pensando en que estaría sola se día.
María estaba tiritando aunque le pasaba eso cuando estaba nerviosa por su primer día de clases, pero ahora le faltaba su amiga.  Su mamá la hizo levantarse y cuando estaba lista recordó que ella era la hermana menor porque su hermano era un bebé de 12 días apenas (su mamá era muy joven 28 años apenas) así que no reclamó nada menos aún al ver llegar a su papá a casa.  Él al ver a su hija y a su bebé se emocionó hasta las lágrimas y María se dio cuenta que ya eran las 07.58 am así es que se despidió y partió rumbo al colegio.
Llegó cuando estaban todos formados y la inspectora ya estaba empezando a hablar por micrófono y contarles novedades sobre el Ministerio de Educación que ella no entendía mucho.  Mientras escuchaba llegó una niña que ella no había visto nunca, se llamaba Valentina Contreras y era nueva en el colegio.  María le contó que ella estaba desde pequeña ahí y se ofreció a ser su amiga.
La nueva niña abrazó suavemente a María y ella se sintió muy cómoda y se juraron una larga amistad, pero Maite estaba escuchando todo desde atrás y se puso a llorar porque se sintió engañada por María.  María y la nueva niña fueron corriendo a buscar a Maite y al encontrarla le preguntó por qué estaba ahí si dijo que no vendría.  Maite le explicó que su mamá  pudo comprar todos los materiales y por eso decidió ir y así estar juntas, pero que se sintió desilusionada al ver a su amiga con otra.  María le dijo que no fuera tonta porque podrían ser amigas las tres, pero la niña se fue corriendo diciendo que encontraría una nueva amiga ella también.
Fueron a la sala y Maite llegó primero.  Vio a una niña de ojos azules y le preguntó si se podía sentar con ella y así fue.  Y se hicieron amigas.  Ella le contó que se llamaba Helena Gutiérrez y a Maite le pareció un muy lindo nombre.  Lo que ella no sabía es que Helena ya sabía que se había peleado con su mejor amiga y quería averiguar cómo esta información ya era sabida por el curso.
Cuando María entró a clases vio a su amiga con otra niña hablado y se acercó a disculparse de nuevo.  Maite no aguanto más y también se disculpó y desde entonces las cuatro niñas son las mejores amigas y se abrazaron muy fuerte para cerrar esa amistad y ser muy felices.
 
Daniela Mamani
6° B
 
                                                                              Mi vida escolar
Hoy recuerdo mi primer día de colegio, hacía poco que había cumplido mis cuatro años.  Mis padres amorosamente se habían preocupado de toda mi vestimenta y mis útiles, todo era vinito.  Yo ya quería entrar al colegio, pero cuando llegó el día yo temblaba cada vez más al acercarme al colegio, y yo pensaba que mis padre me iban a acompañar, pero no fue así.  Ellos me dejaron con una maestra para acompañarme a la sala de clases con mis otros compañeros.  Yo vi que ellos también estaban nerviosos porque también era su primer día.  Yo pensé que nunca me iba a ir de allí y lloré, pero una maestra me consoló diciendo: “tranquilo, tus padres vendrán cuando terminen las clases”.  Desde allí yo empecé a estar más tranquilo, y a conocer a mis otros compañeros y conociéndolos, me hice un mejor amigo.  Él se llamaba Víctor Contreras y estuvimos todo el tiempo jugando con él y después llegó el momento de irse, y había una reja y no nos dejaban salir hasta que nos vinieron a buscar, por suerte mis padres estaban ahí esperándome de los primeros y ese fue el primer día escolar.
Después de salir les conté a mis padres todo lo que me había pasado y al día siguiente la profesora se dio cuenta que yo era muy bueno en las clases y también se dio cuenta que era el más listo del curso.  Después que había pasado el tiempo y ya era fin de año en pre-kinder me pilló la sorpresa que la tía dijo que todos pasamos de curso y fui a casa y se lo conté a mis padres y ellos se alegraron mucho y así pase a kínder.   
Después de haber pasado a kínder seguí siendo listo y pasé a primero básico y cuando estuve   en primero básico yo me saqué el primer lugar.  En segundo básico se puso difícil el asunto del primer lugar porque entro al curso un alumno nuevo que se llamaba Juan Pérez y también era listo como yo, entonces más estábamos peleando el primer lugar, pero yo le gané por unas décimas y como en primero básico yo me saqué el primer lugar y pasé a tercero básico yo casi me gano mi primera anotación negativa por estar conversando mientras la profesora hablaba, pero la señorita me perdonó por mis buenas notas y me saqué el primer lugar y pasé a cuarto básico y allí la profesora nos estaba preparando para una tal prueba llamada SIMCE y desde ese momento me puse a estudiar mucho y me fue muy bien y pasé 4° básico con el 1° lugar y 5° básico, 6° básico y 7° básico con el primer lugar.   
En primero medio, segundo medio y tercero medio pasé con los primeros lugares y en cuarto medio de la PSU tuve el primer lugar y me gradué y entré a la universidad.  
Cuando yo salí de la universidad encontré trabajo en una empresa donde ganaba mucho dinero.
Después me casé, tuve dos hijos y dos hijas las cuales también eran listos como yo, y así transcurrió mi vida muy alegre y feliz desde mi vida escolar, y después desperté y todo era un sueño y mi madre decía: “A  levantarse “,  y yo me iba al 4° básico y estudié y me esforcé para que mi sueño se haga realidad.             
Esteban Ríos
6° B
                                                          Juan y su primer día de clases
                
Había una vez un pequeño niño de 4 años que le gustaba jugar con sus padres y se divertían mucho, pero el niño le empezó a dar sueño y él soñaba que tenía súper poderes y el volaba, era de fuego, salvaba a personas y se hizo de día y él bajo a contarle a sus padres el sueño que tuvo y ellos se divertían escuchando lo que sonó y se lo imaginaban volando con Juan, salvando a personas y derrotando a los villanos.  Después él se acordó que le faltaba poco para su cumpleaños y le dijo a sus padres y fueron a comprarle a una tienda de cumpleaños y le compraron piñatas, dulces, guirnaldas, globos, piñatas, etc.  Y llegaron a casa.  El niño  se fue a ver televisión y los padres hacían el almuerzo.  –¡A comer lasaña!-, llamaron los papás a Juan.  Él comió, se bañó y se fue a acostar.  Cerró los ojos y pasaron varios meses y había pasado su cumpleaños y ahora tiene 5 años y la mamá va a ir al colegio para que Juan estudie y en ningún colegio lo recibieron y los padres estaban cansados de tanto caminar y entonces se fueron a descansar y pasaban días y meses buscando colegio para Juan, para que estudie.
Un día por fin lo recibieron en un colegio llamado Macaya, pero le faltaban cuatro meses para entrar al colegio y él se fue a dormir y se puso a soñar que los profesores eran monstruos y los directores malos y que él les tiraba poderes  y los convertía en buenos, pero el despertó y se puso a pensar que él no tenía poderes de verdad entonces estaba asustado y el empezó a esconderse debajo de su cama y la mamá estaba haciendo roscas porque a Juan le gusta y la mamá lo llamó a que baje a comer rosca, pero Juan no quiso porque estaba asustado, pero la mamá le llevo leche milo y roscas llenas de azúcar flor y le preguntó: “¿Qué te pasa hijo?” y él respondió que le daba miedo el colegio porque las personas ahí eran malas, pero la mamá le dijo que no le harían daño, que le faltaban dos meses y que ahora ella iría  a acompañar a su papá porque estaba comiendo roscas solo.  Juan se fue a dormir.  La leche y roscas estaban ricas y su mamá le deseo buenas noches y se durmió.
Al día siguiente Juan sale a andar en bicicleta y juega con su vecino nuevo y ellos imaginaban corredores de carreras de autos.  Se colocaban cajas y las pintaban e imaginaban que estuvieron corriendo en la autopista de carrera y después dejaron de imaginar y empezaron a hacer carreras, pero con bicicletas y ganó Juan.  Llegaron hasta la colina más grande que había en la ciudad.  Después fueron de vuelta a casa, se despidieron y le contó a sus  padres de lo que hizo.  Les dijo que fue a andar en bicicleta en la colina y que había imaginado una carrera de autos y que se habían vuelto los mejores amigos y que mañana lo va  a venir a buscar  para jugar a la pelota o al playstation.  –Bueno-, dijo la mamá y Juan se fue  a dormir muy agradecido con su mamá. 
Al otro día tenía un partido de fútbol y metió cuatro goles y mi amigo 6 goles.  Fuimos los mejores y jugamos play y jugamos varios juegos después anduvimos en patines y varios juegos después anduvimos en patines e hicimos varias cosas más. 
Juan le pidió a su mamá wafles con mucha miel.  La mamá le dijo que tenía que comprar los ingredientes, pero Juan se ofreció a ir.  Al regresar de compras se fue a su habitación a esperar los wafles. Mmm que rico.  Fue a ver televisión y bajó.  Después se fue a la escuela y estaba nervioso.
Llegó el día en que tengo que ir al colegio, y el niño se tuvo que ir a vestir, ordenar los zapatos y cuando llegó allá no era malo como pensaba y eran todos buenos y su curso era 1° B y se hizo varios amigos y también estuvo su vecino, su mejor amigo.
Marcelo Barrios
6° B
Una noche en el colegio
Un día un niño muy desordenado y travieso llamado Jordán, se le ocurrió quedarse una noche en su colegio escondido de sus profesores e inspectores, dentro de la sala de servicio de limpieza para jugarle una broma a sus compañeros.  Para eso tuvo que estudiar un libro de matemática que saco de un octavo básico.
La idea era hacer un ejercicio que nadie pudiera resolver, pero al darse cuenta de la broma que quería ejecutar él estaba estudiando y aprendiendo un poco más que sus compañeros de tal manera que le gustó y continuó, tratando de resolver todos los ejercicios que él jamás había entendido.  Pasaron las horas y él se quedó dormido en la mesa de su sala.
   
