domingo, 29 de septiembre de 2013

KINDER Cuentos Semana del Libro 2013


                                                      Los cuatro dinosaurios

 Una vez había un pterodáctilo volando por las calles de la ciudad.  Iba con dirección a la plaza y de pronto apareció un diplodocus con sus gigantes patas y su lento caminar también iba rumbo a la plaza donde habría unas ricas hojas de los árboles para comer.  Allí los esperaba el Stygimoloch, que ya había llegado y los estaba esperando.

Esperaron un rato y como vieron que la hora pasaba decidieron emprender el rumbo hacia la casa de este último, las personas al verlos se asustaban mucho, porque creían que los iban a aplastar y las personas corrían y corrían para todos lados ya que estaba muy asustados.

Pero estos dinosaurios no querían lastimar a nadie, ellos sólo se juntaron porque iban a una fiesta de cumpleaños en la casa de Stygimoloch, ya que este hoy cumplía 5 años.  En su casa habría muchos tipos  de hojas y frutas para comer.

Los tres amigos si bien estaba muy contentos de estar en la fiesta, a Stygimoloch le faltaba su mejor amigo que no entendían porque no había llegado.

Así pasaron la fiesta jugando, corriendo y bailando cuando ya se acercaba la tarde era hora de cantar el cumpleaños feliz y comer la rica torta de hojas que había preparado mamá Stygimoloch.

Después de soplar las velas y cuando se disponían a abrir los regalos, sintieron un gran ruido, curiosos miraron por la ventana y se llevaron un gran susto, era un gran Tiranosaurio Rex, que venía hacia la casa con sus grandes dientes y el gran ruido que hacia al caminar.

Todos corrieron a esconderse porque le tenían mucho miedo al señor tiranosaurio Rex, pero el señor tiranosaurio Rex no venía a comerse a ningún dinosaurio, sino que venía a dejar el regalo de su hijo que se había lastimado la patita y tendría que hacer reposo por un largo tiempo.

Los dinosaurios al ver que el señor tiranosaurio Rex no venía a comérselos salieron de su escondite a saludarlo y así terminaron de abrir los regalos en compañía del papá tiranosaurio.

Al llegar la noche llegaron los padres a buscar a sus hijos para irse a sus casas ya que todos vivían muy lejos uno del otro.

Verónica Tangol Velásquez (mamá)
Francisca Mondaca Tangol
Kínder A

                                                               Las aventuras de Tamara

 
Les contaré las aventuras de Tamara, sí, mi Chanchita porque así la llamo.  Cuando llorar grita como si fuese una y sólo tiene tres años.

En sus primeras vacaciones en la cual fue sola sin la mamá, fue acompañada de su Yeya, su abuela materna, y su bisabuela en un viaje súper largo que duro dos días.  La necesidad es que nadie la conocía en el Sur.  Llegó de sorpresa y fue recibida con mucho cariño y la chanchita se adaptó tan bien a esta nueva familia que por eso es tan querida.

El lugar que más le gustó fue el río del lugar donde se juntaban muchas familias y muchos niños los cuales todos jugaban al aire libre y se bañaban.  Parecía una verdadera sirenita como nadaba y se olvidaba hasta de ponerse su traje de baño.  Con gran asombro los adultos se reían cuando la veían sin ropa, pero con sandalias.

En ese lugar todo era mágico y entretenido, una verdadera aventura.  Una de las tantas hasta se le extravió la Vivi a la tía abuela.  Se le olvidó que andaba con ella.  Es que era muy distraída y todo causo un gran alboroto ¿En dónde está la chanchita?  Todos corrían: la Yeya, los niños en busca de ella, y ella estaba sentada en la orilla del río contemplando el atardecer ¡Qué aventura!

El día que más le encantó fue el día de la sandía porque comió, comió y comió mmmm!  Si hubieran visto a mi chanchita, se llegaba a quejar de dolor de estómago: -No quiero más-, dijo ella.  Se había comido la mitad de una sandía, era una dulzura verla disfrutar tal hazaña…que vacaciones “pety, pety”, como dice ella, inolvidables.

Cada día era una aventura nueva como cuando se subió a un caballo.  Estaba feliz, era algo nuevo.  El contacto con la naturaleza era maravilloso hasta los pequeños bichos y las flores le llamaban la atención.

¡Uy! Si supieran cuando se cansaba.  Donde estuviera se dormía varias.  Varias veces se le encontró dormida en el piso rendida de tanto jugar.  Estas algunas de sus aventuras: de mi pequeña Tamara, mi chanchita.

María Olavarría Cornejo (mamá)
Vanneza Villagra Olavarría
Kínder A

                                                               La laguna verdosa

En un pequeño pueblo llamado girasol, había una gran laguna llamada verdosa, donde vivían varios animales como cangrejos, la señora rana, tortugas y unos pequeños gorriones.  Ellos habitaban en perfecta armonía y alegría.  Pasaban sus días jugando y compartiendo todo tipo de alimentos que la laguna les proporcionaba: algas, flores marinas, pequeños peces, algunos frutos que caían de los árboles en torno a la laguna.

Todas las mañanas la señora rana cantaba alegremente a la orilla de la laguna para anunciar que ya salió el sol y enseguida todos los demás habitantes de la laguna comenzaban con sus labores diarias.  Los cangrejos cortaban las algas marinas, las tortugas recolectaban las frutas que caían de los árboles y los gorriones eran los vigilantes de la laguna.  Siempre estaban atentos por si los acechaba algún peligro.