En la mañana, llegaron sus compañeros y profesores quienes se vieron sorprendidos con la presencia de él durmiendo y más aún cuando ven en la pizarra una cantidad de ejercicios resueltos y bien hechos.  Su profesor jefe que a su vez es profesor de matemática se conmovió y su pensamiento era qué lo motivaba a hacer tales sacrificios.  Sin pensarlo más, el profesor despierta al alumno, él despierta un poco despistado y se sorprende al verse rodeado de sus compañeros y profesores.  Su profesor le pregunta ¿cuál es tu justificación de tener todos estos ejercicios resueltos y además quedarte toda la noche en el colegio?  Jordán piensa y le dice “disculpe profesor, pero le diré la verdad…yo en un principio quería jugar una broma a mis compañeros, proel hecho que ellos se burlan de mí por no ser aplicado.  La idea era hacer un ejercicio que ellos no pudieran resolver, pero me di cuenta que sólo estaba estudiando y aprendiendo y tal vez pueda ser mejor que ellos sin hacerles bromas sino con hechos.
El profesor al ver que habló con franqueza, lo castigó y lo devolvió a su casa para que descansara y le dice: “mañana te tomaré el examen de matemática porque creo que has aprendido lo suficiente e incluso más, todo por una broma hacia tus compañeros”.
Jordán Meza Avalos
6° B
             
                                                             La llegada al colegio Macaya
Había una ve una pequeña niña llamada Sofía que era argentina, pero se vino a vivir a Chile.  Ella vivía con sus padres en una gran casa ubicada en Santiago.
Al día siguiente era su primer día de clases en su nuevo colegio.  Ella estaba muy nerviosa por como la iban recibir en el colegio.  Al despertar, ella sintió a su madre preparar el desayuno entonces se vistió muy rápido y bajo a desayunar.  Su madre la esperaba con rico desayuno, después de desayunar se puso su mochila y se subió al auto en donde la estaba esperando su padre.
Sofía al llegar al colegio después de dos meses de haber empezado las clases no fue muy fácil encontrar amigas, y que sus compañeros se burlaran de su idioma.  Ella se sentía muy rechazada por sus compañeros.
Después de dos semanas encontró una amiga llamada Catalina.  Después de unos meses se convirtió en su mejor amiga, hacían todo juntas hasta algunas niñas le tenían envidia por eso.
Pasaron dos años y ellas estaban en 4° básico y Sofía veía pasar los días y su amiga no venía y se preocupó y le preguntó a su profesora Carmen -¿por qué no viene Catalina]?-  Y la profesora le dijo: “¿no te han dicho nada?-  Ella respondió con una negativa.  Su profesora le dijo a Sofía cuando llegues a tu casa pregúntales a tus padres lo mismo que a mí y ellos te responderán.
Sofía iba pensando mientras caminaba -¿qué me dirán mis padres?-.  Ella al llegar a casa se fue a su pieza y se cambió de ropa y espero a que sus padres la llamaran para almorzar.
Después de unos minutos, la madre la llamó para que bajara y le dijo la madre: -Hija, siéntate.  Tenemos que hablar y la pequeña le dijo -¡no, yo no tengo que hablar con ustedes!  Primero, les tengo una pregunta la profesora me dijo que les preguntara a ustedes porque ella no me quiso responder ¿por qué Catalina no viene al colegio?  La madre le dijo: -Hija, Catalina tenía un cáncer muy avanzado y sus padres  se dieron cuenta cuando ya era muy tarde.  Ella murió.  Al decir esto abrazó a la niña y ella salió corriendo a su cuarto.
Al día siguiente despertó y fue donde sus padres y le dijo –mamá, quiero volver a Argentina- y su madre le respondió que volverían para que olvide lo que pasó así que arma tus maletas porque nos vamos mañana.  Unos minutos más tarde llegó un carro de mudanzas y los padres estaban sacando los muebles hasta que quedó sólo un sofá.
Entonces durmieron ahí y después de unas horas despertaron.  Se fueron al aeropuerto y se subieron al avión.
Al llegar a Argentina se fueron a casa y en ella ya estaban puestos los muebles y Sofía se acostó a dormir, pero su madre fue a su pieza y le dijo : “hija, te tengo una sorpresa.  Estás esperando una hermanita” y ella se puso muy feliz y abrazó a su madre.
A los nueve meses después nació la hermana de Sofía llamada Catalina.  El nombre de la mejor amiga que falleció.
Catalina crecía y Sofía la cuidaba mucho.  Se apoyaban en todo.
Catalina fue la persona que volvió con alegría su vida.
Ratchell Díaz
6° B
                                                                              Mi cuento
Yo era un niño muy especial y se preguntarán por qué.
Resulta que hace 30 años atrás, yo era un estudiante como ustedes…muy, pero muy desordenado en la sala de clases en los recreos, con los profesores y mis notas era muy bajas.
En la escuela todos tenían paciencia conmigo, en especial mi profesora jefe.  La señorita Mariana.  Un día ella se acercó a mi escritorio y me dijo: “Brandon, tienes que cambiar para que seas un hombre de bien cuando llegues a ser adulto”… y de verdad que esas palabras se me quedaron grabadas en mi cabeza.
En casa era lo mismo todos los días.  Mis papás en sus trabajos, llegaban cansados y cuando estamos juntos sólo era para escucharlos discutir.
Ellos siempre se peleaban por mis notas, por mi comportamiento porque ya no sabían qué hacer conmigo.
Yo lloro de ver esto todos los días y en eso me acuerdo de las palabras que me dijo mi profesora Mariana.
Al día siguiente, me levanto, me voy a la escuela, saludo a mis profesores, pongo atención en clases y mis notas han mejorado bastante.
Ahora mis papás ya no se pelean por mis notas, compartimos juntos y salimos.  Me ayudan hasta con mis tareas y me siento muy feliz.
Gracias a la paciencia de mis profesores ahora me toca a mí ayudar a mi colegio, por eso ahora yo voy a ayudar a mis alumnos del colegio Macaya a estudiar porque me convertí en un profesor.
Brandon Tello Durán
6° B
 
                                                               Javier y sus cinco deseos
Era una vez un niño llamado Javier que le apasionaba los súper-héroes y los dibujos anime.
Un día su abuela Inés le regaló una cajita la cual contenía velas adornadas con diferentes súper-héroes y dibujos anime.  En la primera estaba Flash, en la segunda Goku, en la tercera estaba Luffi, en la cuarta El hombre Invisible y en la última no había nada.  Él no estaba tan contento porque las velas no hacían nada.  Su abuela le dijo que si apagaba una se convertiría en el súper héroe que pagará.  Él creía que sólo lo decía para sorprenderlo.
Al otro día iba a su colegio nuevo en el cual tenía que levantarse bien temprano como a las 6.00 am para ducharse, cambiarse, etc.  En eso se demoraba una hora entera y en ir se demoraba 1 hora y media.  Cerraban a las 8.15 de la mañana.  Él estaba tan cansado y tenía que sacar un pase para entrar al colegio.  Sacó el pase y entró.  Su profesora llamada Ana dijo: ¿por qué tan tarde Javier?, y él respondió que su casa quedaba muy lejos.  Ana dijo que él es su compañero nuevo llamado Javier y él saludo, pero nadie respondió.
Tocaron el timbre para ir a casa y fue triste por no hacer amigos.
Llegó a su casa triste y su mamá llamada Andrea le dijo a Javier que botaría la caja con velas.  Javier pensó y dijo: “mamá, préstame la caja”.  Ella se la entregó y él se fue  a jugar a su pieza, sopló y no cambio nada.
Al otro día despertó a las 06.00 de la mañana y se demoró en cambiarse, bañarse, etc.   Él pensó que era más rápido y que el regalo de su abuela si había funcionado.  Se demoró media hora en llegar a la escuela, no había casi nadie en la escuela porque era muy temprano.  Espero 1 hora entera para que lleguen sus compañeros.
El día siguiente quería ser tan rápido porque esperaría a sus compañeros así que encendió la segunda vela y la sopló.  Al otro día apareció con un poco de fuerza.  Se visitó normalmente y pensó que voló hasta la escuela y aterrizó en la puerta de la sala.  La profesora le preguntó de dónde había sacado esos músculos y Javier respondió que haciendo ejercicio y comiendo sano.
Al día siguiente no encontraba la caja.  La buscó por todas partes y no estaba así que cuando venía de la escuela la buscó, pero me gusta ese traje, dijo Javier.  Se fue a la escuela volando y aterrizo en la puerta de la sala y le dijeron lo mismo que el día anterior.  Llegó a su casa y la buscó.  Estaba debajo de la almohada y se durmió.
El día siguiente estaba cansado de levantarse así que sopló la tercera vela.  Él se veía  como un fideo porque era Luffi.  Estiro el brazo hasta su ropa se cambió en la cama.  Se duchó y se fue caminando a paso largo.  Llegó y la profesora le preguntó por qué estaba tan delgado y él respondió que había comido muchas frutas y al terminar la clase se fue a su casa.
Al día siguiente le tocaba una prueba de Ciencias Naturales y no se quería sacar un 2.0 así que encendió la cuarta vela y la sopló.  Se hizo invisible y dijo que para qué se pondría ropa si lo verían.  Llegó a la escuela y se dio cuenta de que si era invisible no podía hacer la prueba.  “Por Dios, no pensé en eso”, se dijo.  Entro a la dala y dijo “acá está Javier” y nadie lo escuchó.
Se fue a su casa bien triste por haber hablado, entró en su casa y vio a su mamá preocupada.  Él dijo mamá, qué te pasa y la mamá alcanzó a escuchar un poco y dijo “¿dónde estás Javier?” y él respondió que al lado y la mamá le dijo que no lo veía y él le contó que era invisible.  Mamá que daría por ser normal de nuevo…pensaba Javier.  Se fue a su pieza y encendió la quinta vela, la sopló y se quedó dormido.
Se despertó, se miró al espejo y se veía normal.  Estaba tan contento que despertó a su mamá y dijo: “mamá soy normal” se cambió rápidamente y se fue corriendo a la escuela.  Llegó, sacó el pase y entró a la sala.  La profesora le dijo que por qué había faltado ayer y él respondió porque me hice invisible y todos se rieron y él dijo que cuando sus abuelos le quisieran regalar una cajita con velas dentro, vieran lo que pasa.
Cristofer Maldonado
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                                                           El año nuevo de Pedro
Ya han pasado las vacaciones de verano y Pedro debe regresar a clases, él felizmente pasó a octavo año A en el colegio Macaya que se encuentra muy cerca de su casa, lo que él no sabe es que se encontrará con nuevos compañeros, nuevos profesores y otras asignaturas que no conoce.  El primer día, la madre de Pedro se levantó muy temprano para entregarle la colación y a la vez despertarlo, ya que el primer día siempre cuesta levantarse, no como el padre que siempre se levanta antes que todos ya que tiene que llegar temprano a su trabajo, llegando al colegio Pedro se sentía muy nerviosos hasta que se encontró con sus compañeros del año anterior.
¡Hola Pedro! Dijo uno de sus compañeros.
¡Hola José! ¿Sabes en qué sala nos tocó?
-No, pero sé que es en octavo año A.
-¿Cómo lo sabes?
-Mi mamá vino al colegio a preguntar.
Después de conversar con sus compañeros, Pedro fue a clases donde cada uno se presentó.
Y ahí, se dio cuenta que estaba uno de sus compañeros que se burlaba de él, el año anterior, y a la vez hacia que todos los demás no lo hablaran y también dejar de ser querido y popular, y más encima se burlan de él justo cuando está cerca de él la niña que le gusta llamada Francisca, entonces Pedro se aburrió de siempre ser molestado y fue a decirle al Inspector General llamado Luis Ramírez, y él tuvo una charla con Pedro y tomó la fran decisión de expulsar al niño molestoso.  La madre tuvo un gran reclamo, pero el inspector sin ninguna palabra que decir dejó la decisión así, entonces Pedro quedó como un niño de mamá todos lo veían así, menos Francisca que lo veía como un niño valiente que no sólo para defenderse hay que pegar si no, avisar a un adulto entonces Francisca se enamoró de Pedro y él le confesó que también lo estaba y fueron novios y vivieron felices por siempre.
Nataly Negrón
6° B
 
La gran aventura de aprender                                                                                                                                                              
Hace mucho, mucho tiempo había un niño llamado Leonardo.
Leonardo era muy flojo en su escuela, no hacía las tareas, no estudiaba y a causa de eso se sacaba malas notas en las pruebas y era muy irresponsable en traer sus trabajos y materiales.
Un día en el colegio, el profesor les pidió a los niños del curso estudiar lo de sus cuadernos que les daría  a los niños un gran promedio final.  Todos los niños al salir a recreo sacaron sus cuadernos y comenzaron a estudiar, excepto Leonardo que se quedó jugando solo con su celular todo el recreo.  Al tocar la campana, el profesor quiso saber si los niños habían estudiado un poco en el recreo y tomo al azar a disertar a los niños.
Leonardo fue el primero en salir al pizarrón.  Leonardo no sabía  nada y se quedó ahí parado.  Todos los niños se rieron de él.  El profesor se entristeció y al tocar la campana de la salida el profesor llamó a Leonardo y el profesor y Leonardo fueron a la biblioteca.  El profesor dejó al niño sentado en una silla mientras él buscaba un libro de lenguaje.  Lo encontró y se sentó al frente de Leonardo y comenzó a enseñarle tranquilamente.
Leonardo lo miraba extrañamente mientras que el profesor todavía le enseñaba.  Después de varias horas Leonardo lo miró feliz y lo escuchó muy atentamente, el profesor terminó de enseñarle y lo llevó a su auto y lo llevó a la casa de Leonardo.
Leonardo le dio las gracias por enseñarle y venir a dejarlo.  Al otro día Leonardo se fue feliz al colegio y recordó que hoy tenía prueba de matemática.  Abrió su mochila y sacó su cuaderno de matemática y comenzó a estudiar.  Llegó al colegio y la profesora le entregó la hoja de prueba.  A los 45 minutos terminó la prueba.  Leonardo se la entregó a la profesora y ella quedó muy impresionada y en frente de todo el curso lo felicitó porque se sacó un 7.0 y Leonardo y siempre se sacaba un 2.0 en todas las pruebas. 
La profesora llamó a sus padres para felicitarlos por su hijo que se había sacado un 7.0 porque nuca se sacaba esas notas y hasta hoy el niño sigue estudiando gracias a su querido profesor que le enseñó la gran aventura de aprender que se enseña desde todos los colegios de todo el mundo, pero hay un colegio que enseña mejor que todos esos y ese colegio se llama Macaya.
Lorenzo Fuenzalida
6° B
                 Mi escuela embrujada
Era una vez una escuela llamada Maclois.  Había de todo tipo de especies como brujos, brujas, duendes y búhos elefantes.  Yo era un búho elefante.  Era el único de todo el colegio.  En verdad yo era el más extraño de todos. 
En el colegio nadie me quería, pero por suerte tenía a mi mejor amigo, amigo de verdad, no falsos amigos.  Mi amigo era un grandioso brujo.  Él me ayudaba en lo que quería como zapatos, lentes, helados, galletas, etc.  Yo era el más tonto del colegio y todos me hacían bulling, pero mi amigo siempre impedía eso.  En ese momento paso la bruja más bonita de todo el colegio Maclois.  A mi gran amigo le encantaba esa bruja y yo le dije: “¿por qué no le pides matrimonio? Si tienes todo lo necesario” y mi amigo me preguntó si estaba loco.  –Crees que se fije en un chico como yo-me dijo.
-¿por qué no?-  Te lo repito.  Tienes todo lo necesario…todos los trucos de magia, además la boda sería genial y yo quiero estar en tu boda. 
Ahí estaba la segunda bruja más linda del colegio.  Esa será mi novia y mi amigo dice: “a ver, tú pídele matrimonio a esa chica…” y yo dije que no me atrevería a decirlo porque me falta el anillo de compromiso.  Él dijo “a mí igual y además crees que se fijarían en unos chicos como nosotros” y yo le dije que no sabía, pero será mejor decirle lo más antes posible o si no se la llevarán otros chicos y mi amigo me dijo “bueno, oye se me ocurrió una idea: ¿qué tal si te hago una apuesta?” y yo pregunté qué tipo de apuesta y él me dijo que los dos le pidiéramos matrimonio al mismo tiempo y yo le dije que bueno. ¿Cuándo iremos? Y él me dijo que mañana en la mañana y yo le pregunté por los anillos y mi amigo me dijo que los compraríamos en la mañana y en la tarde les propondríamos matrimonio.
Al día siguiente mi amigo me tiro agua y me desperté rápidamente.  Me levanté, me duché y me cambié de ropa en mi habitación.  Yo y mi amigo nos fuimos a la joyería más grande de Chile que se llamaba Jorlazi.  Compramos los anillos más caros y nos fuimos a preparar con nuestros trajes lujosos.  Nos pusimos un traje blanco con una corbata negra.  Cada uno fue a casa de las chicas con el hermoso anillo. 
Mi amigo le preguntó a la bruja si quería casarse con él, pero ella dijo que estaba sorprendida.  También preguntó que día sería la boda y yo le dije que en una semana más y el brujo de mi amigo dijo que me esperaría y mientras se iba a la casa de la segunda bruja.  Mi mejor amigo se fue a su casa a pesar de las cosas de la boda y llegué a la casa de mi mejor amigo.  Me dijo que me acompañaría, a mí, el búho elefante y su mejor amigo fuimos a la puerta y mi amigo detrás de unos arbustos y golpeé la puerta y le pregunté a la segunda bruja más linda si se casaría conmigo y ella respondió que claro que sí.  Entonces le dije que la boda sería en una semana más y la bruja dijo que iría como mi esposa.  Mientras me iba vi que ella estaba muy contenta.
A la semana después tenía todo preparado.  Torta de dos pisos, alfombra y de todo.  Era espectacular y lo más bonito de todo era el momento en que llegaron las novias.  Se bajaron de una limosina de 10 metros.  Iban con trajes espectaculares al casamiento y el cura dijo: “brujas, aceptan a estos chicos como sus esposos” y las dos dijeron que sí, que aceptaban.  Después nos preguntó a nosotros y contestamos angustiados que sí.  Ellas se pusieron de espaldas y tiraron el ramo y todos vivimos felices por siempre.
Jhon Pool Bahamondes M.
6° B
                                                           El colegio, mi segundo hogar
En el año 2004, en Alto Hospicio y en un costado del Cerro La Tortuga, se construyó un colegio con la esperanza de vivir en un futuro mejor entregando a muchos niños la oportunidad de aprender y desarrollarse como personas de bien, cultivando cualidades y valorar para poder enfrentar con dignidad un mundo que tienen por delante.  El nombre de este colegio es Macaya que significa “Nido de Aguilas”.  Ya habían transcurrido dos años del inicio de este colegio cuando un niño llamado Benjamín Espina cortó el lazo que unía su vida a su hogar y madre y se integró el año 2006 a pre-kínder con la disposición de aprender y relacionarse con su nueva familia que estaba constituida de profesores y compañeros, que en conjunto aprendieron el camino de las palabras, colores y números y que al final de ese año, ya estarían preparados para la nueva etapa que los esperaba porque cada año era algo nuevo.  Tanto los cambios de sala como conocer a alguien nuevo.  Modificarnos a nuevas estructuras que mi nuevo hogar iba adquiriendo.  Con decir que cuando llegaba fin de año y venían las vacaciones, él las disfrutaba pero anhelaba volver lo más pronto a su otro hogar porque extrañaba volver pronto a su nuevo hogar y ver a sus compañeros y educadores y la incertidumbre de ver los cambios y novedades porque él estaba creciendo y su colegio también lo hacía junto a él.  Así, él trataba de adaptarse para no sentirse diferente.
Así han pasado 8 años en los cuales ahora él se desenvuelve con confianza y seguridad, haciendo siempre sus mejores esfuerzos, siendo un ejemplo para los demás.
Cada año sus padres siembran la esperanza de que él será alguien de bien y obtendrá un buen resultado como una familia unida ya que él ahora tiene dos hogares.  Su casa y su colegio.  Ambos poniendo su porcentaje de apoyo para Benjamín y para cada miembro que componen este establecimiento y también para los niños que vendrán.
Benjamín E. Espina Villegas
6° B
                                                                         La escuela
Una vez un niño fue a la escuela y era bien pequeño y la escuela muy grande, pero cuando el niño vio que podía ir a su clase directamente desde la puerta de afuera, él se sintió feliz y la escuela no le parecía tan grande, así una mañana cuando él hacía poco que estaba en la escuela la maestro dijo: “Hoy, vamos a hacer un dibujo”.  –Bien- pensó él, porque le encantaba dibujar animales y diferentes cosas como eones, tigres, gallinas y cacas, también trenes y barcos.  Tomó su caja de lápices y comenzó a dibujar, pero la maestra dijo: “!esperen!, aún no deben comenzar” y se detuvo hasta que todos estuvieron listos.
-Ahora, vamos a dibujar flores- dijo la profesora.  Entonces el niño dibujó flores muy lindas con lápices rojos, naranjos y azules, pero la maestra nuevamente les dijo que esperaran porque ella les enseñaría como hacer las flores y pronto dibujó una flor roja con un largo tallo verde. 
Después de la explicación todos podían comenzar.  El niño miró la flor de la profesora y la de él, y le gustaba más la de él.  Guardo su dibujo e hizo una flor como la de la maestra, roja con tallo verde.
Otro día cuando el niño abrió la puerta de afuera, la maestra les dijo que trabajarían con plasticina.  El pequeño estaba feliz porque había practicado mucho en casa y sabía hacer muñecos de nieve, elefantes, autos y camones.  Tomó la plasticina y comenzó a amasarla.  La maestra dijo que harían una víbora.  El niño hizo muchas de diferentes tamaños, pero la profesora dijo que le enseñaría como hacerlas.  Al terminar la niña vio la víbora de la profesora y la de él, y le gustó más la de él, pero nuevamente no dijo nada e hizo lo que la profesora indicaba.
Así el niño aprendió a esperar por instrucciones y a observar como hacía las cosas la profesora.  Un día sucedió que el niño y su familia se mudaron a otra casa en otra ciudad y el pequeño debió ir a otra escuela.  Esa escuela era mucho más grande que la primera.  También tenía una puerta hacia afuera, pero no llegaba al salón y el niño debía subir escaleras para llegar al salón, pero a pesar de las diferencias entre uno y otro colegio fue que donde estuviese él había aprendido a escuchar a sus profesores y también a los adultos y comprendió que escuchar es importante antes de actuar.
Johanka Mamani Mamani
6° B
 