Un día la señora rana notó algo raro en el color del agua, ya no se veía clara y transparente.  La laguna tenía un color oscuro que no era el habitual.  Rápidamente aviso a sus compañeros que algo extraño estaba pasando.

Los gorriones salieron a investigar rápidamente al otro lado de la laguna y lograron ver que dos personas arrojaban basura a la laguna.  Volaron velozmente a informar a sus compañeros lo que estaba sucediendo.  Prontamente pensaron en un plan todos reunidos trabajaron arduamente y construyeron un gran cartel alrededor de la laguna verdosa que decía: “NO TENEMOS OTRO HOGAR, CUIDEMOS NUESTRO PLANETA”.

 
Miriam Araya L.
Gonzalo Naredo Araya
Kínder A

                                                                         Suavecito

Había una vez un niñito que quería un caballo suave.  Un día vino un rey y se lo llevo a un mundo mágico para regalarle el caballo más suave y bonito del mundo.

Había muchos caballos mágicos, pero había uno de color verde más lindo y suave que fue finalmente el elegido por el pequeño niño.

Contento, llevo el peluche a su casa y jugaba todo el día y dormía con el peluche.  Un día pidió un deseo: que su amigo de peluche se hiciera de verdad y pidiendo esto y abrazado a su caballito se durmió.

Al despertar a la mañana siguiente, su peluche no estaba y pensó que alguien lo había robado.  Grande fue su sorpresa al asomarse a su ventana y ver que su deseo se había vuelto realidad.  Su caballo era real.  Lo tomó y cabalgaron lejos de casa y fueron felices por siempre.

Patricio Cisternas
Kinder A

                                                               La princesita y la Sirenita

 Había una vez, una pequeña princesa que siempre en sus vacaciones de verano, visitaba el norte de Iquique, y la maravillaba el norte y su mágico “mar”.  Ella era una niñita que le costaba tener amigos y amigas.  Cuando visitaba a su bello mar, siempre, siempre le pedía un deseo: tener una amiguita con quién jugar y acompañarse…a ella, le gustaba mucho llevarle galletitas de regalo a su mar.  Cuando de repente, la princesa miraba el cielo y las gaviotas que volaban en él y abrió muy grande sus ojos al darse cuenta que su deseo había sido escuchado y se levantó una ola y ella se asustó, pero luego en su cara se dibujó una mágica sonrisa y esto era porque cuando la ola se apaciguó, vio entremedio de la espuma una simpática sirenita que quedó sentada en una roca.  Ella la saludaba con su colita a la princesita y ella a su vez saltaba de alegría por ver su preciado deseo.

 “Hola”, le dijo.  Mi amigo, el mar, me dijo que tú me querías con todo tu corazón...y aquí estoy.  ¿Juguemos a “Fibri estrella” y de la nada apareció por los aires, una estrella de mar volando por el aire y llegó a las manitos de la princesita.

 Ella la miró y sonrió hacia la Sirenita.  Su amiga se reía con muchas ganas porque encontraba muy divertido que la princesita mientras corría tras el fibriestrella, sus largos y dorados cabellos jugueteaban con el viento y esto le provocaba ganas de reír a carcajadas.

 De pronto la Sirenita vio a un caracol y un caballito de mar y los invitó a que le llevaran una caracola de mar y una ostra con una perla dentro de esta como obsequio.

 La princesita le preguntó cómo podía darle la mano a la sirenita ya que ella no sabía nadar.  La sirenita sólo le comentó que a su amigo mar hay que respetarlo y que no hay que hacer cosas que no se saben bien dentro de él.  Luego la niña pez pensó un poco y ella también quería mostrarle su afecto a la princesita, pero ella si salía a la orilla secaría su colita a lo cual, la princesita le respondió un penoso “no”… -No amiguita, no te acerques a la orilla… tú me aconsejaste que yo no hiciera algo que fuera peligroso para mi vida.  Yo a ti te digo lo mismo:  Sólo quiero decirte que me vale y me importa que tú estés siempre aquí, que me aconsejes y me escuches, que juguemos desde lejos, pero que siempre, estés acá conmigo.  Yo quería una amiga como deseo y hoy la tengo:  ¡Te quiero mucho Sirenita y que viva la amistad!-

María H. González Ortega (mamá)
Sofía C. Vilches González
Kínder A


                                                               La guallata y la zorra

Había una vez una guallata que nadaba junto a sus polluelos el medio de un lago, de pronto aparece una madre zorra junto a su zorrillos.  La zorra mira a los polluelos de la guallata y se queda sombrada del color de los hijos, muy curiosa se dirige hacia el ave y le dice: “Muy buenos días señora, que preciosos son sus hijos, mire nada más el color de sus plumas son tan espectaculares; dígame usted ¿cómo hizo para que tengan en sus plumas un negro como la noche y a la vez uno blanco  como la nieve de la montaña? Me gustaría que los míos también fueran así”.  La señora guallata se ríe de tal pregunta y murmulla “como esta zorra puede preguntrar semejante estupidez” y le responde diciendo: “!Oh! Mis hijos son así porque yo junte mucha leña y las eche en un horno, escuche tres veces ploof! Ploof! Pllof!, y abrí el horno y mis hijos estaban así de lindos”.