La escuela rural
Yo me llamo Augusto, soy el octavo hijo de mis padres.  Vivo en el campo y para ir a la escuela tengo que levantarme muy temprano, para ello doy inicio a mi cuento.
En la mañana me levanto a las 5 de la mañana conjuntamente con mi mamá, tomo mi desayuno y luego preparo mi mochila con lo que me da mi mamá como colación.  Mi papá me prepara el burrito que me va a llevar a la escuela y me tengo que poner un chaleco reflectante y mi gorrito para protegerme del frío para que con el chaleco me vean de lejos y así doy inicio a mi viaje para ir a la escuela a las 6.00 a.m.
En la mitad del camino me desvío para ir a la casa de  mi amigo Juan para buscarlo en mi burrito y llevarlo a la escuela,  mi amigo Juan nació con un pie deforme y no puede caminar, nosotros realizamos el viaje montados en el burrito.  Tenemos que cruzar un río por lo que nos trasladamos en bote con el burrito.  Llegamos a la escuela a las 7.30 am, las clases comienzan a las 8.00 y después de  que la profesora pasa la lista comienza las clases.  Tenemos un recreo de 30 minutos escolar.  Tenemos un profesor hombre el cual nos enseña matemática, historia, geografía y ed. Física.  Cuando nos toca educación física nos enseña defensa personal.  En el patio hacemos práctica de fútbol.  A la hora de colación me junto con mi amigo Juan y compartimos lo que tenemos.  A la salida de la escuela nos subimos a mi burrito para regresar a nuestras casas.
El día sábado me junto con mis amigos a jugar en la cancha que está cerca de mi casa.  Los días domingos ayudo a mi mamá con los quehaceres de la casa, a  mi papá le ayudo en la huerta de la casa, a recoger las frutas de los árboles, retirar las lechugas, tomates, zanahorias.  En la granja que le tiene retiro los huevos de las gallinas, doy de comer a los animales, a mi burrito le hago su aseo, le limpio su establo y le doy su comida.
A mi abuelita la visito una vez por semana.  Le llevo flores y frutas, voy con mis hermanitos, pasamos un rato agradable con ella, tomamos té con mis hermanos. 
En mis vacaciones me voy con unos familiares a China para conocer sus costumbres calles y a su gente.  A mi regreso le traeré un presente a mi amigo Juan.  En mi pueblo en el día de la Virgen viene mucha gente y realizan bailes, es muy bonita la fiesta.
Fernando Arteaga Barrientos
6°B
                                                               El hijo del jardinero

Había una vez, un niño llamado Pablo.  Él tenía 10 años, al nacer su madre falleció por lo que él vivía sólo junto a su padre.
Pablo se levantaba muy temprano para ir al colegio junto a su padre, él estudiaba en un colegio llamado MACAYITO el cual quedaba muy distante de su hogar.  Todos los  días recorrían en bicicleta su pueblo de punta a punta corriendo el riesgo de los automóviles y perros vagos los cuales los atacaban cuando pasaban en sus bicicletas.
Camilo, su compañero de curso, siempre lo molestaba, porque era hijo del jardinero.  Pablo le contó a su padre y él se puso a llorar debido a la rabia de no poder hacer nada, con lo cual Pablo le dijo: “papito no llores porque yo soy muy feliz con nuestra vida, soy un buen alumno y con muy buenas notas, seguiré estudiando hasta llegar a ser un profesional”.
El padre de Pablo fue a conversar al colegio con la directora, sobre el problema de su hijo, la directora le dijo: “no se preocupe.  Hoy mismo personalmente solucionaré el problema”.
Producto de esto mismo Camilo se acercó a Pablo ofreciéndoles disculpas y comprometiéndose a que nunca más lo volvería a hacer.
A lo cual Pablo le contestó: “Muchas gracias, no te preocupes porque yo soy, y a mucho orgullo el hijo del jardinero y con mi vida soy muy feliz, ya que mi padre me quiere mucho y siempre se sacrifica por mí”.
La admiración que tenía Pablo sobre su padre era enorme debido a que él veía a diario el esfuerzo de su padre y todos los puntos en contra que tenían, pero a pesar de todo su padre siempre lo apoyaba y ayudaba en su colegio y en todo ámbito.
Patricia Luna Rodríguez
6° B
                                           
                                                                 Los súper amigos
Hola.  Mi nombre es Camilo Contreras y les vengo a contar mi viaje y mi experiencia de cambio de escuela.  Yo nací en el año 2002 en un pueblito llamado Huarasiña que queda entre montes y cerros al interior de la ciudad de Iquique.
En mi pueblito tengo muchos amigos porque hemos crecido y jugado juntos, pero ahora que ya tenemos diez años viene un momento muy difícil en nuestras vidas que es cuando tenemos que cambiarnos a la ciudad para continuar nuestros estudios para poder ser profesionales o sino quedarnos aquí para trabajar con nuestros padres la tierra y no tener un título o una profesión.
En lo personal, a mí me gustaría mucho quedarme aquí juntos a mi papás, trabajando ya que estoy acostumbrado a hacerlo y puedo jugar con mis amigos todo el día y poder pasear a los animales que tiene mi abuelo y alimentarlos y sacar todo el provecho que la naturaleza nos entrega en este lugar.
No les había contado que mi muy buen amigo Cristóbal.  Él es como mi hermano ya que sus padres con los míos se conocen desde chicos y cuentan sus aventuras de todo lo que han vivido y son muchas.  Nos reímos bastante cuando se juntan a almorzar porque nuestras familias suelen hacerlo por lo menos una vez al mes.
Cristóbal no sabe si debemos quedarnos o irnos a la ciudad, pero nuestros padres dicen que es lo mejor para nosotros para que no sigamos las mismas vidas.  Cuando jugamos con nuestros amigos es muy divertido, sobre todo en vacaciones que es cuando llegan todas las familias a nuestro lindo pueblo.
Sólo nos quedan poquitos días para el gran cambio y con Cristóbal hemos pensado en jugar una broma a nuestros  padres y escondernos durante tres días para que no nos cambien de colegio.
¿Se imaginan tres días sin que nadie sepa nada de nosotros?  Sería una gran aventura, ya que en nuestro valle tenemos muchos lugares donde escondernos.
No sabemos cómo es la ciudad y los niños de allá querrán ser nuestros amigos, o nos rechazaran por venir de tan lejos.  Para nosotros es como si no cambiaran de mundo porque todo lo que conocemos es aquí y no la vida de la ciudad.
Cristóbal me contó que su hermano Mauricio cuando se fue a la ciudad tuvo muchos problemas con sus nuevos compañeros.  Eran muy crueles con él, pero después se supo ganar su amistad y confianza.  No sé si podré aguantar tantos días lejos de mi ambiente del río y de todos los animales que tenemos aquí.
Nos levantamos muy temprano para comenzar con las labores, pero no es una molestia porque para nosotros es una aventura casa cosa que se realiza.  El otro día  tuvimos que ir con mi abuelo a cortar pasto para alimentar y cazar los conejos que él tiene que son muy difíciles de atrapar porque ellos han hecho cuevas en los montes y mi abuelo tiene que dejarle comida  y hace una trampa para poder atraparlo y cuando les toca ir a pasear, los llamitos y cabritos es muy agotador porque tenemos que caminar muchos kilómetros para que ellos se alimenten y tomen agua.  Bueno les cuento que en mi colegio somos muy pocos niños y mi papá me cuenta que en su tiempo, las salas estaban llenas, pero por motivos de estudio muchas familias han emigrado a la ciudad y con Cristóbal, a veces, nos imaginamos como serán  nuestros nuevos compañeros, serán pesados, serán chistosos, serán ordenados, serán buenos para el fútbol o si les gustará tener nuevos compañeros.
Tenemos tantas preguntas que sólo cuando lleguemos al nuevo colegio lo podremos saber.  Este lunes cuando estemos allá sabremos si es grande o pequeño y  de qué color es.  Estamos nerviosos, pero nuestros papás nos dicen que no nos preocupemos.  Al llegar nos recibe el Director que es muy amable y nos explica las condiciones y reglas del colegio y después nos manda a nuestras salas.  Lo bueno es que quedamos en el mismo curso, así que tan solo no nos sentimos.
Nuestros compañeros se ven muy alegres, son todos muy simpáticos así que quedamos muy contentos, nada que ver con lo que nosotros nos habíamos imaginado.  Pensábamos que los niños de la ciudad eran más pesados. 
Quedamos los dos seleccionados en el equipo de fútbol de nuestro colegio y tendremos que ir a jugar a otros colegios y si ganamos a otras ciudades seremos campeones.  Ya no solamente conoceré mi pueblito y esta ciudad así que estamos muy contentos por eso ahora solamente a estudiar mucho para darle toda la alegría a nuestros padres que tanto sacrificio han hecho por nosotros, nos sacaremos puros 7.0 y ganaremos todos nuestros partidos. 
Esta es mi historia y de mi súper amigo Cristóbal.
Jorge Guerra
6º B
                                                                            La Chinita
Había una vez una chinita que vivía con su madre y su padre en una casa bonita.  Un día la madre le dijo a su hija que debía despertar para ir a su primer día de clases.
La pequeña insecto saltó de su cama y la chinita me miró y se dio cuenta que no tenía ropa.  La mamá dijo que tenía todo listo y la cambió, la peinó y puso cintas rojas, perfume y le dijo que se portara bien en la escuela.
La chinita estaba muy contenta y a la misma vez nerviosa porque era su primer día de clases y esa mañana partió a la escuela llena de ilusiones.
Al principio estaba toda entusiasmada.  Le gustaron las clases de música, las clases de naturaleza del profesor Grillo y dar vueltas sobre si misma en las clases de educación física del profesor saltamontes.  Ella en su sala de clases encontró a su amiga mariposita y a todos sus primos.  Todo estuvo muy bien hasta que un día en la mañana su madre la despertó y la chinita no quería ir a al escuela y su mamá le dijo: -¿hijita, por qué no quieres ir a la escuela?- A lo que su hija respondió: “No quiero ir porque me aburro de la rutina”.
Llego la tarde y la chinita no fue a clases y en ese momento llegó su papá y le preguntó por qué había faltado a clases a lo que la niña respondió que se aburría mucho allí.  Su padre, muy comprensivo, le preguntó qué le gustaría ser cuando grande y nuevamente la chinita respondió: “profesora”.  –Aahhh-, respondió al padre.  ¿y dónde aprenderás todas las cosas que necesitas saber para ser profesora?  Luego de pensarlo un poco la chinita sonrió y respondió: “!En la escuela, tengo que ir a la escuela todos los días!”.
Al día siguiente, sus compañeros de curso, sabían del regreso de la niña y la esperaban con globos, guirnaldas y mucha música.  Ella empezó a bailar con su mejor amiga que era una mariposa y estudió mucho hasta que llegó a ser una profesora.
Damari Mamani
6° B
 