La zorra tan ingenua se va a juntar mucha leña diciendo: “juntaré más leña que esa guallata para mis hijos sean más lindos”.  Cuando ya tenía todo preparado introduce a sus hijos en el horno y los encierra.  Espero y espero muy ansiosa la zorra, de pronto escuchó ploof, ploof, ploof! Aquella ingenua zorra saltó de alegría, cuando abrió el horno ¡se llevó semejante sorpresa!  Sus hijos habían explotado de calor en el horno.  Furiosa la señora zorra grita diciendo a los cuatrocientos que mataría a la guallata y se comería a sus hijos porque la había engañado, con rabia y sin control se dirige hacia el lago donde estaba el animal y sus polluelos: ¡me engañaste maldita y mis hijos están muertos por tu culpa.  Ahora yo me comeré a los tuyos!  Dice la zorra muy enojada, fuiste tú quien mato a los zorritos  por confiar en una extraña y no saber y no saber el origen del color de nuestros hijos, le replica la madre guallata.

¡Me tomaré toda el agua y los comeré! Dice la zorra y comienza a beber el agua.  Pasaron horas y horas mientras  ella tomaba agua y la guallata nadaba en medio del lago ya con menos agua junto a sus polluelos que se encontraban asustados por lo que había dicho la furiosa zorra.

Después de tanto beber la zorra parecía un globo gigante de agua, aun con que el pensamiento de comerse a los polluelos, mientras que los hijos de la guallata lloraban de miedo y abrazaban a su madre y le decían “madre no queremos morir”, ya cuando quedaba poco agua la zorra decide avanzar e ir a comérselos y de repente dio un paso y justo su gigante vientre choco con la punta de una espina ¡ploof! Y reventó la zorra, los polluelos estaban contentos y felices porque ya no se lo iban a comer.  La señora guallata les dice a sus hijos que ahora estarían más tranquilos y que nunca deben confiar en un extraño, jamás y nunca deben codiciar lo que la naturaleza no les dio.

Catalina Mamani García
Kínder A

                                                               La princesa Aimara

 
Había una vez en un pueblo del altiplano,  el cual no era alumbrado por la luz del  sol ni de la luna. 

En la noche los niños antes de dormir, le pedían a la mágica princesa aimara que les diera el sol y la luna.  La princesa aimara con su varita mágica al escuchar las súplicas, les creó el sol y la luna.  Los niños al despertar miraron el gran sol y jugaron todo el día al anochecer.  Los niños se durmieron mirando la brillante luna.

Sigrid Carrasco Robledo (mamá)
María Hurtado Gallardo
Kínder A

                                                               Cactus y los globos

Había una vez un cactus que vivía en un costado del desierto y vivía muy feliz.  Le encantaba mirar pasar a los autos, pero sobre todo lo que más le fascinaba era escuchar el sonido de los aviones.    En el otro costado, pasando la carretera vivían dos globitos.  Ellos también eran muy felices, siempre conversaban de un costado al otro, comentaban todo lo que pasaba en la carretera.  El papá globo siempre le decía al bebe globo que no debía cruzar la carretera porque el cactus eran muy amigos de ellos, pero él, sin querer podría pincharlo.  El bebé globo siempre le decía a papá globo, que le haría caso, pero en su mente tenía curiosidad.  Un día paá globo le dijo a su bebé que tenía que ir a comprar y le pidió que no cruzara.  Cuando papá globo se fue, él bebé globo se puso a conversar con el amigo cactus y le preguntó por qué no podía cruza, el amifo cactus le dijo que no podía cruzar porque el viento lo podía llevar hacia él y se podía pinchar.  El bebé globo le dijo al cactus le dijo que le hiciera caso a su papá.  Al llegar al otro lado de la carretera: PUM! El globito bebé se pinchó y el cactus se puso a llorar, cuando llegó el papá globo y lo vio también se puso a llorar el cactus le mando al bebe globo todo pinchado y papá globo lo tomo, le pegó y le dijo eso te pasa por no hacerme caso.  El bebe globo comprendió que hay que hacerle caso a los mayores.

María Cristina Medina (mamá)
Fernando Pastor Medina
Kínder B

                                                               Cris y sus tres tortugas

Había una vez tres tortugas que vivían en una pecera de agua dulce y su dueño era un niñito llamado Cris.

Un día, Cris se dio cuenta de que sus tortugas ya no querían comer, por lo que Cris se ponía muy triste, hasta que un día lo fue a visitar su primo llamado Francisco y Cris le contó tristemente el problema de sus tortugas, luego de contarle a su primo.  Francisco le dijo que fueran a una tienda de mascotas que él conocía, por si el vendedor sabía por el problema que pasan las tortugas y Cris le contestó alegremente que sí.

Cris y Francisco llegaron a la tienda de mascotas y le comentaron al vendedor que las tortugas no querían comer ningún solo camarón y el vendedor les preguntó que si el agua estaba fría o tibia.  Cris y Francisco no lo sabían así que partieron corriendo de regreso a casa para ver el estado del agua de las tortugas.