                                                               Camino hacia el poder
Era mi primer día en una escuela diferente.  Yo no la conocía, no sabía que personas habían ahí.  Yo estaba feliz en mi escuela anterior, pero me cambiaron a esta escuela cuyo nombre es Antonio Rúfelo. 
Voy en 3º año básico B, estaba tratando de concentrarme cuando escucho que una persona me llama: ¡Germán!, ¡Germán!  Yo no sabía quién era, pero me señalaba que entrara a un aula.  Entré y me mando a sentarme.  Se presentó a todos los alumnos diciendo que era la profesora de lenguaje, nuestra profesora jefe y que se llamaba Josefa Carrye, luego hizo que todos se presentaran uno por uno.  Me puse nervioso porque prefiero pasar desapercibido y también porque tengo un problema llamado dislexia y no pronuncio bien las palabras, aunque mi madre dice que con esfuerzo podía ser el mejor e ir por el camino del poder y esa parte no la entendí mucho. 
Era mi turno de presentarme  y las palabras no me salían por el nerviosismo, pero dije: “Mi noiumbre es Germán Torres y tiengo 8 años”, en ese momento la mayoría se rio de mí por mi mala pronunciación.  La profesora regañó al curso y yo estaba a punto de llorar, pero eso empeoraría las cosas así que no hice nada.  Al final de la clase la profesora me llamó y me dijo que porque no pronunciaba bien y le conté sobre mi problema.  A la clase siguiente nos tocó con otra profesora, era de inglés y apenas entramos les dijo a mis compañeros que no se burlaban de mí porque tenía un problema llamado dislexia.  Yo pensé que al saber lo que me sucedía dejarían de reírse de mí.
La profesora escribía en inglés y yo lo escribía en mi cuaderno y cuando un compañero gritó: “miren a Germán, el disléxico escribe mal hasta en inglés” y todos se rieron de nuevo y esta vez sí me puse a llorar y la profesora los retó.
Al llegar a mi casa le pregunté qué cómo podía dejar de ser disléxico y me dijo que tenía que estudiar y practicar las palabras y las materias que me pasaban en el colegio.
Desde entonces me puse a estudiar duramente para que no me molestaran.  Me decían osas como “hoila comoie estao” y cuando trataba de defenderme, pero lo empeoraba más y se burlaban más.  Estudiaba uno, dos meses y luego sin darme cuenta empezaba a decir las palabras bien, pero no me bastó con eso me quería superar y le pregunté a mi madre qué dónde podía prender más palabras y ella me dijo que en el diccionario habían muchas palabras con sus significados.  Empecé a estudiarlo mientras hacía mis tareas del colegio y a fianl de año me seguían molestando, pero un poco menos, más molestaban a mi único amigo que era muy inteligente y lo molestaban por eso y me puse a pensar… : Molestan a los niños con problemas y a los inteligentes entonces que son ellos no le di vueltas más al asunto y terminé el año, no saqué ningún lugar mientras que mi amigo sacó el primero.
Todas las vacaciones me puse a estudiar y al entrar al colegio me seguían molestando a mí y a mi amigo, pero yo ya no me confundía.  Hablaba de una forma correcta gracias al diccionario y la profesora me felicito por mi desarrollo.  Mi amigo hizo lo mismo.  Mi madre había notado eso y me dijo abrazándome “sigue caminando” y fue ahí cuando me di cuenta que el camino que seguía era el del estudio.  Un poder que muchos quieren tener, pero pocos se esfuerzan  por recorrerlo y más pocos son lo que caminan hacia el final y llegan.  Saber que yo era una de esas personas que caminaron y lo seguirán haciendo me hizo tener la cabeza en alto.  En los días de colegio mis compañeros, lo que se burlaban de mí, eran los que más me pedían favores en las pruebas, pero yo les ayudaba de otra forma de una forma en la cual pudieran dejar de depender de los demás y cosechar por su cuenta, era fácil porque lo único que les decía cuando me pedían favores era que SIGUIERAN CAMINANDO…
Denilson Camilo Torres Cortes
6º B
                                                                              El colegio
Mis inicios en el colegio fueron totalmente inesperados.  De un momento a otro crecí y ya no era un bebé, sino una niña de 5 años que ya estaba en la etapa de la infancia.  Con mi mamá íbamos caminando hacia el colegio y tenía mucha miedo de dejarla sola.
Llegamos al colegio y en ese momento me puse a llorar como todo niño o niña se ponen a llorar en su  primer día de clases.
Entré y sin querer le pegué a la tía de pre-kínder y tenía como mucha rabia de dejar a mi mamá sola, pero cuando entre una niña me recibió con mucho cariño y empezamos a hablar.  Nos hicimos las mejores amigas, también otra niña que no me recibió muy bien porque por ejemplo, yo me juntaba con mi mejor amiga y ella se ponía celosa de todo y comencé a crecer.
 Fui aprendiendo a ser más sociable, siendo participativa como por ejemplo actué en una obra del colegio, fui la zanahoria, fui sacando más personalidad y aprendiendo a leer, etc.
Tuve muchas tías de pre-kínder y kínder que les tuve y siempre les tendré mucho cariño.  Siempre he tenido  muy buena relación con los profesores, he tratado de ser muy buena alumna, hasta ahora ha sido una gran experiencia, me encanta aprender y me divierto en el colegio.
Tampoco no ha sido tan fácil porque ha habido muchos cambios, porque  cada vez que uno pasa de curso cambian los profesores y uno ya se acostumbra a un solo profesor entonces para mí fue súper difícil porque en cada despedida me pongo a llorar, porque yo soy súper sensible.
Mi materia favorita es inglés y lenguaje porque son como entretenidas.
Me gustan los talleres extraescolares como coreografía, el taller de inglés, etc.
Los libros que nos hacen leer me parecen muy interesantes porque mi imaginación y mi inteligencia crecen y a veces leo libros que nunca he visto como de esos tipos, me encantan y sobre todo el libro que más me gustó que fue: “Ay, ¡cuánto me quiero!” Porque ha sido uno de mis favoritos.
La escuela ha sido una aventura donde te pasan cosas interesantes, educativas que me servirán para un futuro lleno de aprendizaje, porque lo que estudiaré cuando grande que será “Obstetricia”.
A veces es agotador y cansador estudiar, pero son metas y etapas que debo cumplir para ser alguien importante en la vida.
Nunca he tenido la necesidad de cambiarme de colegio porque en el que estudio siempre he tenido apoyo.  Estoy contenta porque he tenido buenos compañeros, buenos profesores y el apoyo de mi familia.
Millaray Villegas Escobar
6° B
 