Después de una horas llegaron a la casa y Cris y Francisco metieron sus manos en la pecera y se dieron cuenta que el agua estaba demasiado fría.  Nuevamente  corrieron hacia la tienda de mascotas, llegaron cansados y entre suspiros les dijeron al vendedor que el agua estaba muy fría y el señor vendedor les respondió: “con razón tus tortugas no quieren comer, comenzando invierno las tortugas invernan y no comen y para evitar que eso suceda debes comprarles un termo calefactor para temperar su agua y así tus mascotas no tendrán más el problema de no querer comer, pero Cris y Francisco no tenían dinero para comprar el termo, así que el vendedor les dijo que no importaba, que por ser unos niños tan preocupados por sus tortugas, él les regalaría uno.  Cris y Francisco se pusieron felices y tomaron el termo calefactor y corrieron de regreso a casa.

Después de unos minutos, Cris y Francisco llegaron a casa e instalaron el termo en la pecera, luego de dos horas el agua se puso calientita y las tortugas volvieron a comer y Cris se puso muy, pero muy feliz de ver que sus tortugas volvieron a comer y Francisco, su primo, se puso feliz al ver que le había dado una solución al problema de sus tortugas.

Cristóbal Araya C.
Kínder B

                                                               El picaflor y el canario

Vivían en el bosque un picaflor y un canario.  El picaflor era muy impulsivo y el canario un buen pensante.  Como buenos compañeros siempre estaban juntos.  A la hora de alimentarse el picaflor era torpe y sacaba frutos verdes hasta encontrar alguno que le guste, mientras que el canario esperaba que maduren; así no faltaría el alimento pensaba.  Cerca de ahí vivía un mago que daba vida a las cosas muertas, él les propuso un juego: “Quien traiga una flor roja primero…ganará”.

El picaflor salió rápidamente, trajo la flor y ganó sin darle oportunidad de moverse al canario.  El mago le preguntó al picaflor cuál es tu deseo y el respondió: Me gustaría seguir viviendo después de morir y el mago se lo concedió, el picaflor voló muy contento…

Le preguntó al canario si quería una vida también, él respondió que no; porque sólo quería participar y de esa forma disfrutaba la única vida que tenía.  El mago sorprendido por su respuesta le otorgó el don de la voz y desde entonces podemos escuchar la maravillosa voz de los canarios cantores.

Catalina Olivares Cayo
Kínder B

 

                                                               La tortuga Cecilia

En un paseo de primavera encontramos sin buscarla a nuestra mascota que nos acompaña hace 23 años, se llama Cecilia y es nuestra tortuga de tierra.  Ella nos conoce juega con nosotros en el invierno se esconde a dormir, la primera vez que lo hizo nos asustamos mucho la extrañábamos hasta que una tía nos contó que ellas duermen todo el invierno, ahora la ayudamos y hacemos su casa para el invierno y el resto del año nos acompaña en casa, es muy entretenida: recibe las visitas cuando llegan a casa, lentamente su día comienza comiendo lechuga y recorriendo toda la casa, le encanta que le hagan cariño, pero a veces también se enoja.  Un día la sacamos a pasear a un jardín muy hermoso.  Estaba muy contenta porque habían más tortugas como ella, mi tío dijo sáquenla porque luego se pueden confundir de tortuga y se llevaran otra  que no es de ustedes, pero lo que no sabía mi tío es que nuestra tortuga conocía nuestra voz y nuestro olor, cuando se estaba por oscurecer nos acercamos al jardín y la llamamos con su nombre: Cecilia y a los minutos sin nadie, a paso lento, apareció nuestra tortuga.  Desde ese día la llevamos siempre a muchos lugares y siempre vuelve cuando le decimos su nombre.

Maximiliano Ruz Núñez
Kínder B

 

                                                               Catalina y su pajarito Diego

Catalina es una niñita pequeña de sólo cinco años.  Ella ama a todos los animales, en especial a  aquellos que pueden volar.

Es que ella siempre quiso volar.  Soñaba cada noche con cruzar el cielo, como bailando con las nubes.  Pasa horas parada frente a la ventana esperando a Diego.

Diego es un pajarito de color naranja intenso que viene a visitarla todas las tardes, a la misma hora.  Siempre ha sido dulce…

Catalina le habla un buen rato y le regala lechuga o semillitas para que Diego se vaya feliz y con energía para seguir volando y volando…: -¡Cómo me gustaría volar como él!-, pensó Catalina.

Una tarde Diego llegó a la ventana y Catalina no estaba.

Ella se había ido de viaje con su familia, a pesar de rogarles llevar a su amiguito Pajarito, no puedo lograrlo.  Diego la buscó y la buscó, aunque pasara frío o se majara con la lluvia del invierno.  Todas las tardes él pasaba un buen rato en la ventana de Catalina.

Cuando la niña regresó a su casa, corrió rápido hacia la ventana y Diego estaba allí, esperándola, como siempre…  Qué felices estaban cuando se vieron los dos.  Catalina le compartió un pedacito de pan con chanchito y se quedaron un rato largo juntos…

Era una realidad, Catalina tenía un amigo con alas.

Carmen Elgueta (mamá)
Benjamín López
Kínder B

 

                                                               Mi gran fin de semana

Soy una niña muy especial, me llamo Ángela.  Me gusta mucho estar junto a mi hermana (de nombre Isis) y este fin de semana que tuve…fue muy espectacular a su lado…por eso les contaré en detalles, mis actividades para que este fue un día especial.

Todo comenzó a partir de las 08.00 horas, en donde me levanté muy temprano…todos dormían y mi mamá (a la que llamamaos Yiyita) dormía con la boca abierta, hasta que la desperté…salto de la cama diciendo en forma histérica:  ¿qué pasó, dónde es el temblor?... me miro, se rascó la cabeza y ojos y me preguntó: ¿qué quieres, mi vida?

Yo respondí: ¡Quiero mi yogurth!

Ella dijo: “Bueno mi chichigugu, te visto y bajo a prepararte el yogurth con galletitas y wakawaka”.  Qué significa eso, dije y ella me respondió con una sonrisa: -¿te gusta?  Es un lenguaje propio que aprendí de la hija de una amiga y se me contagió y… me gustó y significa que te quiero comer jajaja” dijo ella risueña.

Yo dije: mmmm…bueno, ¿pero mamá, no se qué ponerme? Y además ¿me parece que te comiste todas mis galletas?

Ella responde mirando para el lado ¡Noooo, eso no es verdad! (poniendo cara de gato que sale recién del baño), es cierto que anoche comí galletas, pero eran mías.

No le creí, pero bueno es mi mamá y debo creerle, bajé para lavarme la cara, las manos y los dientes; luego subí nuevamente a mi habitación para vestirme.

A las 09.00 horas.  Me senté en la mesa junto a mi hermana y mamá, mientras me comía mi desayuno, ella comentaba que saldríamos a almorzar afuera y además iríamos al parque…mmm eso me gusto…tremendo panorama, el cual en dicho tour había que ir a la playa.

A las 10.00 horas mi mamá me dijo que ordenara la pieza…no tenía muchas ganas…pero si no lo hacía, de seguro no saldríamos.

Eran las 12.00 horas bajamos a Iquique para almorzar y luego en mall.

Llegamos a las 12.30 horas al mal, pero nos fuimos a comer un helado…en especial mi hermana Isis que cada rato le tiraba la polera a mi mamá diciendo, quiero comer helado…y mi mamá le decía ¡como tanto la desesperación!

Bueno…fuimos primero a comer helado, mientras mi hermana estaba esperando en la fila, yo miraba a mi alrededor, acompañé a mi mamá a buscar una mesa donde sentarnos; estaba impaciente por la demora en atendernos y me sonaba mi guata con las ganas de comer ese helado, mientras tanto me fui a ver los juegos electrónicos que estaban por ahí…, regresé corriendo donde mi mami, y le dije: ¡Mamiii!, dame plata para jugar…(poniendo gestos del burro de Shrek)

Ella me responde: ¡michhh la perla, pidiendo dinero para gastarlos en esos juegos! ella se ríe y agrega: “ya hija, aquí tienes quinientos pesos para que juegues un rato”.  Lo malo que justo salió mi hermana de la fila con los helados y no alcance a jugar…,pero bueno obligada a sentarme a comer mi helado: después nos fuimos a jugar, mientras mi mamá compraba una rica pizza con bebida.

Horas después, comimos la pizza, reposamos un rato conversando de todo y luego fuimos al
Parque en donde caminamos y corrimos por toda la playa, hasta llegar al lugar.

Al estar ahí, me dirigí a las camas elásticas y saltaba como mono de un árbol a otro…hasta que me dijo el joven a cargo: ya paso la hora…te puedes bajar.

Después me subí al castillo inflable, el cual molestaba un poco a mi mamá y hermana, hasta  que también me dijeron bájate…me pregunto: ¿cómo saben que estoy ahí si hay tantos niños en ese mismo lugar?  Al final me baje, me puse los zapatos y nos fuimos a los juegos; hasta que a mi hermana se le ocurrió la idea de subirse a las bicicletas de cuatro personas; dijimos que sí, pero yo no sabía que mi hermana le gustaba la velocidad y que tenga fuerzas para lograr eso…  Chocamos con la vereda, giramos bruscamente.  Debo admitir que a mí también me gustó eso y lo repetiría de nuevo…mi mamá parecía a la ardilla (de la era de hielo cuando perdía su nuez o sea casi asustada, chillaba y muy sorprendida).  Seguimos hasta llegar al final del tramo y luego nos devolvimos igual como comenzamos al lugar donde debemos entregar las bicicletas…eso sí, mi mamá no sabe andar en bicicleta.

Para terminar mi historia nos dirigimos a tomar micro para llegar a la casa…Lo malo fue que estaba sentada entre mi mamá y mi hermana, lo que en una de esas, ambas se quedan dormidas y me aplastan chocando sus cabezas con la mía, eso duele mucho…más aun con lo grande que son las dos.
Y colorín colorado, mi maravillosa historia ha terminado.

 
                                               El mundo mágico de las princesas

Había una vez una princesa llamada Zafiro que tenía 17 años y muy pronto sería coronada reina.  Ella tenía dos hermanas pequeñas llamadas Vania y Rocío.

Un día, la madrastra de la princesa Zafiro hizo una fiesta para informarles que pronto se acercaría la fecha de la coronación.