Colegio Macaya
Hola.  Mi nombre es Francisco Javier Pedrero Farías.  Nací el 09 de febrero del año 2000 en la ciudad de Iquique (clínica Tarapacá).  Mi primer día de jardín fue en el año 2005 y se llamaba “Nidito en la ciudad de Iquique”.  Me gustaba como eran mis tías porque nos contaban cuentos, nos sacaban a pasear y cuando llegaba la hora del almuerzo, nos sentábamos en la mesa y traían cosas muy, muy ricas.  Me sentí muy querido y apoyado por ellas.  Son recuerdos muy lindos.
Después me fui al colegio “Pablo Neruda” y las cosas fueron difíciles ya que ahí no me fue tan bien como pensaba.  Mis compañeros no eran muy buenos como yo creía.  Venían de internados, usaban manoplas, cadenas para agredir a otros niños, escupían, me pegaban, me daban vuelta el yogurth en  la mochila y si les sobraba me lo tiraban en la ropa.  Aguanté cuatro años hasta que mis papás me cambiaron de colegio porque me sentía demasiado mal.
Me fui al colegio Ñusta Kori y tampoco me fue muy bien porque en el colegio anterior estábamos muy atrasados en la materia y también era muy malo y a mí no me gustaba no sé por qué.  Tal vez eran mis compañeros o los profesores, o tal vez los inspectores, pero repetí un año porque se me hizo muy difícil.  Contenidos que no entendía: divisiones, multiplicar, todo era muy extraño.  Después me fui a Alto Hospicio y estaba sin colegio.  Buscamos y buscamos hasta que encontramos el colegio Macaya y no me querían aceptar porque decían que tenía una laguna, o sea, que había pasado mucho tiempo en que yo no estuve en colegio y entonces mi mamá tuvo que hablar con una abogada y ella le dijo a mi mamá que era una obligación que me aceptaran en cualquier colegio que a mí me gustara porque de no ser así, eso era una especie de bullying o discriminación.  Así es que yo escogí el colegio Macaya.
Después de hablar como tres horas, nos dijeron que una mamá había retirado a un niño y existía una matrícula disponible y que yo fuera al día siguiente.  Me fui a casa y espere hasta que llegó la noche.  Me fui a acostar y a la mañana siguiente me levanté temprano y me fui al colegio acompañado de mi papá.  El colegio no era como lo imaginé porque eran muy unidos y me sentí muy acogido.
Francisco Pedrero
6° B
                                                               Cambio de ciudad           
Hace mucho tiempo mis papás decidieron cambiarse de casa y de ciudad por muchas razones.  Por el trabajo de mi papá, mi hermano que tenía que ir a jugar a otro club, pero que no le fue tan bien y otras cosas más.  Todo esto no fue muy bueno para mí porque yo no estaba de acuerdo.  Me rehusaba a dejar a mis compañeras de curso, a mis amigos, mis familiares aunque la decisión ya estaba tomada y no me quedase más que aceptar y siempre se me dijo que sólo era por un año nada más.  Eso quería decir que tenía que hacerme el ánimo de irme, hacerme el ánimo de imaginar que iba a encontrar en este nuevo lugar, el ánimo de conocer nuevos amigos, nuevo colegio, etc.
Sin saber nada de lo que va a pasar, tengo que poner de mi parte para que todo salga bien y nos vaya excelente en todo lo que mis papás y hermano emprendan.  Sé que vamos a extrañar mucho a todos, pero el tiempo pasa rápido y en especial un año porque un año no es nada.  Voy a tratar de que me vaya bien en mi nuevo colegio y en mi nueva vida.
Constanza Ortiz
6° C
                                                               Eran los tres perritos
Había una vez un perrito callejero que enamorado de una vecina.  Llegaba a visitarla todos los días a la puerta de su casa.  Como es sabido son muchos los perros que se enamora de una perra, pero este era muy especial y fiel para siempre.
Una mañana el perro callejero llegó a casa de su enamorada, pero se encontró con la sorpresa de que ella ya no estaba.  Sus dueños habían decidido irse de la ciudad obviamente la perrita se fue con ellos; el perro muy triste se quedó y todos los días seguía esperando su regreso.  Ha pasado mucho tiempo y el perro aún vive afuera de la casa de su amada, pero ahora comparte la calle con dos perros vecinos; uno de ellos ladra demasiado y no hay auto que no se seguido por él.  El otro era muy tonto, pero mirando al ladrador aprendió rápidamente sus jugarretas.  Al conocer a estos amigos el perro enamorado pudo olvidar a su querida perrita.
Las travesuras con sus pares caninos lo hicieron famoso hasta que un día al barrio llegó una nueva perrita y viendo lo que pasaba frente a sus ojos el perro callejero recordó lo sufrido con su enamorada, por lo cual la ira lo envolvió y peleó con todos los canes que seguían a la perra blanca incluso con sus dos grandes amigos hiriendo mortalmente al perro labrador que agonizó dos días muriendo acompañado por sus dos amigos originándoles una gran pena que llevó a la separación de los tres perritos.
Andrea Carvajal Gómez
6° C
 
                                                       Las tres mosqueteras
Había una vez tres niñas que eran compañeras de segundo básico.  Estudiaban en un colegio llamado “Macaya” y eran muy buenas amigas.  Siempre trataban de estar juntas porque cada una de ellas tenía algo especial.  Un día que salieron juntas decidieron colocarse un nombre a su grupo: “Las tres mosqueteras”.
Las mamás de las mosqueteras siempre se colocaban de acuerdo para que ellas se pudieran juntar los fines de semana para platicar de las cosas del colegio en las que se divertían.  Tenían casi los mismos gustos sobre todo en la música, no así en el colegio, pero lo más que las caracterizaba era que eran traviesas como todo niño a esa edad, hasta en clases.  Se sentaban una detrás de la otra.  Eran muy cotorras y los profesores les llamaban la atención.  Una de las mosqueteras le gustaba conversar y un día llegó una de las mosqueteras muy triste y en clases les dijo: “compañeras, tengo que contarles algo que me ha sucedido, pero no quiero que se coloquen tristes” esperaron la hora de recreo y les dijo aquí no les podré contar porque es algo muy serio y quiero que estemos tranquilas.  Pasaron las horas y las dos mosqueteras estaba súper preocupadas y se miraban con cara de pregunta: ¿qué había pasado?  Hasta que llegó el momento.
-Ya queridas compañeras y amigas.  Para mí es súper difícil decirlo porque tengo mucha pena, pero saben…me voy del colegio-.  Las mosqueteras no entendían nada y con cara de asombro una de ellas dijo: “ ¿pero cómo?  Cómo es eso de que te vas, nos dejaras, qué haremos sin ti.  Ya no seremos las 3 mosqueteras y ¿a dónde te vas, te irás a otro colegio?”.
-Sí queridas mosqueteras, me voy de viaje a otra ciudad. 
-Cuéntanos bien.
-Lo que pasa es que mis papás y yo tendremos que acompañar a mi hermano a su nuevo equipo de fútbol por lo tanto nos iremos a Copiapó.  La mosquetera muy triste siguió: “No se preocupen, porque nunca me olvidaré de ustedes siempre estarán en mi corazón y antes que me vaya haré una fiesta de despedida” 
Las dos mosqueteras estaban muy tristes, pero le dijeron que le iría muy bien junto a sus papás y que la recordarían.  “Somos y seremos siempre las tres mosqueteras”.
Al día siguiente llegó la mosquetera a contarle a las otras dos mosqueteras que tenía una buena noticia.  “Mis padres dicen que nos iremos por un año y el tiempo pasa rápido y no nos daremos cuenta cuando estemos juntas otra vez”.
Bueno un poco más felices organizaron una fiesta de despedida.  Paso el tiempo y la mosquetera volvió al colegio para estar juntas otra vez.
Valentina Loyola
6° C
 
Los tres niños que perdieron todo
Érase una vez tres niños que lo tenían todo. 
Juan de 13 años y Pedro de 12 años y Daniel de 11 años.  Sus padres estaban alerta por los robos que habían estado sucediendo y vigilaban a los ladrones.  Una noche silenciosamente entraron los delincuentes y dispararon y se robaron la caja y quedaron huérfanos.
No tenían ropa, ni dinero, pero la directora los vio con lástima y les dio un hogar y alimentos y fueron felices para siempre.
Israel Mamani
6° C
                                                           El mejor Presidente
Había un niño que se llamaba Juan Pablo.  Él era un estudiante muy responsable que vivía en una linda casa y le gustaba porque siempre estaba limpia y es por eso que a él le molestaba mucho hacer clases en su sala porque siempre estaba sucia y hedionda.
El día lunes había consejo de curso e iban a elegir a la directiva entre los alumnos y él lo único que quería era que lo eligieran a él de presidente y en la lista nombraron a Juan Pablo y a otros dos compañeros.  Él iba perdiendo en la votación con cero puntos a su favor y el resto tenían cinco puntos cada uno y le faltaba por votar a seis niños y esos niños votaron todos por Juan Pablo y ganó la elección y pronto el niño estaba tan contento que al llegar a casa le contó a su mamá.
Ella junto a toda la familia se alegraron y lo felicitaron porque ellos sabían que Juan Pablo quería lo mejor para su curso.
-Me preocuparé por mis compañeros y vamos a limpiar la sala y también a decorarla para que quedé muy bonita y limpia para que llegue a ser la mejor sala del colegio.  Se juntó con el tesorero, el secretario y sus compañeros, juntaron harta plata para comprar todo lo que necesitaban para arreglar la sala.
Al fin él con todos sus compañeros y su profesor se sintieron muy orgullosos de ir a clases en un ambiente tan agradable y limpio y todo el colegio felicitó a Juan Pablo por ser el mejor presidente de curso y por preocuparse por sus compañeros.
Juan Pablo Ortiz
6° C
                                               El niño que le gustaba el colegio
-¡Papá, papá!-, decía el niño en la madrugada.  ¿ya es hora de ir al colegio? Preguntó Diego y eran las 05.00 am.  Dando golpecitos en el hombro de su papá y sin que este abriera los ojos, le respondió con voz cansada y lenta: “no hijo, no...aún no es hora de ir al colegio.  Acuéstate y duérmete de nuevo que ya te avisaremos cuando se hora”.
Minutos más tarde: “mamá, mamá ¿ya es hora de ir al colegio?”, volvió a preguntar Diego a las 06.00 am dando un besito en la mejilla de su madre y sin que ésta abriera los ojos le respondió: “no hijo, no es hora de ir al colegio, vuelve a la cama”.
Pero Diego no podía dormir ya que en su cabeza sólo veía a sus compañeros llegando antes al colegio.
Diego se imaginaba que todos sus compañeros jugaban y reían en el patio del colegio y el no estaba presente.  Esto entristecía mucho a Diego y él seguía sin poder llegar a su colegio.
Luego transcurrió la noche y así llegó las 08.00 a.m. , hora en que Diego debía levantarse para ir al colegio.
Cuando Diego abrió los ojos se encontró con una realidad muy distinta.  No estaba en su casa ni en su cama.  Diego estaba en el hospital.  Este niño soñador y amante del colegio estaba hospitalizado con un cáncer que le quitaba la vida.  Al abrir los ojos lloró y lloró desconsoladamente y dijo: “¡Dios! ¿Por qué yo no puedo ir al colegio? ¿Por qué no puedo jugar y reír como todos los otros niños?”
Dios mío, no permitas que nadie, ni ningún niño pase esto que yo estoy viviendo…cuida y ama a todos los niños del mundo.
Y a ustedes niños del mundo, disfruten su niñez y su salud.  Vayan al colegio y hagan cosas de niños, ya que es lo más hermoso que puede existir en la vida.  Tener la oportunidad de ser niño, jugar, correr y poder ir al colegio y que sus profesores le enseñen todo lo que saben, ya que sólo así serán personas de bien en el futuro.
Sebastián Palma Vilca
6° C
               El Río de las piedras blancas
Un día en un pueblo llamado “La piedra blanca”, vivía un niño llamado Pedro que tenía siete años y vivía con sus abuelos Raúl y Sara, sus abuelos eran pobres.  Ellos siempre iban al río porque era hermoso, al verlo cuando brillaba en las noches.
Todos en el pueblo comentaban su hermosura, pero nadie sabía porque brillaba tanto.  Un día unos científicos venían de la capital para averiguar por qué el río brillaba tanto, nadie pudo resolverlo, sólo analizaron el agua.
Un día Pedro vino con su traje de buzo.  Iba a la playa, pero tropezó con una piedra y se cayó al río.  La piedra estaba al lado del río y al caer con sus lentes al fondo pudo ver piedras blancas de plata. Se sorprendió mucho y estas piedras alumbraban.
Pudo sacar todas la piedras blancas, pero al salir del agua se quiso comprar miles de caramelos y recordó que sus abuelos eran pobres, además de que el río dejó de brillar.  Así que repartió este tesoro en dos: una parte para sus abuelos y otra para el río para que siguiera brillando.
Sus abuelos compraron todo lo que les hacía falta y muchas más para su nieto.
 
Marcelo Maraboli
6° C
 
El consejo de los padres
Había una vez en Valdivia una niña que se llamaba Valeria.  Ella era muy feliz con su familia, pero sus padres se divorciaron y ella con su madre y su hermano viajaron a Osorno a vivir.  A Valeria no le gustó el cambio el ambiente.  Tuvo que ir a un colegio que estaba frente a su casa. 
En el colegio, todos la recibieron muy bien, las profesoras, los niños, los inspectores y los auxiliares, pero ella vio algo muy malo, vio que le pegaban a un niño extranjero y ella corrió a avisarle a un inspector.  A Valeria la amenazaron, pero ella contó el problema a su mamá.  Su madre le dijo que no tuviera miedo y que se defendiera.  Ella le fue a pegar al niño que la amenazó, pero a ella le fue peor porque le rompieron dos costillas y a los agresores los expulsaron.
Valeria no le gustaba estar acostada y su madre estaba muy arrepentida de lo que le dijo a su hija.
Nicol Ampuero
6° C
 
                                   Un maravilloso mundo en el clóset de mi sótano
Érase una vez cinco amigos.  Marco de 11 años, Víctor de 10 años, Agustín de 11 años, Sofía de 10 años y Mayra de 11 años.  Son amigos desde cuarto básico son inseparables.
Un día el padre de Agustín estaba arreglando un aparato electrónico y le pide a su hijo si le puede traer una herramienta y que aquella herramienta estaba en el sótano y como él nunca había bajado al sótano de noche, así que estaba muy asustado, bajo las escaleras corriendo, encontró la herramienta y subió las escaleras corriendo, le dio la herramienta al papá, se bañó y se acostó.  Al siguiente día, el papá se fue al trabajo y Agustín invitó a sus amigos a su casa y como era de día le dio ganas de conocer el sótano, fueron, habían juguetes, herramientas etc.  Pero habían encontrado un clóset.   Justo llegó el papá y tuvieron que subir rápidamente.  Todos pasaron por al lado del papá y le dijeron: “hola señor Robinson” y Agustín le dijo: “Papá, vamos a andar en bicicleta”, -okey hijo-, respondió.
Andando en bicicleta pasaron por la playa y después cada uno se fue a su casa.  Al otro día, volvieron de ir a la casa de Agustín, se pusieron a jugar a la escondidas y Agustín se escondió en el clóset que estaba en el sótano y cuando abrió las puertas del clóset vio un mundo mágico.  Habían duendecillos, árboles de chocolate y casi todo lo que se podía comer, pero menos los duendecillos.  Salió del clóset del sótano y fue a buscar a sus amigos y les dijo: “amigos, en el clóset del sótano…”
¿qué hay?, dijo Mayra.
-hay un mundo que tiene duendes y casi todo es golosinas-, dijo Agustín.
-¡oh, que maravilloso!”, dijo Sofía.
-¡Vamos! Dijo Marco.
Bajaron al sótano, entraron al clóset y vieron todas las maravillas que habían en él y desde ese día todos los amigos van a la casa de Agustín para escapar por unas horas a ese mundo espectacular.
 
Valentina Álvarez
6° C
         Los nuevos alumnos del colegio
Había una vez en un colegio llamado Macaya, unos niños nuevos y eran 4 niños y se iban al 6°C.
Los niños nuevos no conocían a nadie y un niño le preguntó ¿cómo te llamas? Y el niño no le respondió ¿cómo te llamas? Dijo el niño y no le respondió.  El niño al tercer intento le dijo que se llamaba Alex.
Eran tres niños y una niña del colegio preguntó: ¿cómo te llamas? Yo me llamo Cristina y tú, respondió ella.  –Yo me llamo Jimena-.
Ya algunos niños hicieron lo mismo con los niños nuevos.  Los profesores le decían cómo te llamas y el niño la niña le dijo me llamo Nataly.  – Que lindo nombre-, dijo un profesor.
La profesora le dio a los niños tarea para hacer en la casa.  Se trababa de encontrar acentos en diez palabras: camión, ataque, pan, chiquitito, y otras más y además de sustantivos y adjetivos.
Al día siguiente a los niños nuevos se le olvidaron las tareas y la profesora les dio otra oportunidad.  –Gracias tía por el plazo- dijeron los niños y ella respondió que de nada, pero también les dio algunas pistas.
Ya en la mañana la profesora dijo: “niños, la tarea” y un niño dijo no es carrera y tocaron la campaña para el recreo y hasta los niños golpearon la puerta para abrir y los niños se fueron corriendo a jugar taca-taca y un niño dijo que el juego era muy bueno.  Después tocaba religión y los niños dijeron es muy buena clase o sea, tenían una actitud simpática.
Los primeros 15 o 20 minutos de clases se hacían juegos y también se podía ir a la sala de computación.  Mañana a la sala de Ciencias, y pasado a la sala de computación y el que participa más gana un celular y un premio muy bueno que nunca se van a arrepentir.  Los cuatro niños nuevos participaron en todas las clases interactivas y de ahora en adelante son los mejores alumnos.
Bastián Castillo
6° C                                      
 
                                                                 Las brujas
Había una vez en un colegio de Alto Hospicio una inspectora que era muy, pero muy malvada con los niños del colegio.  Ella no los dejaba jugar a nada que implicará correr porque según ella era muy peligroso para los niños, pero no era peligroso porque los niños eran de 6| básico.  Un día castigó al niño más porfiado de todos los cursos del colegio.  Lo tenía afuera de Inspectoría entonces el niño miró dentro y había una hoja de papel en la mano que decía “Este es el plan perfecto para matar a los niños del 6°C”,  mientras la inspectora pensaba: ¿cómo la hago? ¿cómo lo hago?   
La inspectora llamó a una profesora y empezaron a hablar al oído.  Pasaron muchos minutos y la profesora se fue a su sala.               
En 20 minutos más el niño se fue a su sala.  El profesor le preguntó que cómo se sentía.  –Mejor- dijo él, pero él no se acordaba de nada respe4cto a lo que vio.  Un palo café mediano y brillante en la punta.  Le dijo a los niños y ellos investigaron y se dieron cuenta que ella era una bruja de verdad, pero parecía normal y ellos le dijeron a los mayores y después de muchos años murió en un incendio en su casa.
Víctor Leiva
6° C
   Mi colegio Macaya
 
Mi nombre es Giovanni Leonelli Gierke, vengo desde Concepción porque con mi familia llegamos a Iquique porque mi papá trabaja acá.  Desde que llegué he notado unas diferencias muy notorias en el clima.  Allá para ir al colegio en invierno tiene que ser en furgón porque llovía mucho y acá prácticamente todo el año hay sol.  Ya llevo 4 años estudiando en este colegio el cual me gusta mucho porque tengo varios compañeros con los cuales comparto mucho.  He participado en muchas actividades tanto como en sala de clases como en el recreo.  Mis materias favoritas son historia, artística y educación física. 
Desde que entré hasta el día de hoy he visto cambios en el colegio como cuando llegaron los computadores, los datas, los talleres y en este momento se integró una banda y soy percusionista.  Estoy muy emocionado por participar en el desfile.  Además deseo obtener buenas calificaciones para que así mis papás se sientan orgullosos y felices de mí por haber aprendido en el colegio Macaya con todo el equipo docente y administrativo.
Giovanni Leonelli
6° C
                                                                    Llegué al colegio
Cuando llegué el primer día tenía mucha flojera, no quería venir, pero cuando me di cuenta ya estaba en la sala y el profesor se estaba presentando.  Estaba algo vacía la sala, pero no me importó mucho, no habían muchos amigos míos por eso me aburrí demasiado, pero esperé que terminara la semana porque sabía que el lunes vendrían más compañeros y así fue y vino mi amigo Sebastián.  Se sentó conmigo.  Yo tenía muchas ganas de hablar con él, bueno, lo salude y le dije: “Hola Palmeiras”  y él me dijo: “Hola Marcos”.
 
Pasaron los días y llegó mi otro amigo Sebastián.  Lo salude y él me saludó y nos sentamos a hablar de videojuegos todo el recreo y así pasaron los días y llegó mi otro mejor amigo Felipe.  También lo saludé aunque con retraso.  Pasaron los días y llegaron las pruebas de diagnóstico.  Yo quería que fueran fáciles y fueron fáciles aunque me complique en lo de lenguaje, pero no me importó mucho que digamos, pero llegó la hora de leer.  Teníamos que leer “Trece casos misteriosos”.  Me dio algo de flojera leer, pero tuve que hacer y los leí poco a poquito, aunque me decían que lo leyera, yo no lo hacía muchas veces.  Pasaron los días y mi hermano se enfermó de faringitis aguda creo y faltó toda una semana y pasó el tiempo.  Me reí mucho en la escuela con mis amigos, hacíamos bromas sin parar, nos reíamos mucho.  Bueno seguía el tiempo y falté un martes porque mi hermano chico vomitó como a las 4.00 am y además se echó a perder el auto y así llegó el día de hoy y se terminó este texto.  Que flojera.
Marcos Challapa
6° C
 