La princesa Zafiro no quería que su padre se casara con la madrastra, los tres hermanos siempre le hacían bromas a la madrastra.  Un día la madrastra los encerró en un cuarto muy oscuro hasta que ellos sin saber nada tiraron de una palanca sin saber que los trasladaría a un mundo mágico.  Todos las noches iban a ese mundo a divertirse, pero ellos no sabían que esa noche infernal, la madrastra los siguió y vio que entraron al mundo mágico y rápidamente dijo: “Si los dejo encerrados podré casarme con el rey, recibiré la corona y toda la fortuna”  Entró muy silenciosamente y cerró el portal.

Todo iba muy bien hasta que un guardia escuchó los gritos de las princesas pidiendo ayuda.  Salieron corriendo y llegaron justo cuando la reina iba a casarse con la madrastra.

Le contaron lo que pasó al rey, llamaron a los guardias y la llevaron al calabozo.

Al final la princesa Zafiro fue coronada como reina, el rey estaba muy feliz con las dos princesitas.  Le mostraron el mundo mágico y sólo dejaban que entraran las princesas.  Todos vivieron muy felices para siempre.

Maura Saavedra Muñoz
Kínder B

 
                                                           El yo-yo mágico

 

Había una princesa que encontró un cactus y lo tocó y apareció un mono  en una moto y la llevó a un templo donde había un yo-yo, pero el mono era malo y la dejó atrapada, pero, vino un súper héroe y la salvó.

Después el súper héroe se cansó y la princesa empezó a caer, pero la princesa empezó a volar gracias al yo-yo y se salvó.

La princesa deseó con el yo-yo tener un castillo y llegó el príncipe, se casó con ella y vivieron felices por siempre. 

Angela Allendes
Kínder B

                                                                        José, el destructor

Había una vez un niño que se llamaba José.  Él se portaba muy mal en la escuela.  Un día quemó la sala del kínder, rayó las paredes de su sala y muchas cosas más.

Los papás muy enojados, lo castigaron dejándolo para siempre en la escuela para que siempre cursara kínder y así se volviera un niño menos destructivo.

Danilo Mamani
Kínder B


                                                               La historia de una gatita

En la primavera del año pasado nació una gatita amarilla con franjas cafés de ojos verdes.

Comenzó a crecer en una familia de muchos hermanos y una mamá, pero nunca imagino lo que sucedería.

Un día su amo la tomó en brazos y la subió a su auto.  Ella estaba muy feliz pues penaba que la levaría a pasear.  Para su mala suerte no era eso lo que quería su amo.  Lo que él pretendía era botarla pues ya no podía tener a tantos gatitos en casa.  La dejó en una calle que ella no conocía…camino hasta que encontró una casa que vivía solo gente adulta y había muchos camionetas y autos.  Ella pensó en refugiarse en uno de ellos.

Ella lloraba por un poco de agua y comida.  Afortunadamente el sol comenzaba a brillar y ella conoció a dos mujeres muy buenas que la cobijaron y alimentaron.  Ellas se sintieron muy tristes por la situación en la que estaba la pobre gatita, así que se propusieron encontrarle un hogar.

Llamaron a mucha gente, pero nadie quería ni podía tener esta gatita hasta que un día la hija de una de estas dos mujeres dijo: “tráiganme a mí a esa gatita, yole daré una casa, comida, cariño y una familia”.

Cuando la llevaron a su nuevo hogar ella estaba muy desconfiada pues pensaba que estos humanos eran crueles y malo como los que ya lo habían abandonado, pero poco a poco se fue dando cuenta que no era así.  Su familia la quería mucho, le dio una casa, cariño, una familia con dos hermanas, una mamá y un papá y una abuela y un nombre: Carlota Josefina.  Hoy ella tiene nueve meses y está muy grande y feliz.

El mensaje que le quiere dar a todos los niños es que hay que ser responsables con las mascotas, cuidarlas y sobre todo quererlas.

Katherine V. Gamboa Gamboa (mamá)
Cristina Fernanda Araya Gamboa
Kínder B

                                               La niña y su sueño mágico

Hace mucho tiempo una niña paseaba por un campo y al ver una palmera quedó hipnotizada que llevaba un cartel que decía “soy una palmera encantadora y si dices las palabras mágicas me transformaré en un castillo y podrás entrar en él”.  La niña con gran emoción empezó a decir las palabras mágicas y la palmera se fue transformando en un castillo y la niña estaba cada vez más sonriente y luego la pequeña dijo: ¡gracias a la palmera tendré una fiesta de cumpleaños soñada en un gran castillo!  Al entrar en el castillo encontró muchas luces de colores dentro de él que alumbraban hacia una mesa llena de dulces, globos y muchas cosas divertidas que se pudiera imaginar.
La niña con esto pudo cumplir su sueño de celebrar su mejor cumpleaños deseado con todos sus amiguitos dentro del castillo, por eso se dice siempre que “por favor” y “gracias” son palabras mágicas.

Pipiripao, el cuento se ha acabado.

Lorena Maldonado (mamá)
Ignacia Nenen
Kínder A

                             Memo y su planta de Tomates
Había una vez un niño que se llamaba Memo y era un curioso.  Un día acompañó a su mamá a la feria.  Estaban caminando cuando de repente vio un caballero con un puesto de puros tomates y le preguntó:  “Caballero  ¿por qué tiene tantos tomates?”, y él le respondió: “Tengo tantos tomates porque me dedico a cultivarlos” –y ¿qué es cultivar? – siguió Memo.  El caballero se largó a reír y le dijo que cultivar es cuando siembras una semilla, la cuidas hasta que salga el fruto y luego cuando está listo lo cultivas.