                                                           La niña que quería ir al colegio
En un pueblo llamado Retiro vivía una niña llamada Lucía, ella era una jovencita de ocho años, ella quería ir al colegio, pero su familia era muy pobre y no tenían los medios para mandarla.  Ella era muy inteligente por lo cual hacia muchas cosas en su casa como copias, pintaba y leía mucho ya que su abuelita le decía que leyera mucho porque leer es el mejor alimento para el alma y para mejorar la memoria, ya que no para ir al colegio tienes que mejorar tu escritura y redacción, decía la abuelita y así le enseñaba y ella leía muchos, muchos libros.
Luego de un tiempo le ofrecieron a su papá un buen trabajo en el norte, en Iquique, y se vinieron junto a su familia a conocer nuevos horizontes.  Su papá trabajaba en la Minera Collahuasi, eso significaba un buen ingreso y mejor calidad de vida, por ende, Lucía pudo ir al colegio con sus hermanos como ella tanto quería.
Dentro del Barrio donde vivía, había un colegio llamado Macaya.  -por fin, que felicidad- exclamó Lucía.
En su primer día de colegio, ella cursaba tercero básico y se hizo muy amiga de sus nuevas compañeras y ella les decían que este colegio era uno de los más prestigiosos y buenos en enseñanza, de ahí salían los mejores alumnos.  –Qué bueno- dijo Lucía.  Yo siempre quise estar en un colegio así de bueno en rendimiento y con los mejores profesores.  Lucía les contaba de su vivencia en el sur donde cursó 1º y 2º básico y después no pudo ir más al colegio, pero si leía libros, revistas y diarios todo lo que podía.
Su abuelita se lo enseñaba, bueno y así pasaban los días, meses y si llegaba a fin de año.  En casa de Lucía estaba muy felices porque en las reuniones le decían que era el primer lugar con nota 6,9.  Terminó el año escolar y la premiaron por su excelente rendimiento.
Ella estaba muy contenta y le dedicó sus notas a su abuelita por ser ella la que siempre le inculcó que leyera porque así llegaría a ser la mejor en el colegio y en cualquier parte.  Leer le ayudaría siempre y así Lucía llegó a ser la niña más educada y con los promedios más altos.
Durante el pasar de los años siguió leyendo tanto que le decían “la ratoncita de biblioteca”.  Leyó y leyó mucho hasta que finalmente toda la enseñanza que obtuvo de los libros quiso compartirla con los alumnos del mismo colegio que ella había estudiado: Macaya.
Fue profesora del mismo colegio y enseñó a todos los niños que leer era de sabios.
Lean y lean mucho.
Génesis Poblete
6º C
El deseo de Emilio
Esta es la historia de un niño llamado Emilio quien soñaba con leer.  Su problema era que él estaba en segundo básico y por cosas de la vida aún no había podido aprender.
En su curso todos se burlaban de él, lo que provocaba que se sintiera solo y un poco alejado de los demás.
Un día lunes a su curso le tocaba el acto del colegio en donde los niños tenían que leer un párrafo cada uno, pero a Emilio no lo habían considerado.  Uno de los niños falló y la profesora le dijo al niño que debía reemplazar al alumno faltante en la lectura.
Cuando le tocó el turno a Emilio se puso tan nervioso que no pudo hacerlo y entonces lamentablemente esta vez todo el colegio se burló de él.
Emilio se echó a llorar amargamente como se le hubieran quitado lo más preciado de su vida.
Cuando volvió a su casa, corrió hasta su pieza a llorar por lo sucedido.  Pasaron los minutos y su mamá que escuchó su llanto preguntó qué había sucedido.  Respondió  lo que le había pasado en el acto del colegio.  Su madre lo consoló con besos y abrazos y Emilio se durmió por fin.
Al día siguiente estaban en la mesa los dos tomando el desayuno para ir al colegio cuando su madre le propuso que al volver ella misma le enseñaría a leer y así ya no volvería a sentirse avergonzado.
Cuando eran ya las 15.20 y todos los niños deseaban con ansias salir para irse a su casa a jugar porque era fin de semana, Emilio sólo quería irse a casa porque ahí su madre le enseñaba a leer.
Al llegar a casa en la mesa del living se encontró con el abecedario, el silabario y cuentos básicos.
Su madre lo esperaba con una sonrisa, le explicó que todo ese material era por donde empezarían para lograr su meta.
Pasaron los días y Emilio progresaba bien hasta que asado un mes más o menos tocó de nuevo el acto del colegio y la profesora eligió a Emilio para leer en el acto.  El respondió que no se sentía listo aún, pero la profesora le dijo: “Emilio, piensa que estás leyendo con tu madre”.  El niño así lo hizo y leyó para todo el colegio, sin sentir miedo y al terminar se dio cuenta que ya lo había logrado.  Sus compañeros se alegraron mucho por él y aplaudieron su valiente logro.
Lo mejor fue que ya no se sintió nunca más solo y cada día fue aprendiendo un poco más.
Espero que esta historia te haya gustado y la moraleja es que todo lo que nos ponemos como meta si realmente queremos lo podemos lograr: Nunca debes decir NO PUEDO”.
Sebastián Herrera Vega
6° C
                                                                              La lechuga
Érase una vez un abuelo que plantó una lechuga y le dijo: “crece, crece pequeña lechuga, crece dulce, crece pequeña lechuga y hazte fuerte.  La lechuga creció dulce y fuerte, grande y gigante.  Un día, el abuelo fue a arrancar la lechuga, tiró y siguió tirando, pero no pudo sacarla.  Entonces llamó a la abuela y ayudó a tirar al abuelo.  Tiraron una y otra vez, peor no pudieron arrancarla.
La abuela llamó a la nieta y la nieta tiró y tiró.  La niña tiró de la abuela y la abuela del abuelo una y otra vez y no pudieron arrancarla.
La nieta llamó al pero negro que tiró de la lechuga.  Tiró a la nieta, la niña tiró de la abuela y la abuela del abuelo una y otra vez y no pudieron arrancarla.
El perro negro llamó al gato.  El gato tiró de la lechuga.  Luego tiró del perro y el perro de la nieta.   La niña tiró de la abuela y la abuela del abuelo una y otra vez y no pudieron arrancarla.
El gato llamó a la rata.  La rata tiró de la lechuga, pero no pudo arrancarla.  Entonces tiró del gato, el gato del perro, el perro de la nieta.  La niña tiró de la abuela y la abuela del abuelo una y otra vez hasta que la lechuga por fin salió y fue un alivio para todos nosotros.
Liliana Ávila Challapa
6°C
                                                               El zorro y las huachigua
Hace mucho tiempo atrás, un zorro que se había hecho compadre con la huachigua.  El pájaro llevaba a sus hijos en un saco y los cargaba en un costado.  El ave debía seguir su camino, así que le pidió a su amigo  que no abriera el saco y cuando se fue el zorro rápidamente abrió un costado del saco y luego se escaparon todos los pajaritos. 
El zorro no sabía que saber y para que el ave no se molestara, rellenó el saco con espinas, lo cargó y su espalda dolía mucho porque las espinas se enterraban.  El pájaro al verlo le preguntó que le pasaba y el respondió que eran las garritas de sus pajaritos que se enterraban en su carne. 
El zorro ideó un plan para llevar a la huachigua a casa y atrapar luego a sus hijos para comerlos, pero el ave fue más astuta y adivinó los pensamientos del zorro por lo que sabía donde estaban sus hijos porque antes habían conversado que hacer en caso que se perdieran en el bosque.  El ave le dijo al zorro que había encontrado a sus hijos y estaban en otro saco, pero en realidad era el saco con las espinas.   El zorro engulló el saco completo y luego no se pudo mover por las espinas que se clavaban en su interior y lentamente murió por tratar de engañar a un amigo.
Jimena Siccos Quinto
6° C
                                                                        Mis amigos y yo
Un día me despertaron, me lavé y me vestí para el colegio, era mi primer día de clases y habían niños con sus amigos.  El profesor nos dijo que buscáramos un amigo, dijo así: “¿Carlos, elegiste a tu compañero?  Y Carlos se puso a llorar y dijo que no, el profesor le dijo: “¿por qué lloras? Hay tres niños nuevos, alguno de ellos será tu amigo”.
Carlos le dijo que sí y se hicieron cada vez más amigos.  Ellos tenían 8 años cuando iban a tercero, pero ella y Carlos se portaban muy mal y el profesor los cambió de puesto, pero fue inútil porque se seguían portando mal y los suspendieron.
Sus madres se pusieron de acuerdo y los castigaron sin permiso de salir a jugar.  Carlos molesto con su mamá le rompió un florero, la mamá se enojó y lo mandó su cuarto sin ver tele.  Días después la mamá de Carlos le levantó el castigo y le dio permiso para que fuera a jugar a la calle, pero él tampoco se juntaba con los niños de la calle.  Un día salió a andar en bicicleta y vio unas niñas de su escuela andando en bicicleta también y conversando, y se hizo amigo de ellas.  Jugaron a hacer carreras en bicicleta y Carlos se cayó y llegó llorando a la casa se había quebrado el dedo.
Al otro día llegaron al colegio Andrea y Carlos, pero él no pudo hacer bromas con ellas y jugar.  Al llegar a casa, Andrea muy triste por Carlos desordenó su pieza y su mamá se enojó.
Carlos estaba en su casa aburrido y miraba por la ventana de su cuarto a las niñas que andaban en bicicleta y se puso a conversar con ellas, Andrea iba a la casa de Carlos y lo vio con las otras niñas y se sintió muy sola.
Al otro día en el colegio, Carlos vio a unos niños que se pusieron a molestar  a Andrea y él fue a pegarles para que no la molestaran más.   Cuando los niños se fueron, Andrea abrazó muy fuerte a Carlos y se puso a llorar.
Carlos y Andrea eran molestosos, peleadores entre ellos a veces, pero eran niños de buenas notas.  Pasaron 4 años y los amigos de Carlos ya no estaban porque la mayoría habían sido cambiados de colegio, Andrea y Carlos se juntaban cada vez menos.
Carlos ya no hacía nada, empezó a portarse mal, no hacía las tareas.
Un día Carlos se desmayó en el patio, pero nadie estaba ahí.  Un inspector lo vio, tomó al niño y se lo llevo al hospital, pero no era nada malo.
Carlos se sentía muy solo en su colegio, no se juntaba con nadie, él empezó a comer y a comer, su madre lo retaba hasta que un día lo llevó al doctor.  Ahí lo mandaron al psicólogo y ahí se dio cuenta que Carlos se sentía solo porque su padre nunca estaba y siempre se encontraba muy ocupado.
Un día Andrea llegó al mismo colegio de Carlos, se comenzaron a juntar de nuevo y aunque eran más ordenados, sus notas no eran las mismas, eran regulares, habían cambiado mucho ya que estaban más grandes y a veces se escapaban de sus casas para andar en bicicleta juntos, pasaban mucho tiempo juntos, ahora salían a andar en skate y lo pasaban muy bien.
Al próximo año Andrea se fue del colegio y también se cambió de casa, entonces Carlos volvió a portarse mal, con malas notas en la escuela, sus compañeros no querían juntarse con él y no quería estudiar.
Un día Carlos despertó  y estaba en su casa, aún tenía ocho años, era el niño de antes, se dio cuenta de que todo era un sueño y que seguía siendo el niño ordenado y de buenas notas que siempre había sido, y al contrario que en su sueño tenía muchos, muchos amigos.
Cuando creció conoció nuevos amigos y nuevos profesores y nunca se portó mal ni con sus profesores, ni con su madre, ni con sus compañeros porque se dio cuenta de que no quería ser el niño malo y solitario de su sueño.
Erick Barra
6° C

Resulta que hace 30 años atrás, yo era un estudiante como ustedes

 

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