Ahhh que bien, dijo Memo.  Ojala algún día pueda cultivar algo y se marchó.  De repente se le acercó nuevamente el caballero y le dijo que le había simpatizado mucho y que le regalaría unas semillas de tomates para que tú las puedas cultivar, pero tienes que tener mucho cuidado de que no se muera, porque no volverá a darte ningún fruto más.
Memo estaba muy contento y se marchó rápidamente a su casa para sembrar las semillas y que crecieran los tomates.

Cuando llegó a su casa se dio cuenta que el jardín de su mamá estaba lleno de flores y que no podría plantar sus tomates ahí, así que entró corriendo a buscar una cuchara he hizo un hoyo entremedio de las flores de su mamá sin que ella supiera plantó las semillas y se sentó toda la tar5de a esperar que saliera un tomate.

Al llegar la noche Memo se tuvo que ir a acostar, pero pensó toda la noche que había pasado con su tomate porque no había crecido.  Cuando se levantó, su mamá le dijo: Memo tienes que tomar desayuno para que crezcas y Memo pensó en que su semilla tiene que tomar agua para que crezca y salió corriendo al jardín a echarle agua a su semilla y se volvió a sentar todo el día frente a su planta y hacia eso todos los días hasta que un día salió una hojita verde y empezó a crecer, pero daba puras hojas.  Memo estaba decepcionado, pero no se daba por vencido porque sabía que algún día crecería un tomate y así fue.
Una mañana cuando Memo se levantó a echarle agua a su planta, se dio cuenta de que una linda flor amarilla estaba entre las hojas y pensó que eso no era un tomate sino una linda flor y no le importaba porque era muy bonita, de hecho pensó, es la flor más bonita de las flores de mi mamá.

 Dejó que pasaran los días y empezó a darse cuenta que su pequeña flor amarilla se estaba convirtiendo en una pequeña pelotita que con los días crecía y crecía hasta que una  mañana se dio cuenta que su pelotita era un gran tomate rojo, el único que dio su planta y ahí recién entendió que quien persevera, tiene una recompensa.

Neylin Torres (mamá)
Prylett Baéz Torres
Kinder B


                                                          La mariposa y el arcoíris

Había una vez una linda mariposa.  Su único deseo era conocer un arcoíris.  Un día salió a volar con sus amigas…volaron muy lejos de flor en flor.  Al llegar casi a la cima de una montaña vieron en el cielo un hermoso arcoíris y la linda mariposa emocionada quiso alcanzarlo…voló y voló.  Ya agotada la mariposa no podía volar y al caer al suelo encontró un cofre de oro y a su costado un unicornio que fue el cual lo llevó hacia el arcoíris y ahí la mariposa cumplió su gran deseo.

Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Katherine Marín (mamá)
Maximiliano Bueno
Kínder B


                                                             El sueño de Amaya

Érase una vez una niña llamada Amaya e esta niña le gustaba imaginar cosas fantásticas y soñaba mucho por las noches.

Amaya siempre soñaba que su era amiga la princesa Rapuncel y que  ella tenía un cabello muy largo y también una mascota como sapo.  Este era un sapo muy especial, era de muchos colores y muy pequeño y otras mascotas pequeñas parecían hormigas.

Amaya hacia muchas cosas con su amiga.  Cuando Amaya hacia muchas cosas con su amiga hasta que de pronto escuchaba: “!Amaya, amaya…despierta!” … Era su mamá que le decía que despertara porque todo era un sueño.


Amaya Reyes
Kínder B


                                     La princesa Damary, su familia y su mascota

Había una vez una princesa llamada Damary la cual vivía en un castillo muy lejano.  La princesa vive junto a sus padres y su pequeña hermana llamada Miryam.  Ellas eran unas hermanas inseparables que a veces no se soportaban.  Una tarde la princesa Damary salió a buscar frutas y flores al bosque cuando de pronto se aparecieron muchos animales (conejos, caballos, pájaros, etc.) dentro de todos los animales que la princesa encontró había una perrita la cual ella se la llevó al castillo.  En ese momento en que la princesa llegó con la perrita a la cual ella y su pequeña hermanita la llamaron Pupi, llegó su padre y le dijo que no podía tener animales en el castillo. 

Él estaba furioso porque no le gustaba la idea de tener una mascota.  Las princesas estaban muy tristes porque la perrita se había ganado todo su cariño.  Pasaron los días y el padre de las princesas se dio cuenta que a sus hijas les haría muy bien tener una mascota, ya que ellos vivían en un castillo muy lejano y no tenían con quien jugar.  En ese momento que el padre de las niñas habló con ellas y aceptó tener una mascota las niñas saltaron de felicidad. 

Pasó el tiempo y las princesas crecieron y nunca dejaron sola a su perrita y fueron felices todos juntos.
Jazmín Salas Neira (mamá)
Damary Canales Salas
Kínder B


                                                              Juanito, el mentiroso

Érase una vez un niño llamado Juanito y era muy travieso.  Su mal era la mentira y hacer travesuras a las personas y su hermano menos no compartía su comportamiento y cuando Juanito mentía o hacia una travesura huía al bosque porque sabía que sus padres lo iban a regañar luego regresaba a inventaba cosas que le ocurrían en el bosque y su hermano lo aconsejaba que cambian de actitud, pero con idas al bosque un día le sucedió algo.  Él no quería conversar y tampoco hacer travesuras y su hermano le preguntaba lo que había pasado y tanto insistir Juanito le contó.
Cuando estaba caminando por el bosque apareció una jovencita muy linda y su cabellera muy larga y cuando caminaba por el camino que se desplazaba y en su espalda se provocaba un destello que eran sus alas y la joven miro a Juanito y le dijo: “yo soy tu hada para protegerte de día y de noche, pero tus travesuras me han provocado un daño muy grande, cada travesura que tú haces, provoca que mi cabello crezca cada vez más”, pero Juanito se impactó por unos días, pero luego comenzó a hacer de las suyas y en un momento Juanito tuvo la curiosidad de volver al bosque y en esa oportunidad no regresó a casa y su hermano se preocupó demasiado y le conversó a sus padres, pero ellos tuvieron dudas de lo que le paso a Juanito.

Al paso de los días salieron en su búsqueda.  Sus padres y la demás gente pasaron por el lado de él y no lo vieron porque el hada lo había convertido en un árbol y no podía hablar y tampoco llorar, pero su hermano no se dio por vencido y empezó a llamar al hada hasta que apareció y él se dio cuenta que Juanito le decía la verdad.  El hada le dijo que si quería recuperar a su hermano tendría que traer a toda la gente del pueblo y cada uno tendría que sacar una rama y cada rama que se saque mi cabello se encojerá y cuando quedé la última rama yo la sacaré y el encanto se desvanecerá y Juanito se dio cuenta que con su comportamiento había dañado a mucha gente, pero Juanito le sirvió de experiencia para recapacitar y su cambio le favoreció a él y compartió más tiempo con su hermano y su hada lo sigue protegiendo de día y de noche.
Colorín colorado este cuento se ha acabado, paso por un zapatito roto y después te escribo otro.

Claudio de la Cruz
Kínder B


                                               Todos los perritos merecen un amo

Había una vez una familia que deseaba tener un perrito como mascota, pero no tenían plata para comprar uno, hasta que un día le ofrecieron al padre de esta familia regalarle un perrito.  Llegó a su casa alegre y le dijo a sus hijos que se prepararan para salir a buscar el nuevo integrante.  Sus hijos estaban todos contentos, en realidad no sabían que raza, pero no les importo mucho, salieron toda la familia a buscarlo cuando llegaron al lugar.  Ahí estaban junto a su madre los cachorritos…todos eran hermosos, no sabían cual elegir, pero su dueña dijo que sólo quedaban hembras.  Eso no les gustó mucho porque ellos estaban buscando un macho.  De todos modos decidieron llevarla, ya que los niños estaban ilusionados.  Era una raza pequeña, tipo cocker  spaniel y muy bonita.  Todos estaban contentos llegando a su casa decidieron su nombre, todo iba en realidad la familia deseaba tener un perrito no más, para poder mantenerlo bien ya que no tenían muchos recursos, hasta que un día llegó un amigo de la familia con otro perrito igual, de la misma raza.  Era el hermano de la perrita de la familia que también se lo había regalado la misma dueña.  El problema de él fue que una vez que llegó a su casa con ese perrito su familia no lo aceptó y no sabiendo qué hacer con él se le ocurrió llevarlo donde sus amigos para que lo cuidaran por un tiempo, fue así como en vez de tener un perrito, tenían dos.  Los perritos se sentían bien acompañados y los niños estaban felices, pero con el tiempo los perritos fueron creciendo y su comportamiento fue cambiando y se transformaron en unos perros malvados.  Todo lo destrozaban, eran terribles, hacían hoyos por toda la casa, rompían los vidrios, destrozaban la ropa de los amos, le rompieron el uniforme de trabajo a la mamá, el papá se torció un pie por pisar uno de los agujeros, también se escapaban de su casa a pesar de tener agua y comida, salían a la calle y regresaban con mucha basura.  Todo era asqueroso. Todos estaban muy aburridos con los perros, sobre todo los padres ya que además debían mantener a los dos y el dinero ya no les alcanzaba ya que tuvieron que llevar a la perrita a la veterinaria ara que la operara y no tuviera hijos, además de desparasitarlos mensualmente.  Estaban tan aburridos con los perros que los padres sin preguntarle a los niños decidieron regalarlos a alguien, pero nadie los quería porque ya eran perros grandes y pasaba el tiempo y seguían haciendo destrozos incluidos los juguetes de los niños hasta que un día el padre no pudo más y decidió dejarlos en una parcela donde habitaban otros animales y todo era espacioso para ellos, pero los perritos sin querer alejarse de la familia después de un mes llegaron solos recorriendo toda la ciudad desde muy lejos, no sé cómo lo hicieron.  Así fue como el padre intentó varias veces deshacerse de ellos, pero siempre regresaban.  La mamá muy sorprendida igual le deba pela los perritos y comprendió que ellos querían a esa familia y que esa debía ser su casa y ellos debían ser sus amos sin importar cuan traviesos o terribles fueron ellos.  La familia decidió volver a acoger a los perritos.
Irene Rivera Castillo (mamá)
Matías Adonis Rivera
Kínder B

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario